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sopa de pescado / OPINIÓN

Tragedia en Campanar

27/02/2024 - 

VALÈNCIA. Como todos ustedes, queridos lectores desgraciadamente saben, hoy lunes España entera despierta marcada para siempre por la tragedia vivida en el barrio de Campanar de Valencia donde un terrible incendio fue capaz de arrasar dos bloques de vivienda en apenas sesenta minutos.

El incendio no sólo se ha cobrado la vida de diez personas conmocionando a un país entero que se ha pasado todo el fin de semana sobrecogido por lo impactante de unas imágenes que medios de comunicación, redes sociales y conversaciones recordaban sin cesar. 

El incendio nos dejaba con el corazón encogido al saber que dos de las personas fallecidas eran un bebé con apenas quince días de vida y un niño de dos años que murieron asfixiados junto a sus padres. No puedo imaginar el horror de esas ultimas llamadas que tuvieron el valor de realizar esos padres, ni como debe estar de roto el corazón de quién estuviera al otro lado de la línea.

No puedo dejar de imaginar el miedo de esos bomberos que, atrapados por las llamas y el humo, se ponían en contacto con sus compañeros para decirles que no corrieran el riesgo de ir a buscarlos. No puedo dejar de imaginar la congoja de quién decidió no resignarse e ir a buscarlos hasta encontrarlos y ponerlos a salvo aún a riesgo de sus propias vidas.

Foto: KIKE TABERNER

No puedo dejar de preguntarme cómo es posible que un cortocircuito en el motor de un toldo de un piso inhabitado pudiera ser el origen de tan tremenda desgracia y porqué esta fachada ardió como lo hizo o porqué se construyó ese edificio como se construyó.

Prefiero quedarme con la imagen de esos héroes anónimos que, llegado tan terrible momento dieron lo mejor que los seres humanos llevamos dentro. Ese conserje que arriesgó su vida para salvar la de sus vecinos recorriendo el edifico en llamas llamando a las puertas de todos ellos para advertirles del inminente riesgo.

O ese vecino que cargó a hombros con una mujer impedida para sacarla del edificio. Prefiero recordar a esos bomberos que, en su desesperación por ayudar a las personas atrapadas se adentraron en el edificio en llamas arriesgando sus vidas. O esa pareja atrapada en un balcón que finalmente pudo ser rescatada tras dos horas de interminable angustia.

Prefiero quedarme con el recuerdo de una ciudad volcada con las personas afectadas por el incendio demostrando, como tantas veces antes, que quizá la solidaridad sea el único medio y la única forma capaz de servir para compartir el dolor hasta hacerlo soportable.

Foto: KIKE TABERNER

Prefiero quedarme con las respuestas que las distintas instituciones y Administraciones implicadas fueron capaces de ofrecer para estar a la altura, esta vez sí, de la desgracia vivida por las personas afectadas.

Sé que queda un largo camino por recorrer hasta alcanzar todas las respuestas que la ciudad y las víctimas quieren y merecen conocer. Un largo camino que, a buen seguro, estará marcado por tecnicismos sobre materiales y técnicas de construcción, procesos judiciales pero sobre todo por el recuerdo a unas víctimas y a unas familias que merecen conocer todas las respuestas.

La imagen de las fantasmagóricas ruinas de ese edificio aún humeante nos perseguirán sin tregua todo el tiempo que tardemos en encontrar las respuestas que buscamos recordándonos nuestro deber para con la memoria de las personas fallecidas y de los vecinos afectados.

Ojalá busquemos con determinación respuesta a todas las preguntas que nos rondan. Cambiemos las normas que haya que cambiar para hacer nuestras ciudades y hogares más seguros. Mostremos nuestra solidaridad y recuerdo con las víctimas. Pero sobre todo ojalá levantemos sobre tan terrible experiencia el horizonte de una ciudad más segura.

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