Foto: KIKE TABERNERVALÈNCIA. “Lo digo con claridad. El transporte público está en jaque en toda España y también en toda Europa”. Así de contundente se expresaba hace unos días en Les Corts el conseller de Obras Públicas y Movilidad, Arcadi España, quien describía una persistente crisis en los servicios de movilidad debido, principalmente, al miedo al contagio. De hecho, y tras cerrar un 2020 en el que se perdió a casi la mitad de los viajeros, el efecto de las nuevas medidas impuestas en enero se salda ahora con una caída de los pasajeros de más del 55 % respecto al mismo periodo del año anterior. Es el mayor descenso desde el pasado junio, el último mes marcado por el desconfinamiento anterior a la ‘nueva normalidad’.
En el caso de la ciudad de València, este complejo escenario se refleja sobre raíles y también en el asfalto, ya que los pasajeros que usaron los servicios de Metrovalencia decrecieron cerca de un 56 % en enero y los de la EMT lo hicieron casi un 59 %. “Es una consecuencia directa de las restricciones para reducir los movimientos de la población y minimizar el riesgo de contagio”, confirma la gerente de la EMT de València, Marta Serrano. Desde las autoridades se apunta asimismo a otras razones, como el teletrabajo, el aumento de las clases online o los desplazamientos preferentes en vehículos privados.
Estos últimos condicionantes, no obstante, van más allá de la tercera ola y son los que explicarían por qué incluso en los momentos de menor presión pandémica, como en los meses de verano, la caída de las principales formas de transporte público ha sido siempre superior al 40 %. Así lo constatan los datos de Ferrocarrils de la Generalitat (FGV) y el Ayuntamiento de València, que evidencian ya once meses consecutivos de descensos contundentes en el número de viajeros. De momento, enero es el quinto mes de esta pandemia en el que más pasajeros se perdieron en València.
También los títulos de transporte de la EMT ofrecen una idea de cómo ha cambiado el perfil del viajero en el último año, ya que los billetes ordinarios, utilizados principalmente por clientes esporádicos, acusan una de las mayores caídas en 2020 (-80,3 %), al contrario de lo que sucede con las tarjetas mensuales y los abonos de viajes. Una realidad que repercute por supuesto en los ingresos de las entidades gestoras de estos servicios, y ante la que se han tomado medidas desde las distintas instituciones para paliar estas pérdidas.
De hecho, el Ayuntamiento de València ya autorizó en 2020 la solicitud de financiación bancaria para afrontar unas mermas que se cifran en más de 27 millones de euros, mientras fuentes de la entidad aseguran que están a la espera de las ayudas estatales prometidas para mitigar el impacto de la covid-19, que sí han alcanzado ya al transporte metropolitano. Del mismo modo, en FGV se ha realizado una inversión de 10,5 millones de euros en toda su red para hacer frente a la situación derivada de la pandemia.
En concreto, desde la entidad dependiente de la Conselleria de Obras Públicas y Movilidad Sostenible se han destinado 5 millones a tareas de limpieza y desinfección, y un millón adicional a la puesta en marcha de un sistema de control de aforo que ofrece a los pasajeros información del grado de ocupación de los trenes en circulación. De igual manera, se han incorporado 120 ‘auxiliares covid’ en Valencia, Alicante y Castellón para informar y controlar del cumplimiento de las normas sanitarias. “Es fundamental que los ciudadanos recuperen la confianza en el transporte público”, señalaba el conseller en Les Corts.
Fuentes de la empresa pública hacen referencia también al aumento de la capacidad de los trenes en la zona universitaria, así como a la reciente campaña Viatgem en silenci, con la que se transmite que no hablar durante los trayectos rebaja la posibilidad de contagio. También en la EMT se recomienda “permanecer en silencio para minimizar al máximo el riesgo”, como indica Serrano, quien sostiene que en los autobuses municipales se han aplicado “desde el primer momento” medidas preventivas como la renovación del aire, el uso obligatorio de mascarillas, los refuerzos de limpieza y la desinfección diaria de los vehículos.
Todas son iniciativas encaminadas a comunicar que viajar en transporte público es “totalmente seguro”, según indica la gerente de la EMT. “Así lo dicen estudios científicos, que certifican que el riesgo de contagio es inferior al 1 % gracias a las medidas que hemos aplicado”, mantiene. Desde Movilidad Sostenible, también se incide en que cada vez se disponen de más análisis que demuestran que la tasa de contagios en los sistemas de transporte público es más baja que en otros espacios.
Pero la caída de los viajeros no es, ni mucho menos, un problema exclusivamente valenciano, ya que se reproduce con idénticas consecuencias en muchas otras ciudades. Tal y como reflejan los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre transporte de viajeros, en casi todas las urbes españolas que cuentan con servicios de metro y autobús público se produjo en 2020 un descenso de los usuarios que oscila entre el 45 % y el 47%.
Existen, eso sí, algunas excepciones, como la de Bilbao, donde la reducción de los pasajeros fue del 39 %, la menor del país, y Palma de Mallorca, que es la única de las grandes ciudades que se dejó más de un 50 % en el pasado ejercicio. Mientras, las pérdidas de València en autobús y metro se quedan en el 46,7 %, muy cerca de los retrocesos de Sevilla (47,9%), Málaga (45,6%), Madrid (47,1 %) o Barcelona (46,8 %).
