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Tratamiento de la fractura de cadera 

16/02/2021 - 

VALÈNCIA. La fractura de cadera y su tratamiento es un problema de salud preocupante. Se calcula que 1 de cada 3 mujeres, y 1 de cada 9 hombres mayores de 80 sufre esta lesión, lo que puede suponer un grave problema personal, económico, social y sanitario.

En realidad, cuando hablamos de una “fractura de cadera”, nos referimos a la rotura del cuello del fémur y de la zona trocantérea, la parte más próxima a la cabeza de este hueso y que conforma la articulación de la cadera.

Fractura de cadera: las causas más comunes

La principal causa de las fracturas de cadera es la osteoporosis, una enfermedad esquelética provocada por una disminución en la densidad de la masa ósea. Con el paso de los años, los huesos se vuelven más porosos y frágiles, resisten peor los golpes y se rompen con mayor facilidad.

El segundo factor tras la alta incidencia de fracturas de cadera es la disminución de la movilidad y la agilidad.

“La combinación de estos factores intrínsecos a la edad aumenta la posibilidad de sufrir caídas y, con ellas, fracturas de cadera”, explica el Dr. Jose Luís López Peris, Jefe del Servicio del Servicio de Traumatología de Hospital Quirónsalud Valencia.

Aun así, a veces es complicado dilucidar si una fractura de cadera es de origen traumático o si, por contrario, la caída se ha producido por una fractura patológica previa.

¿Por qué las fracturas de cadera son más habituales en las mujeres?

A partir de los 50 años, las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir osteoporosis y fracturas de cadera. Esto se debe a que:

  1. Los huesos femeninos son, por regla general, más finos y frágiles que los masculinos.
  • Con la menopausia, la mujer produce menos estrógenos y esto favorece una pérdida de calcio, lo que debilita el esqueleto y aumenta la tendencia a las fracturas óseas.

¿Cuándo se recomienda la intervención quirúrgica?

El tratamiento para la fractura de cadera depende de diferentes factores, entre ellos la edad del paciente, su grado de desmineralización ósea, el tipo de rotura o las características biomecánicas de la articulación.

Este tipo de lesiones pueden ser muy incapacitantes y tienen consecuencias graves, como la imposibilidad de caminar o estar sentado. Esto obliga al paciente a estar encamado, con las complicaciones mentales y físicas que esto implica (problemas circulatorios y digestivos, lesiones dérmicas, ulceraciones, deterioro de la función hepática, agudización de cuadros neurológicos como demencia senil o Alzheimer). 

La cirugía se recomienda prácticamente en todos los casos. El tratamiento quirúrgico temprano posibilita la movilización del paciente, disminuye el dolor y el sangrado, evita los problemas secundarios y mejora la recuperación funcional.

“El tratamiento para la fractura de cadera sin cirugía (o tratamiento conservador) actualmente está relegado a casos aislados, a pacientes con un estado de salud muy deteriorado antes la caída o cuando no se prevé recuperación de la movilidad tras la intervención”, añade el especialista.

¿Qué pasa si no se opera una cadera fracturada?

Las fracturas de cadera pueden producir una alteración grave en la anatomía. Según el Dr. López Peris, “no intervenir la lesión puede derivar en problemas como sangrado mantenido, inmovilidad prolongada o úlceras por decúbito. A largo plazo, las consecuencias de no intervenir quirúrgicamente una cadera fracturada son el dolor y la deformidad”. 

Además, con frecuencia, no unir la fractura correctamente puede derivar en una pseudoartrosis que, a su vez, provoca incapacidad para la deambulación.

Tipos de abordaje y tratamiento quirúrgico de la fractura cadera

Cada fractura de cadera requiere un abordaje quirúrgico diferente. Uno de los aspectos más importantes es el lugar anatómico en el que se produce la lesión.

Fracturas de cuello femoral

La fractura se produce justo debajo de la cadera, en el cuello del fémur. Por aquí transcurren las arterias que aportan sangre a la cabeza femoral, lo que dificulta la unión entre las partes fracturadas y aumenta el riesgo de necrosis y deformidad.

En este caso, sobre todo en pacientes de edad avanzada, se recomienda la retirada de la cabeza femoral y la sustitución de la cadera por una prótesis total o parcial.

Fracturas trocantéreas

Este tipo de roturas se producen debajo del cuello del fémur. La fractura en esta zona anatómica presenta mayor sangrado, dolor y deformidad. Sin embargo, gracias a la presencia de hueso esponjoso abundante y vascularización, es posible reducir la fractura (restituir la anatomía manteniendo la cadera natural del paciente) y estabilizarla con un sistema de osteosíntesis (mediante placas, clavos, tornillos, alambre o agujas).

De esta forma, la cadera se mantiene en su posición natural hasta que se produzca la unión completa de ambas partes.

En el Hospital Quirónsalud de Valencia “las dos intervenciones se realizan con anestesia intradural y únicamente se duermen los miembros inferiores. La duración media de la cirugía es de 60-90 minutos”.

Complicaciones y efectos secundarios de la operación

Los riesgos asociados la cirugía para reparar una cadera fracturada son:

  • Coágulos sanguíneos.
  • Infecciones.
  • Dislocaciones o luxaciones.
  • Cambios en la longitud de la pierna.
  • Aflojamiento y dolor de cadera.
  • Lesión en los nervios de la zona.

Este tipo de complicaciones son poco frecuentes y, generalmente, no revierten complicaciones. “Lo habitual – explica el especialista en Cirugía de Cadera y Pelvis - es que tras la cirugía el paciente evolucione correctamente y que recupere la movilización y la deambulación en los primeros días posoperatorios”.

Por otra parte, la implantación de prótesis de cadera conlleva una herida en el área lateral de la cadera (la tendencia será a los abordajes cortos o mínimamente invasivos). La colocación de sistemas de osteosíntesis precisa abordajes de menor longitud y con cicatrices mínimas.

Recuperación de la fractura de cadera: cuidados y rehabilitación

El tratamiento de las fracturas de cadera, tanto en ancianos como en personas más jóvenes, ha avanzado mucho en los últimos años, y, en un periodo de 3-6 meses, los pacientes recuperan la movilidad previa a la caída.

“Si todo transcurre correctamente, se recomienda la movilización precoz (sedestación en 24 horas y bipedestación a las 48 horas). Por norma general, a las 72 horas el paciente puede deambular con ayuda de un andador”.

El proceso de rehabilitación inicial depende de la edad del paciente, de sus comorbilidades y de la cirugía, aunque la prótesis total permite una movilización más temprana y menos dolorosa que los sistemas de osteosíntesis.

El cuidado de las heridas dérmicas de presión (en caso de inmovilizaciones) y de la cicatriz es muy importante durante las primeras semanas.

También lo es reducir al máximo el riesgo de dislocación o luxación de la cadera protésica intervenida. 

Para ello, “durante los tres meses posteriores a la intervención se recomienda no cruzar piernas, no flexionar la cadera intervenida más de 90º, evitar calzarse o coger cosas del suelo y evitar sentarse en sitios bajos. Utilizar un asiento elevado para el inodoro, usar zapatillas cerradas o retirar las alfombras y elementos deslizantes reducirá el riesgo de caídas y nuevas fracturas”.

Respecto a la vuelta a la “vida normal”, es aconsejable retrasar la conducción hasta la 4-6 semana del posoperatorio.

Con un plan de rehabilitación personalizado, a partir de la semana 8-12 es posible realizar actividades natación o bicicleta estática, que pueden ayudar en la recuperación funcional de la articulación.

Las únicas actividades no recomendadas tras esta intervención son los deportes de alto impacto como la carrera larga o aquellos con elevado riesgo de traumatismo, como el rugby o el fútbol.

Por lo demás, los pacientes vuelven a su actividad cotidiana sin demasiadas complicaciones.

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