Triunfo incontestable de la Orquesta de València en la Sala Gaveau de París

VALÈNCIA. En una tarde desapacible hasta decir basta, de viento gélido y de inclemente lluvia la Orquesta de València se llevó consigo todo el calor del público de la histórica Sala Gaveau. Un espacio declarado monumento histórico por el estado francés en 1992 y más que centenaria, pues fue inaugurada en 1906. Situada en la rue La Boétie, en el corazón de la capital francesa a un paseo del Palais Garnier o del Arco del Triunfo recibió el estreno de obras del mismo Ravel, Debussy, Meissen o Igor Stranvinsky que, incluso, interpretó una de sus nuevas obras.  No podemos dejar de mencionar que esta sala fue testigo del debut en Paris del gran pianista valenciano José Iturbi, gracias a Ettienne Gaveau, empresario dueño de la sala que ejerció de mecenas e impulsor de la carrera del músico. Una sala prácticamente abarrotada de parisinos y españoles residentes en la ciudad, lo que tiene mucho mérito, pues había que ser valiente para salir a la calle, para acercarse al centro de una capital inmersa en el proceso electoral de este mismo domingo. Asistieron al concierto el alcalde de Valencia, Joan Ribó y el embajador de España en Francia, Victorio Redondo o Pascal Dusapin, posiblemente el compositor francés vivo más importante del momento.

Antes de todo hay que decir que fue un concierto no exento de emoción por una suma de circunstancias: la compleja logística que conlleva una salida de estas características a una formación que no está acostumbrada a viajar (hacía 12 años que no salía al extranjero), el emblemático espacio escogido, el tiempo que hacía que la orquesta no visitaba París-72 años más concretamente-, el numeroso público que acudió a la cita que prácticamente llenó la sala y, finalmente, los resultados obtenidos con un precioso pero arriesgado programa, con nada menos que Ravel y Berlioz en la primera parte, monumentos nacionales del país vecino. Tras ello, sólo hay que concluir, felizmente que la prueba ha resultado más que superada.

Tras el breve primer movimiento de la Música silenciosa de Silvestrov que se interpretó en homenaje al pueblo de Ucrania, la primera obra del programa correspondió a una suite de Ma mère l´oye de Maurice Ravel. Una lectura cuidada en todos sus detalles que son muchos en esta encantadora música, aunque bien es cierto que a los músicos se les vio especialmente concentrados y no todo lo libres que se mostraron con el resto del programa.

Tras ello, uno de los puntos álgidos de la velada con una excelente traducción del ciclo de canciones que conforman Les nuits d´eté (Las noches de verano), lo que no deja de ser una broma en estos días verdaderamente invernales. obra maestra de Héctor Berlioz que contó con la inestimable intervención de la joven mezzosoprano (otrora soprano) alemana Anna Lucia Richter, verdaderamente excelsa de principio a fin. Desde la encantadora Villanelle que abre el ciclo, pudimos ver que nos encontrábamos ante una excelente cantante poseedora de un bello y poderoso instrumento que controla a la perfección. Dejando a un lado algún leve apuro en la zona alta, cada una de las canciones fueron expuestas en toda su expresión emotiva, plenamente interiorizadas en todo el arte dramático que encierran sus letras, basadas en poemas de Gautier. Sensacionales fueron la fabuosa Le espectre de la rose cantada con una emoción que recorrió todos los rincones de la sala, como lo hizo una voz ancha, de perfecta proyección, o la magistral Sur les lagunes con un gran acompañamiento de Liebreich y la orquesta que provocaron el aplauso del público, saltándose el “protocolo”. El éxito absoluto para todos los comparecientes

Tras el descanso, uno momento especial con una chispeante y arrebatadora lectura de la obertura de la ópera de nuestro Martin y Soler, La capricciosa corretta. Excelente música de un valenciano, tocada por valencianos, lo que significa toda una rareza por no decir una excepción histórica, escucharla a pocos metros del Sena.

Finalizó la velada con una intensa lectura de la preciosa Quinta sinfonía de Felix  Mendelssohn llamada “de la Reforma” y que fue compuesta por el genio a la edad de 21 años teniendo escasa repercusión en vida del compositor, que incluso en 1838 manifestó su deseo de destruirla. Cosas de los genios. Aunque se trata de un repertorio no tan afín como otros para nuestra orquesta, sin embargo, no hay nada que objetar sino todo lo contrario, pues se ofreció una fogosa lectura en la que un gran Liebreich puso especial insistencia en los acentos y contrastes dinámicos, consiguiendo de unos músicos entregados, una excelente interpretación que provocó los bravos de buena parte del público. Muchos fueron los detalles, pero hay que el piano de la cuerda con el célebre tema que en Parsifal se convertiría en el Tema del Grial. A título particular, magnífica a lo largo y ancho del concierto la concertino invitada Elena Rey, así como los solistas de la familia de las maderas en el andante con moto, y toda la familia de los metales en el primer y último movimiento. Mención de honor a toda la cuerda en los complicados pasajes fugados del citado último movimiento que fueron expuestos con toda claridad a la par que intensidad.

Larga y sentida ovación, bravos incluidos, que “obligó” a una propina para la que, de nuevo, compareció Anna Lucia Richter en este caso metida en la piel de Carmen con una Pres des remparts de Seville irresistible.

Ficha técnica: 

Viernes 8 de abril de 2022

Salle Gaveau, París

Obras de Ravel, Berlioz, Martín y Soler y Mendelsshon

Anna Lucia Richter, mezzosoprano

Orquesta de Valencia

Alexander Liebreich