Me resisto a cambiar la ropa de los armarios. Es como despedir el verano, el sol, guardar los recuerdos de otro tiempo, de otro lugar. Limpiar los armarios es como limpiar el alma. Vas recordando momentos y deseos, algunos incumplidos, otros… imposibles. De repente, te ves guardando esos deseos, las esperanzas, las ilusiones perdidas…, bien dobladitos, en su caja. Y los dejamos en el altillo, hibernando, esperando que la primavera nos los devuelva hechos realidad.
¿A dónde irán los deseos y las esperanzas de los niños de Alepo? ¿Quién les guardará los pantalones cortos en el armario, con la esperanza de que les sirvan otro año al llegar la primavera? ¿Pero es que llegará la primavera a Alepo? Tristemente, la solución llegará del cielo, de las bombas que caigan sobre sus escuelas y sus ilusiones.
En distintos foros académicos y sociales se han dado cita en poco tiempo en Valencia varios expertos en una guerra que cada vez nos queda más cerca, que cada vez sentimos más nuestra. Todos ellos, civiles y militares, han coincidido en la esperanza de que el conflicto termine con la Gran Coalición contra ISIS.
En enero de 2014, hace casi tres años, el general jordano Mohammad Farghal, me contaba qué pasaba en el país vecino. Como durante la Guerra Fría, Rusia luchaba contra Estados Unidos en Siria. O viceversa. Me explicaba lo que era una guerra “proxy”, en la que un país era el intermediario entre las bombas de otros y, por ende, la víctima.
El escenario no ha cambiado pero los actores sí han intercambiado sus papeles. Y el enemigo ahora es otro. Se alimentó a la bestia con las manitas de los niños de Alepo asomando entre los escombros de su escuela, con los Aylan naufragados en el mar yaciendo sobre la arenas de las payas de un idílico Mediterráneo, con sus padres cruzando fronteras de alambradas.
Y la bestia se llama Estado Islámico. El general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, anunciaba su fin en el Club de Encuentro “Manuel Broseta” desde el momento en que, afortunadamente, Rusia comenzaba hace un año a bombardear Siria. Y lo volvió a repetir el coronel Emilio Sánchez de Rojas en el seno de la Universitat de Valencia ante 200 alumnos entusiasmados, en un seminario organizado por el profesor Joan Romero.
Otro foro académico, el CEU San Pablo, acogía el conflicto sirio en busca de ilusiones y soluciones. Los profesores Antonio Bar, de la Universitat, y Carlos Echevarría, de la UNED, se remontaron a la Gran Persia buscando la paz. Los coroneles Ignacio Fuente Cobo y Pedro Baños Bajo llegaron a exponer el último parte de guerra. Estados Unidos y Rusia y la Unión Europea estamos del mismo bando si se quiere acabar con el conflicto en Siria.
¿Lo sabemos todos? Parece que no. El Parlamento Europeo debate hoy la guerra informativa desde Rusia y las organizaciones terroristas islámicas, poniendo a ambos en paralelo. ¿Cómo hacer frente a la propaganda rusa y del Estado Islámico?, se preguntan los eurodiputados.
Este verano, la Comisión Europea decidía ampliar las sanciones económicas a Moscú por el conflicto de Ucrania, pese a ser la única en reconocer la necesidad de suavizar posturas y “recuperar vínculos con Rusia para luchar contra el terrorismo y encarar conflictos como el de Siria”.
Y hace un mes, el Consejo de la Unión Europea, donde hablan los Estados, condenaba esta intervención: “Desde el inicio de la ofensiva por parte del régimen sirio y Rusia, la intensidad y escala de los bombardeos aéreos sobre Alepo son claramente desproporcionadas, y la elección deliberada como objetivos de hospitales y escuelas han provocado numerosas víctimas civiles, entre las que se incluyen mujeres y niños”.
Parece que los niños sirios volverán a guardar sus deseos en los altillos, si es que quedan niños en Siria en primavera… La esperanza hiberna en los armarios de Alepo.