Umbral, el nuevo término medio de la escena electrónica urbana
Umbral, el nuevo término medio de la escena electrónica urbana
El cierre se hará efectivo durante primeras semanas de enero. Se trata de uno de los pocos locales que mantienen viva la escena electrónica alternativa en la ciudad
VALÈNCIA. Umbral ha anunciado que bajará la persiana en las próximas semanas pocos días después de celebrar su primer aniversario. El club de la calle Serpis ha vivido estos meses asomándose contínuamente a un precipicio, y finalmente, los implicados en el proyecto han decidido aparcar un proyecto que ha dado muchas alegrías a la escena musical underground de València.
Estas navidades serán las últimas fechas para disfrutar de una programación comprometida con su singularidad, buscando sonoridades y fiestas diferentes y posicionándose como uno de los pocos sitios con programación regular de música electrónica avanzada. Pocas semanas después de su apertura, sus responsable ya hablaron con Culturplaza del proyecto: la idea era crear un espacio extraño, oscuro, de sonidos de música industrial, minimal, IDM, o coldwave. En estos meses han sido algo más: un punto de encuentro para la escena más alternativa, que este año también ha perdido el Magazine -más enfocado a los sonidos rock-.
"El baile es como un ritual chamánico y arcaico, una manera de ser tú a través de la música sin que te importe nada más", contaba a este entonces Adriana Petit, una de las promotoras de Umbral. La idea, como local, era situarse en un término medio entre los mini-clubs y las macrodiscotecas, cuidando especialmente de una programación que recogiera lo emergente y lo referente, lo local y lo internacional.
Finalmente, será a principios de enero cuando Umbral baje la persiana. "No hemos conseguido hacer esta locura sostenible, es imposible. Ha habido un momento en que nos hemos planteado solo dos opciones: o pervertimos nuestra idea original bajando el caché de los DJs, subiendo los precios de todo, o sumándonos a alguna moda; o cerrábamos. No estábamos dispuestos a lo primero", comenta Diego Amador, otro de los socios. "Muchas veces venían colegas y nos recomendaban llevar las cosas de una manera o de otra, pero nos resultaba casi insultante, porque nosotros lo queríamos hacer de otra manera", añade.
El camino nunca ha sido fácil. La misma noche de inauguración, una denuncia anónima acabó con una multa inasumible para un local interpuesta por el Ayuntamiento de València. Desde entonces, el local vivía con el peligro inminente de su cierre.
El futuro del proyecto pasa por dos futuribles: por una parte, el local y el equipo de sonido lo podrían traspasar a otras personas para que continuaran con una iniciativa similar, aunque no fuera bajo el nombre de Umbral; por otra, la marca podría dar el paso de ser un lugar a ser una fiesta o una promotora que llevara a otros sitio de València el espíritu y el sello de calidad de lo que se ha ido viendo estos meses en la calle Serpis.
En este año largo, Umbral ha cumplido dos objetivos que se marcaron: primero, trasladar el espíritu de Berlín a València; segundo, "generar un espacio y situaciones de libertad vital y calidad musical", en palabras de Diego Amador. Ahora, cuando se baje la persiana, quedarán otra vez pendientes. Aunque a veces la realidad no acompañe, en esta ocasión la escena siempre se lo agradecerá.
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