Valencia Plaza

CRÓNICAS POR LOS OTROS

Un año de amor

Hace un año que soy mamá. Y cuando pienso en este amor y pienso en las madres que han de renunciar a él, me muero. Y cuando pienso en esos bebés que se quedan sin ese amor, me muero también. A veces muero de amor, a veces muero de pena

Suscríbe al canal de whatsapp

Suscríbete al canal de Whatsapp

Siempre al día de las últimas noticias

Suscríbe nuestro newsletter

Suscríbete nuestro newsletter

Siempre al día de las últimas noticias

Hace un año que empezó TODO. Hace un año empezó esta historia de amor. Hace un año que mi cuerpo y mi mente no es la misma. Hace un año que tengo nuevos miedos, nuevas sensaciones y nuevos sentimientos. Hace un año que me dedico a ella en cuerpo y alma. Hace un año que vivo por y para mi hija. Hace un año que mi vida se detuvo. Hace un año que tomé esa decisión . Hace un año que me pienso en las madres que no pueden hacerlo. Hace un año pienso en las madres que tiene hijos o hijas que no puede cuidar y muero de pena.

Y muero de amor cada día, cuando amanezco pegada a mi hija Leo-Khadija, cuando siento su respiración, cuando toco siento su diminuto y frágil cuerpo, su piel aterciopelada,  cuando toco sus manos delicadas y suaves de  pianista y cuando recuerdo cómo se movían esas manos nada más nacer. Recuerdo cómo me enamoraron, recuerdo esos movimientos finos y pausados, cuando esas manos empezaron a tener vida propia, cuando empezaron a tocar, a palpar, a coger y a agarrarse a mis manos y agarrarse a la vida. Recuerdo esas manos , las miro y vuelvo a morir de amor.

Es entonces cuando paso del amor al dolor cuando pienso en esos niños y niñas que nacen y crecen sin tener donde agarrarse, sin tener a quien agarrarse

Entonces vuelvo a morir de amor cuando analizo el sentimiento que desarrolla una madre con el cuidado de un hijo o una hija. Es un amor como bien se suele decir en estos casos, incondicional, un amor que agita, un amor en estado puro, un amor que va creciendo, un amor que se vuelve infinito, un amor que lo envuelve todo. Un amor que absorbe. Un amor que consume. Un amor que no se puede comparar a nada ni con nadie. Es el amor más absoluto. Es el amor de madre.

Cada mamá y cada papá tienen una Leo-Khadija en su vida y lo vive a su manera. Mi niña Leo podría ser Candela, Manuel, Marco, Aiala, Carlota, Aníbal, Manel, Laia, Elisa, Victor, Jamil, Dario, Mateo, Malena, Daniela, Eugenia, Gael, Alejandra, Rodrigo, Maxi, Carla, Ada,, Guille, Nacho, Yago, Ricardo, Lucia, Nicolas, Lucas, Laura, Adriana, etc. Y cada uno de estos bebés han sido protagonistas de una bonita historia de amor.

Mi vida con Leo

Y es que hace sólo un año que convivo con estos nuevos sentimientos, estas nuevas sensaciones, pasiones, miedos, vértigos… Esta nueva persona, mi hija, que un día nació y transformó mi vida y mi posición en este mundo de manera radical. Nunca hubiera imaginado este amor. Vuelvo a morir de amor. Y observo a mi pequeña, alegre, sonriente, feliz, tranquila , hermosa… y vuelvo  morir de amor.

Hace sólo un año que soy mama. Hace un año que estoy muriendo de amor. Hace un año que vivo en otra dimensión. Hace un año que vivo pegada a ella. Mi hija Leo- Khadija y yo vivimos unidas desde el minuto uno. Y no es una manera de hablar. Nunca nos hemos separado más que algunas horas, llevamos 365 días durmiendo juntas, 365 días alimentándonos una a la otra, 365 días dándole pecho. 365 días en que no hemos dejado de tocarnos, olernos y sentirnos. 365 días conectadas una a la otra.

Recibe toda la actualidad
Valencia Plaza

Recibe toda la actualidad de Valencia Plaza en tu correo

Sagunto, último 'round' para una Ley de Función Pública que ha abierto la brecha en el Consell
El Consell aprueba el anteproyecto de Ley de Coordinación de Policías Locales que precede a la autonómica