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Un año de tragedias que conmocionaron a València

30/12/2024 - 

VALÈNCIA. València despidió la pasada medianoche un año que será difícil de olvidar. Las páginas de la historia de los años veinte de este siglo quedarán marcadas para siempre por dos tragedias que conmocionaron a los valencianos en 2024. Lo inesperado y la envergadura de ambas catástrofes han dejado tras de sí un estado de ánimo convulso e intranquilo y han demostrado de nuevo que, aunque en los peores momentos emerge la solidaridad de toda la sociedad, con ella no basta para hacer frente a grandes amenazas. De modo que han puesto en el foco del debate público la importancia de la prevención y la necesidad de una pronta y coordinada respuesta de las administraciones.

El impactante incendio en una vivienda de Campanar, que acabó calcinando casi por completo el moderno edificio el pasado 22 de febrero, ya atrajo todas las miradas internacionales y la tragedia, que se cobró una decena de vidas, dio la vuelta al mundo por lo fuera de lo común de sus imágenes -sólo recordada por un incendio reciente y similar en Londres-. Pero entonces nadie imaginaba todavía que la naturaleza traería a tierras valencianas apenas meses después otra catástrofe todavía mayor, una dana y una riada, la mayor vivida en España, que devastarían decenas de municipios de la provincia, incluidas tres pedanías de la capital del Túria, y que se llevarían consigo la vida de 223 personas y arrasarían numerosas infraestructuras, sistemas de comunicación, viviendas y negocios.

Ambas estampas marcarán este año en rojo en el calendario y, pese a estar poco distanciadas en el tiempo, han dejado sensaciones muy diferentes en la población, especialmente en cuanto a la reacción de las administraciones. Teniendo en cuenta que el impacto de la dana tuvo unas consecuencias mucho más devastadoras por inabarcables, sus estragos han dejado parcialmente tocada la credibilidad de las instituciones por la descoordinación en sus actuaciones.

El mayor incendio de València

Tras dar comienzo el año 2024, nadie podía pensar que menos de dos meses después las llamas devorarían un complejo residencial en el barrio de Campanar con 14 plantas y más de 130 viviendas. La tragedia comenzó a media tarde, cuando se avistó el fuego en uno de los inmuebles de la séptima planta, y alimentado por un revestimiento de aluminio y polietileno altamente inflamable, se propagó con una velocidad devastadora.

En cuestión de minutos, las llamas se habían extendido por toda la fachada y dejaron atrapadas a decenas de personas en su interior. El conserje de la finca trató de avisar piso por piso del incendio hasta que llegaron los bomberos, lo cual permitió salvar numerosas vidas y por lo que más tarde fue condecorado por las instituciones. A pesar de la movilización de más de 20 dotaciones de emergencias y la Unidad Militar de Emergencias (UME), los trabajos de los bomberos se vieron dificultados por el viento que hacía esa tarde y la virulencia del fuego, que escaló rápidamente la finca.

Foto: EP 

Se vivieron escenas de mucha tensión, incluso retransmitidas en directo por múltiples televisiones: familias atrapadas en los balcones, haciendo señales de auxilio mientras las llamas se acercaban inexorablemente, o vecinos que, en un acto desesperado, intentaron bajar por la fachada. Con todo, diez personas fallecieron en la tragedia y al menos una quincena resultaron heridas. Un siniestro que impactó sobremanera y que sigue bajo investigación en el Juzgado de Instrucción número 9 de València.

Una de las causas que facilitó la tragedia fue, tal como concluyeron los estudios, la configuración de la fachada, puesto que era una fachada ventilada, esto es, que tiene una cámara de aire que habría permitido un efecto chimenea, lo que facilitó la rapidez en la transmisión de las llamas de manera vertical una vez salieron del inmueble, de manera que el incendio se ha considerado como el peor registrado en la capital del Túria: no solo destruyó un edificio sino que también dejó una profunda cicatriz en la ciudad. Pero el destino todavía tendría otra desgracia preparada.

Una dana histórica

Así pues, a las puertas del Día de todos los Santos, una dana devastadora azotó el interior de la provincia de València en lo que ya se ha registrado como uno de los episodios de temporales más trágicos de la historia de España. Las fuertes lluvas en las zonas montañosas del interior provocaron el desbordamiento del Barranco del Poyo y las inundaciones de decenas de municipios, especialmente de l'Horta Sud de Valencia. Imágenes de calles convertidas en ríos, coches arrastrados por la corriente y vecinos luchando contra el agua en negocios, viviendas o en la propia vía pública, quedarán para siempre en el imaginario colectivo de los valencianos tras el fallecimiento de 223 personas, mientras que otras tres siguen desaparecidas.

La dana, que retrotrajo a la memoria la riada del 1957, afectó a tres pedanías de València ciudad -La Torre, Forn d'Alcedo y Castellar l'Oliveral-, pero no llegó a afectar a la capital del Túria puesto que el Plan Sur, el nuevo cauce del río Túria, consiguió evacuar el agua al mar sin desbordarse. Las precipitaciones alcanzaron récords históricos, con acumulados superiores a 300 litros por metro cuadrado en apenas unas horas. En zonas de la comarca de l’Horta y la Ribera Alta, el agua superó el metro de altura, anegando viviendas y comercios, y dejando intransitables muchas de las principales vías de comunicación. Las carreteras se vieron colapsadas y el transporte ferroviario, suspendido debido a los daños en las infraestructuras -Metrovalencia sigue trabajando para recuperar el servicio en el sur-.

 Foto: DIEGO RADAMÉS/EP

En este caso, la tragedia ha supuesto un auténtico terremoto político. La controversia sobre la actuación de la Generalitat Valenciana, y del president, Carlos Mazón, ha resultado en una crisis de gobierno que ha dejado en la cuerda floja al titular del Consell y se ha cobrado la dimisión de los altos cargos de Emergencias, el nombramiento de un nuevo vicepresidente y conseller para la recuperación, el teniente general Francisco José Gan Pampols. Por su parte, la falta de inversiones en obras e infraestructuras hidrológicas por parte de la Confederación Hidorgráfica del Júcar (CHJ), dependiente del Ministerio de Transición Ecológica, y que llevaban lustros pendientes de ejecutar, también ha puesto el foco en la actuación del Gobierno en este sentido.

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