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Un mal funcionamiento del sistema digestivo puede ocasionar ansiedad, angustia o depresión

17/06/2016 - 

MADRID, (EP). El proceso de la digestión puede influir en las emociones y estados anímicos porque "el cerebro registra señales de mal funcionamiento del sistema digestivo y las modifica bajo el influjo de algunas emociones como la ansiedad, la angustia o la depresión; la normalidad digestiva favorece al equilibrio emocional", ha señalado el especialista en aparto digestivo y miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), Juan Ramón Malagelada.

La conexión entre cerebro y sistema digestivo es más estrecha de lo que parece y actúa en ambas direcciones. Para entender cómo funciona y qué elementos intervienen, el doctor Malagelada impartirá una conferencia magistral titulada 'La mente y el sistema digestivo' en el seno de la 'Semana de las Enfermedades Digestivas' que organiza la SEPD.

Los expertos de la SEPD recomiendan cuidar lo qué comemos y cómo lo comemos, así como entender lo que nos sienta bien y mal para adaptar la dieta al bienestar de cada persona ya que "un correcto funcionamiento del aparato digestivo y un cuidado adecuado del mismo son básicos para el bienestar emocional", apunta el experto.

Lo mismo ocurre con el intestino porque, tal y cómo señalan, hay que cuidarlo favoreciendo el tránsito intestinal, relajando el abdomen, cuidando la microbiota y dedicando el tiempo necesario para ir al baño.

La digestión lenta y la sensación de plenitud después de las comidas, la hinchazón y el dolor abdominal, el estreñimiento alternando con diarrea y otras afecciones sin lesión ni causa aparente en las pruebas diagnósticas convencionales, son molestias muy frecuentes que la mayoría de las personas experimentan.

Se trata, además, de un motivo habitual de consulta tanto en Atención Primaria como en las consultas especializadas en Aparato Digestivo, aunque en las pruebas diagnósticas convencionales no se detecte ni su origen ni su causa.

Estos mecanismos incluyen la inflamación crónica y sutil de las paredes del estómago y del intestino en conjunción con alteraciones de los movimientos de estos órganos, pero sobre estos mismos mecanismos también ejercen una gran influencia los alimentos, además de la composición de la flora intestinal que es específica en cada persona.

Una red de neuronas y todo tipo de neurotransmisores conectan las paredes del estómago y el intestino con el córtex cerebral enviando información de lo que pasa en el aparato digestivo y cómo se desarrolla la digestión. Por ejemplo, el 95 por ciento de la serotonina, unos de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.

Por esta razón, cuando algo no funciona bien, los nervios sensitivos localizados en las paredes inflamadas del tubo digestivo se hipersensibilizan amplificando los estímulos locales que originan el malestar, la náusea y el dolor. Estos síntomas son señales de alarma de que algo no está funcionando bien durante la digestión.

En este sentido, algunas enfermedades del sistema digestivo que cursan con inflamación e irritación como la colitis o la gastritis, se agravan cuando aumenta el estrés o la ansiedad.

"La salud digestiva depende del equilibrio homeostático entre la función cerebral y la función digestiva; la sensibilidad, motilidad, inflamación y microflora y, a su vez, está influida por la dieta", ha subrayado el doctor Malagelada.

De esta manera, "la recuperación de la normalidad digestiva mediante el tratamiento comporta desinflamar, regular la actividad sensitiva y motora, adoptar la dieta adecuada y restablecer el equilibrio emocional", añade.

En pruebas de laboratorio se ha comprobado que en los sujetos que están siendo estudiados, la escala de síntomas aumenta tanto en dolor o molestias abdominales, como en el estrés o la ansiedad. Del mismo modo, si un paciente tiene síntomas que no se sabe de dónde provienen, en el momento en que el paciente es consciente de ello, se preocupa y está más pendiente, crea una mayor sensibilidad y aumentan los síntomas.

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