EL CUDOLET / OPINIÓN

Un misterio sin resolver: las espuelas de Jaume I el Conqueridor

9/10/2019 - 

Salpicada de historias venerables o leyendas urbanas sobre la Catedral de València pesan misterios no resueltos. Circula por los pasillos del templo cristiano un misticismo en torno a las reliquias allí custodiadas. Veneradas por un alto valor histórico, el catálogo de joyas es amplio y diverso. Desde el Santo Cáliz, el brazo de Sant Vicent Mártir y hasta en su día las mismísimas espuelas del rey Jaime I de Aragón. La Seu sentimentalmente vinculada al 9 d’Octubre, es la pila bautismal de la conquista, festividad que hoy celebramos los valencianos del norte a sur del territorio tomado por el monarca aragonés junto a la extensa lista de caballeros que le acompañaron en dicha aventura. 

Cada valenciano celebra la festividad a su manera. Mismo ADN, diferente actitud. La Seu está fuertemente protegida por el campanario del Micalet envejeciendo bien a lo largo de los siglos. Comparto la opinión de varios colegas, profesionales de la arquitectura, que tras la remodelación de los alrededores derribando el laberinto comercial y vecinal de la antigua calle Zaragoza, la Seu perdió su fachada delantera, particular belleza de acceso a pie sorteando edificios sin ser vista, y dándote de bruces con los muros de hierro de la entrada. El resultado de la reforma dio pie a la actual plaza de la Reina, espacio frío y aséptico, no resultando la cirugía la más adecuada estética a la imagen principal del complejo eclesiástico. 

La Catedral es uno de los museos más distinguidos de la ciudad. provisto de una importante pinacoteca, documentos históricos, incunables, tallas, figuras y retablos  religiosos de un valor incalculable. La historia de València me interesa mucho, aunque he de reconocer no especialmente la época de la reconquista, si la figura del Jaime I.  Me atrae más el proceso evolutivo a lo largo de la historia las leyendas del rey aragonés. 

 

Tras la conquista, Jaume el Conqueridor donaba a su caballerizo Joan de Pertusa las espuelas y otras pertenencias que le acompañaron en su aventura militar. A lo largo de los años, dichos tesoros, pasaron de generación en generación hasta que finalmente fueron depositados en el altar mayor de la Catedral.  “Mediante escritura pública otorgada en 11 (no 17) de julio de 1416, ante el notario Leonardo Zamorera, mosén Francesc de Pertusa, como tutor del joven Guillén Ramón de Pertusa, hizo entrega, tanto del escut como de los esperons y el fre al obispo valentino-que a la sazón era el muy reverendo señor don Hugo de Bages-, y a quienes a la sazón integraban el cabildo catedralicio.”  

Así lo relataba en un interesante escrito el historiador valenciano Francesc Almela i Vives, destacando la pluralidad de la existencia de las dos espuelas en la donación cristiana de la familia Pertusa. De una de ellas no hay rastro ni información, de la otra, se tiene constancia de su desaparición en 1898. Almela i Vives castigaba con la siguiente perla a un autorizadísimo escritor valenciano sobre la incompleta investigación histórica del paradero de las mismas “Quienes a fondo o de pasada hablan del trofeo, ni siquiera aluden a esta evidente desaparición“   refiriéndose claro está a la primera espuela. 

La segunda pista nos conduce al incendio ocurrido en 1469 durante la celebración de Pentecostés, quedando reducido en un mar de cenizas el altar mayor de la Catedral, refugio de las espuelas reales, pudiendo haber sido fundidas por el sentido calor de las llamas del fuego. Me hago la misma pregunta que se realizaron los señores Casañ y Blay, encargados del peritaje de la segunda y viva espuela hasta 1898 siguiendo los apuntes de Teodoro Llorente. La espuela parecía estar trabajada en bronce conservando las huellas de su antiguo dorado y resultando ser de escuela italiana datada en el siglo XV ¿Perecieron las dos espuelas en el calor de las llamas? ¿Se salvó una de ellas?  Feliz Sant Donís, continuará…..