Proyectos como Multi Love y Ampelt sirven de nutriente para hacer crecer convicciones propias, con el comercio histórico y la agricultura como emblemas
VALÈNCIA. Hay muchas maneras de estampar la identidad propia, de generar reivindicación y de elevar a idea fuerza lo que aparentemente solo es un diseño hermoso. Y la camiseta, tirando del hilo de tender, es uno de los soportes más eficaces. En los parlamentos bien lo saben.
Enric Alepuz es diseñador, músico e ideador. Es habitual verlo en multitud de conciertos amotinado con su batería. Pero también como la persona sin rostro detrás de multitud de diseños que, reinterpretando a Jane Jacobs, reproducen ideas nuevas a partir de conceptos antiguos. Mientras, Ana, Andrés y María Marzal son tres hermanos de Almussafes acostumbrados a que sus campos de naranjos sean hábitat transgeneracional. Ana es filóloga, Andrés es ingeniero doctorándose en citricultura y María estudia en el instituto.
Mientras que Alepuz se envolvió de la marca Multi Love para expresar las profundidades de tantas referencias gráficas a las que de alguna manera quería rendirle homenaje, con la construcción de lugares que aunque no existieron son bien reconocibles (se non è vero, è ben trovato). Por su parte, los Marzal decidieron en plena congoja pandémica desarrollar Ampelt, su asidero para plasmar la herencia genética de sus abuelos y sus padres en relación al campo, a través del diseño.
En sus catálogos es común encontrarse con guiños ancestrales a Pescadería Amparín, Orxateria La Moreneta, Helados Conchín o el Forn de Pa Ca Maruja (en el caso de Multi Love) o un surtido de naranjos, racimos del Vinalopó o arroz, en el caso de Ampelt.
Además de hacer frente a la homogeneización rampante, sus diseños irrumpen como lazos de sangre. En una conexión emocional con aquellos hombres y mujeres que construyeron compromisos eternos detrás del mostrador, o con un vínculo práctico que hace que al adquirir una camiseta de Ampelt recibas un código con tu naranjo apadrinado y, en el momento de la recolección, sus naranjas sean tuyas.
“Todos reconocemos estos diseños porque forman parte de nuestro imaginario. Pero lo bonito es que esa estética sigue viva. Yo solamente la pongo en valor o la llevo al campo de la moda”, contesta Enric Alepuz a cualquier hora desde cualquier ciudad norteña al acabar un concierto. “Los diseños son de sitios o cosas que no existen. Juego a que parezcan reales, ya que los nombres, colores y dibujos son muy comunes. Intento que las camisetas parezcan merchandise de una tienda de las que ya iba tu abuela. Siempre cuelo nombres propios a los que le tengo cariño, una tienda que ya cerró…”.
“Nuestra primera colección de camisetas hace referencia a los principales cultivos con Denominación de Origen valenciana”, proponen desde Ampelt. “Elegimos el Arroz, ya que se encuentra en el día a día de los valencianos, desde que se planta en l'Albufera hasta que llega a nuestros platos más típicos. También optamos por el Moscatell, por su peculiar forma de cultivo, ya que se embolsa directamente en las cepas durante su maduración y forma parte de la misteleta. Finalmente, aunque no tiene denominación de origen, queríamos reivindicar la importancia de la naranja y la mandarina, creando un nuevo concepto: la denominación de origen ‘naranja de València, de una forma más reivindicativa e idealista. Para ello, elegimos la imagen del Taronger”.
Esa simbología que bebe del contexto más cercano (comercios históricos y legado agrícola) se asemeja a una convivencia natural donde asideros tradicionales son vistos con atracción. Más allá de tomarlos como un sustitutivo souvenir de las actividades a las que honran, más bien son la señal de cómo pueden construirse idearios nuevos basados en un legado sustantivo. “Yo me he criado entre Montesa, la Font de la Figuera, Almussafes y Benifaió, pueblos con muchos comercios de este tipo y creo que los diseños te transportan a momentos en que has estado en alguna tienda de éstas.
"Mi pasión junta los diseños, rótulos o logos de estos sitios con el sitio en sí”, remarca Alepuz, de Multi Love.
Extendiendo la misma cuestión, desde Ampelt analizan el momento: “Creemos que actualmente la sociedad valenciana ha empezado a despertar, valorando los cultivos de aquí, apostando por una mayor sostenibilidad y productos de kilómetro cero. Además, creemos que la sociedad sabe que detrás de estos cultivos existe una gran cultura que se transmite de generación en generación y nosotros queremos luchar para que ésta no desaparezca. Pretendemos “empeltar” a través de la moda, toda la tradición valenciana con la que hemos crecido en esta sociedad moderna”.
En ese juego de espejos entre realidad y ficción, a Alepuz le acaban llegando signos que demostrarían que sus comercios inventados no lo son tanto: “Me escribió una chica muy contenta porque su abuela era pescadera y se llamaba Amparín y otra que reconoció un guiño que hice a una tienda a la cual iba a comprar de pequeño, hace más de veinte años que cerró. La chica era la nieta de Lolín, que regentaba la Droguería Lolín”.
Para Ana, Andrés y María, su ‘hermandad’ es un mecanismo con el que persuadir: “Somos una familia de tradición agrícola. Nuestros recuerdos de cuando éramos pequeños e íbamos con nuestro iaio al camp es ver los campos verdes llenos de vida. Ahora, lo único que vemos los sábados cuando vamos, son hanegadas de naranjos secos y abandonados. Por ello con cada camiseta se apadrina un naranjo, para aportar nuestro granito de arena y que esta imagen no se convierta en la norma”.
Proyectos como los suyos sirven de nutriente para hacer crecer convicciones. Recoger la cosecha y pasar al mostrador a por ella ya es otra historia, depende de qué se hace cuando nos ponemos la camiseta.