Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. El pasado mes de julio la librería Ramon Llull de València fue reconocida con el Premio Boixareu Ginesta al librero del año, una condecoración que otorga la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) con motivo de la Feria Internacional del Libro (Liber) que en esta ocasión tendrá lugar del 5 al 7 de octubre en Barcelona. Esto, que es un párrafo de información sin alma, extraído de una nota de prensa, se puede obviar. “Almudena, Paco. No vengo a llevarme nada, solo quería daros la enhorabuena”. Un cliente de unos sesenta años, entra y sale corriendo, como si tuviera el coche en segunda fila. Pero en esta calle de este barrio, El Carmen, no hay coches mal aparcados. Prácticamente solo hay furgonetas de reparto.
“Estamos muy felices, ha sido una sorpresa enorme, la alegría de un premio que da el sector editorial para mí es lo más. Es un premio al que tú no optas. No lo sabes hasta que no te dan. No teníamos en mente que nos lo pudieran conceder. Toda la reacción de la gente vinculada a la librería ha sido preciosa. Es un premio repartido entre todas las personas que tienen que ver con la librería”, explica Almudena Amador, propietaria de la librería. “El barrio nos acogió desde el primer día, cuando vieron obras dijeron ‘otro bar no’. Cuando abrimos les dio mucha alegría. A mí el barrio del Carmen me pareció delicioso”.
En el comunicado, la FGEE explica la elección de la librería ganadora por “el prestigio de esta librería en su ámbito territorial de actuación y su importante labor cultural, acogiendo en su sede numerosos actos con autores y editores literarios”. Almudena explica que “es verdad que trabajamos mucho con editores, les proponemos muchas actividades. Soy muy pesada. Pensaba que me iban a mandar al carajo, y nos han dado un premio”.
Antes de la ubicación actual de Ramon Llull, en la calle Corona, Almudena trabajó en la librería Punto y Coma situada enfrente del campus de Tarongers. “Entre a trabajar una campaña y me quedé cuatro años, pero era un trabajo completamente alimenticio, una cosa temporal para seguir estudiando Derecho. Al jubilarse los dueños, Almudena propuso a los dueños comprar la librería. “Gaspar Lasso, el dueño, que es como mi padre librero, me enseñó el oficio. La librería era muy jurídica y la orienté hacia lo cultural. Ahí, en la calle Ramon Llull, ya no tenía tanto sentido estar. Aunque vino Chirbes y Almudena Grande, y vino gente porque eran ellos, la librería estaba un lugar muy alejado. Tenía claro que ese modelo de librería si lo llevaba a un sitio más accesible iba a ir mejor. Paco empezó a ayudarme y todo comenzó a ir mejor”.
Cuando Almudena estaba a punto de firmar el contrato de alquiler para un local situado en Cánovas, apareció, como por casualidad, el bajo actual. “Había sido la peluquería Mundo Peludo. Nos pareció una belleza de local, daba para todo. Cambiamos de idea y la obra fue mínima. Aprovechamos para hacer cambios de fondo, Paco se pegó un curro titánico con las estanterías, pero todo es así en la librería, titánico.
Un estudio presentado este año durante el XXV Congreso de las Librerías, señala que algunos libreros pueden enfrentarse a casi 15.000 novedades editoriales al año. ¿Cómo se digiere y se selecciona entre tanta cantidad de títulos? “Nos fiamos mucho del criterio editorial, pero es imposible llegar a todo. Tendría que tener otra vida para leer lo que me interesa a mí y a la librería”. Hay cierta turbidez en esto de que ocio y negocio sean lo mismo. “Leemos menos de lo que deberíamos. Hemos intentado hacernos un horario dentro de la hora del trabajo, pero es imposible porque somos dos y al final nos sobrepasan las tareas. Paco (Francisco Benedito, el otro rostro y cerebro de la librería) lee sobre todo ensayo, pero va a buen ritmo y eso que algunos son muy sesudos. Igual lee tres o cuatro al mes. Yo intento mínimo un libro a la semana, pero debería ser el triple para llevar el ritmo. El fin de semana, cuando libramos, lo dedicamos íntegramente a leer, nuestro ocio está totalmente vinculado a la lectura”.
Luna Miguel en Leer mata, un ensayo publicado por La Caja Books, habla de una lectura bulímica, que no saborea sino deglute, sin placer. “Alguna lectura por el simple placer de leer hay, pero es una cosa muy perversa, porque si estoy leyendo algo que no va a ser para la librería, me siento culpable. Siento que estoy perdiendo el tiempo porque debería estar leyendo, no sé, ensayos para el ciclo de filosofía”.
“Las editoriales te mandan muchas novelas de gente joven que saca novelas en editoriales independientes, y lo disfruto muchísimo, pero pienso ¿y cuándo voy a leer Resurrección de Tolstói? Da ansiedad ver la pila de lo que te gustaría leer, y eso hay que romperlo, porque la lectura tiene ese abrir como un hueco en el tiempo. Pararlo todo, concentrarte. La soledad compartida con el libro es muy gozosa. Leer es una labor de introspección, hacerla con calma es poder darte el lujo de que la lectura te lleve a un recuerdo”.
“Wow, ese tema. No todos pensamos igual. Me parece muy fuerte que el autor cobre un 10 % y el librero un 30 %, lo que pasa en el universo del libro todo el mundo se queja porque no le da. El 30 % para el librero, aunque me da vergüenza respecto al 10 %, es una miseria porque tiene que gestionar un aparataje para que exista la librería. Los salarios son bajos, los autónomos sufrimos mogollón. Tampoco digo yo el diez y los autores el treinta, porque las librerías no existiríamos. Luego está el distribuidor, que se lleva muchísimo de la editorial. Y la editorial se queja también. Es un equilibrio complicado y no tengo la solución. Los distribuidores también han ido cambiando, antes eran bastante desastrosos, nos ralentizaban el trabajo, ahora se han puesto las pilas, entonces su porcentaje no les correspondía.
En el ensayo de Jorge Carrión
Contra Amazon (Galaxia Gutemberg), el escritor defiende lo humano y —y la humanidad— que hay en las librerías físicas frente al algoritmo polarizador de opiniones de las plataformas digitales. En el manifiesto publicado en Jot Down, Carrión escribe: “Amazon ha eliminado progresivamente el factor humano. Durante los primeros años contó con redactores que escribían reseñas de los libros en venta; ahora ni siquiera hay mediación en el procedimiento de maquetar y subir a la red un libro autoeditado. Ha robotizado la cadena de distribución y pretende que los consumidores actuemos del mismo modo.
Pero no.
Porque para nosotros un libro es un libro es un libro.
Y su lectura —atención y regalo— es un rito, el eco del eco del eco de lo que fue sagrado”.
“Para las librerías es un lujo tener a Carrión como aliado. Tenemos que trabajar por dos lados: ser tan eficaces como Amazon y creo que estamos capacitados. Puede que Amazon haga un 5 % de descuento, el tema de gastos de envío es otro capítulo, pero en principio puedes conseguirlo en una librería por el mismo precio y tiempo. Lo segundo, es toda la vida que sucede dentro de una librería. Los clubs de lectura, las presentaciones, los ciclos… todo ese encuentro presencial es insustituible. Por eso tengo fe en que las librerías quedarán. Es un lugar de relaciones a partir de libros, pero que tiene todo un mundo de dimensión humana y afectiva. No hay nada más chulo que encontrarte con gente, charlar y compartir intereses. Las librerías tienen esa tolerancia que las redes no. En las librerías somos capaces de discutir temas, no estar de acuerdo y que no sea un drama. Tengo la idea de que las librerías perduraran, las grandes cadenas impersonales lo dudo un poco. Quizás soy una flipada, pero creo que tenemos algo que no puede ser sustituído.
Mientras conversamos, entra un email en el ordenador que está oculto entre cajas de libros —son días de cambio de fondo. Toca limpiar, cambiar la distribución de los libros, volver a imaginar la distribución de la librería—. El correo confirma que ya se pueden comunicar dos de las presentaciones que tendrán lugar en la librería el próximo curso: Leonardo Padura y Enrique-Vila Matas.
Otro cliente entra a felicitar a Paco y Almudena.
Este viernes el editor valenciano Tomás March acude a la librería asociativa Praxis para charlar sobre Septimomiau y Taberna de Cimbeles, sus dos editoriales que dejan testimonio de la “efervescencia cultural” de la València de principios de los años ochenta
El próximo jueves 26 de octubre abre sus puertas Vuelo de Palabras, una librería situada en la Avenida Giorgeta 22 que presume de contar "con un gran espacio" para acoger a todo tipo de lectores