"Hay un exceso de masculinidad que se nos ha impuesto durante toda la historia, y en nuestro partido ha ocurrido lo mismo. Pero tenemos la oportunidad de cambiarlo"
Diariamente los hombres denuncian con virulencia diversas injusticias sociales, pero se muestran indulgentes e incluso comprensivos cuando de la dominación machista se trata. Nunca es urgente, siempre es secundario y también se vive igual en Podemos, siempre hay cosas más importantes porque la desigualdad es una construcción cultural reforzada con el tiempo y defendida cuando se intenta cuestionar.
Predicando con el ejemplo, nuestra formación debería ser un reflejo de la sociedad a la que aspiramos, con equilibrios en todos los espacios y donde tengamos esa organización justa e igualitaria y que no solo se reivindique el feminismo cuando hay campañas o quedándose solo en eslóganes o marketing; el feminismo es una cuestión más que seria, de gran calado y de futuro.
Hay un exceso de masculinidad que se nos ha impuesto durante toda la historia, y en nuestro partido ha ocurrido lo mismo. Pero tenemos la oportunidad de cambiarlo y mejorarlo con liderazgos corresponsables, colectivos y paritarios, donde los protagonismos se compartan para trasformar este país y convertirlo en un lugar mejor. Los hombres deben ser aliados en despatriarcalizar Podemos y en construir un lugar más amable, más democrático, lleno de cuidados y afectos, asegurándonos estar más cerca de conseguir nuestros objetivos dentro y fuera.
Sobre las mujeres, ahora que otras consiguieron que, al menos, las listas electorales reflejen en cierta forma la sociedad a través de la exigencia del equilibrio de sexos, recaen los mensajes de “es que no hay” cuando exigimos paridad y representación en todos los ámbitos. Más aún, cuando intentamos explicar cuáles son los machismos normalizados e invisibilizados que arrastramos y que inundan los espacios políticos. Muy bien explicó Elena Simón en las propias Cortes Valencianas, que los micromachismos no son micro por doler menos, sino por verse y detectarse con mayor dificultad.
Cuando una mujer da el paso de visibilizarlos, hiere. Le duele a ella porque nunca ha sido construida como sujeto activo, y sí como objeto, sin aparecer con la misma igualdad en los libros de historia, en los consejos de administración de las grandes empresas y en las altas esferas de la política: hace falta mucha valentía como para denunciarlos. Y le duele a él porque, habiendo ocupado justamente el lugar de los sujetos activos, los que saben y presiden, se encuentra no solamente ante una compañera que cuestiona los privilegios de una estructura que lo ha situado a él como preferente, sino que además tiene delante a una mujer que es capaz de ver algo que él no: se debe uno haber deconstruído profundamente para aceptar que una mujer, ese sujeto siempre subordinado, sea capaz de ver —y entender— algo de lo que él es incapaz.
A menudo frente ello, entran en juego las ramificaciones del patriarcado, esa estructura que durante siglos se ha sabido situar en todos los campos para que, siempre, las reivindicaciones feministas parezcan histéricas, ególatras y sin sentido. “Es que en economía se hace así; es que en periodismo se hace así; es que en arquitectura se hace así”. Es que. Como si todas esas ciencias no estuviesen dominadas, expuestas y aprendidas, desde la mirada masculina dominante. Como si los departamentos y unidades de género de las propias universidades no llevasen tiempo reclamando la inclusión de la perspectiva de género en todos esos estudios, y futuros oficios.
Podemos nació para transformar, y para ello nunca pretendió empezar a hacerlo cuando llegase a las instituciones y a través de las políticas que impulsaría. Podemos es, y debe continuar siendo, otra forma de actuar. Podemos tiene sobre los hombros la responsabilidad de continuar siendo en sí mismo una transformación.
No se puede esperar más, ha habido grandes avances desde su nacimiento y quizás Podemos sea la organización más feminista (o menos machista) que hay en el estado español, pero nos queda mucho para que sea la organización de la cual sentirnos orgullosas y orgullosas: para empezar, el mostrar públicamente que somos una organización de ese calado. Queremos formar parte de ese partido con el que siempre habíamos soñado y este es el momento de construirlo entre todas las personas que lo integramos. De igual a igual.
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Cristina Cabedo es diputada autonómica de Podemos en Les Corts y José Vicente Bustamante es secretario general de Podemos en Elche