De trabajar de acomodador en un cine de Benimàmet a realizar 110 cortos de animación entre 1941 y 1959
VALÈNCIA (EP). Un proyecto de la Universitat Politècnica de València busca recuperar el legado de Joaquín Pérez Arroyo, un pionero de la animación valenciana que pasó de trabajar de acomodador en un cine de Benimàmet a realizar 110 cortos de animación entre 1941 y 1959, principalmente para empresas jugueteras.
"Este cordobés nacido en Lucena en 1895 fue un apasionado del arte en todos sus formatos. Visitó Valencia para realizar el servicio militar; aquí conoció a Teresa Maset, que se convertiría en su esposa, y aquí se instaló para siempre. La Guerra Civil le llevó a trabajar de acomodador en el cine de Benimàmet, en busca de la supervivencia económica, al tiempo que pintaba abanicos para las milicianas", ha explicado la institución académica en un comunicado.
Terminado el conflicto bélico, y sin formación profesional conocida, Pérez Arroyo inició, a sus 46 años, una andadura autodidacta en el mundo del cine de animación que fue el inicio, en un estudio familiar y prácticamente desconectado de las corrientes catalana y madrileña de la época, de un patrimonio cinematográfico sensacional, en la Edad de Oro de la animación española.
Casi 80 años después, el investigador y profesor del Departamento de Comunicación Audiovisual, Documentación e Historia del Arte (DCADHA) de la Universitat Politècnica de València (UPV), Raúl González Monaj, trabaja por recuperar este legado.
Gracias a la labor de Monaj, a la coordinación de la Filmoteca de Valencia, y a la colaboración las filmotecas española, catalana y navarra, y el Museo del Juguete de Ibi, el proyecto de investigación iniciado en 2017 ha recuperado ya 70 de los más de 110 títulos de su filmografía.
Esta recopilación ha sido incluida por el Instituto de Ciencias Cinematográficas (ICAA) en el catálogo New Spanish Films/Films from our archive que ha presentado para el actual Marché du film, una de las actividades paralelas del Festival de Cannes.
Pionero y precursor, Pérez Arroyo realizó entre 1941 y 1959 una copiosa producción de cortometrajes de animación para las firmas valencianas Juguetes Payá e Industrias Saludes, que se convirtieron, de su mano, en productoras cinematográficas y fabricantes de proyectores de juguete. Diseñó y patentó seis modelos diferentes de estos proyectores de juguete y dibujó un centenar de películas de proyección doméstica. Fue un precursor autodidacta que se avanzó a la animación televisiva.
Además, Pérez Arroyo produjo siete cortos de animación en 35 mm para la Compañía Industrial de Film Español S.A, la conocida CIFESA, la productora más importante del cine español de la época, que giraban en torno a un personaje llamado Quinito. Y trabajó para Publicidad Levante y su propia firma, PASSA.
Desde 2012, Raúl González Monaj ha estado interesado en la obra del animador cordobés afincado en València. Monaj accedió al material gracias a la familia de Pérez Arroyo, encontró películas originales en rastros, compró algunas por Internet y recibió la colaboración desinteresada de varios propietarios. Algunos de los cortos de animación localizados estaban muy deteriorados y el trabajo de la filmoteca ha sido muy laborioso.
Fruto de esta investigación es la web del proyecto, donde se explica que "Pérez Arroyo empleó recursos y detalles propios de la animación de calidad, como movimientos de cámara (panorámicas, travelling, traks, etc), fondos animados, sombras arrojadas, efectos multiplano de varios niveles, barridos e incluso efectos especiales animados".
El 28 de octubre, Día Mundial de la Animación, está previsto el estreno del documental titulado Pérez Arroyo: alma de animador, una producción de Admirable Films, con el apoyo del IVC-Instituto Valenciano del Audiovisual.
Su legado, hasta ahora prácticamente desconocido, sale a la luz para descubrir la labor de un adelantado a su tiempo y, sin duda, referencia ineludible valenciana en la Edad de Oro de la animación española.