El dramaturgo Marc Rosich también estará presente en València con el musical que supone la despedida de Dagoll Dagom tras 49 años de trayectoria, La alegria que passa
VALÈNCIA. La película favorita del director de escena catalán Marc Rosich es Amarcord (1973) y la segunda en preferencia, Las noches de Cabiria (1957). Las dos premiadas con el Óscar a la mejor película extranjera, las dos dirigidas por Federico Fellini y a medio camino entre la belleza y lo grotesco, la Italia pintoresca y la poesía cotidiana. Así que fue todo oídos cuando sus amigos Rafa Cruz y Gretel Stuyck le propusieron hacer una adaptación de su medalla de plata en la idiosincrasia de las Fallas.
"La mirada excesiva y el barroquismo de Fellini casan a la perfección con esta gran mascarada y esta cosa extrema de la València festiva", valora Rosich, que firma la dramaturgia de Les nits de Salustiana, programada en su versión en valenciano del 10 al 19 de noviembre en La Màquina.
Si la historia original cuenta la vida de una trabajadora sexual que ejerce en uno de los barrios más pobres de Roma, en esta recreación, su protagonista frecuenta una rotonda de Nazaret. Como el personaje de Giulietta Masina, el de Stuyck sueña con encontrar el amor verdadero, pero cada una de sus parejas ha terminado humillándola, sin robarle, eso sí, la esperanza.
El sueño de Salustiana es ser fallera mayor. Es un anhelo que le viene de un trauma infantil. De ahí que vista con una versión mini del vestido de las fiestas josefinas. El nombre con el que se la conoce es el de una variedad de naranja prácticamente desaparecida, que aporta dulzura y amargura a la acidez.
"Buscábamos un cítrico de segunda, que no te comerías como postre, porque los hombres que se aprovechan de Salustiana quieren sacarle el jugo. La obra es una crítica a esos abusos, pero también un homenaje a estos seres con afán de superación, lo que la conecta a Tennessee Williams por la ensoñación de la que se sirve para alejarse de su realidad atroz a través de la fantasía", explica Rosich, quien asegura haber practicado una "escritura turista" para la que se ha apoyado en la actriz, quien lo ha instruido en los tópicos de la valencianía.
A los clichés, el dramaturgo les ha incorporado un dramatismo que se conjuga con lo más banal "y una mirada macarrita". Ese "juegos reunidos" de contrastes se extiende a los temas que interpreta la charanga, donde los pasodobles falleros se alternan con "músicas mamarrachas" de Julio Iglesias y Camilo Sesto con instrumentos de viento.
Rosich, no obstante, ya tenía experiencia en "los excesos de la terreta". El creador ha firmado dos versiones de Tirant lo Blanc, la dirigida por Calixto Bieito y la ópera Diàlegs de Tirant e Carmesina, y había trabajado junto a Carles Santos en una adaptación de El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca.
También sumaba varios trajes teatrales hechos para Gretel a medida. "Ella es un instrumento perfecto para mis palabras, porque entiende perfectamente mi mundo, mi mala leche y mi ironía, y con su instinto le saca el máximo partido", alaba de su actriz y amiga, a la que conoció en 2006 cuando ambos trabajaron con la compañía de Alicante Jácara Teatro en su obra Duty Free.
Del 17 al 19 de noviembre, el Teatre Principal también acoge su trabajo para Dagoll Dagom L'alegria que passa, en la que se ha encargado del texto y la dirección de escena. En la pieza también ha hecho de sastre escénico para sus protagonistas, Mariona Castillo y Àngels Gonyalons, «la diva del teatro en Barcelona».
Su trabajo supone la despedida de los escenarios de la compañía fundada en 1974 y acaba de arrasar en la segunda edición de los Premios Teatre Musical de Catalunya con seis galardones, a mejor espectáculo de gran formato, dirección escénica, coreografía, libreto e intérpretes en un rol femenino protagonista y de reparto.
La obra de Santiago Rusiñol en la que se inspira era breve, así que han mantenido la esencias las réplicas, pero la trama y los personajes han recibido un tratamiento musical y se han nutrido de la prosa de otros textos del autor.
Como en Les nits de Salustiana, en L'alegria que passa Rosich también ha trabajado mano a mano con otros dos profesionales: el compositor Andreu Gallén y la coreógrafa Ariadna Peya, para trasladar un clásico de la literatura catalana a la contemporaneidad. También coincide con el estreno de La Màquina en la existencia en la trama de una mujer que sufre abusos. En este caso se trata de la gran estrella de un grupo de artistas ambulantes que afronta el maltrato de su agresivo representante, pues la cree de su propiedad.
Rosich encuentra paralelismos entre ambas obras: "Hay algo de tono melancólico que traspasa las dos piezas. Me encanta que coincidan, porque comparten vasos comunicantes".