El asunto del Nou Mestalla se ha convertido en un mastodóntico puzle de cristal -más que de hormigón, vista su fragilidad- repleto de espinas, cuyas piezas nadie ha sido capaz de recomponer hasta la fecha.
La complejidad del asunto resulta innegable y encarna perfectamente ese dicho popular que dice: "De aquellos polvos estos lodos". Todos recordamos aquel proceso de venta del paquete accionarial mayoritario del Valencia CF, que poseía la Fundación. Un proceso de venta en el que lamentablemente no se exigieron las garantías suficientes para que el nuevo máximo accionista cumpliera con los compromisos que a priori se habían catalogado como "innegociables". Entre ellos, acabar el Nou Mestalla para el centenario en 2019.
Luego, todos conocemos la historia reciente: caducidad de la ATE y bloqueo absoluto en la finalización del Nou Mestalla, todo ello condimentado con una absoluta opacidad de las instituciones que incluso me ha obligado a ir al Consell de Transparencia. Y mientras tanto, el Valencia CF luchando por la permanencia.
Pero volvemos al Nou Mestalla, ese bloque de hormigón que lleva 14 años en Corts Valencianes y que, a este paso, cumplirá la mayoría de edad sin haber cantado un solo gol. Una parálisis que está ocasionando una crisis reputacional que como valenciano me entristece. ¿Por qué los turistas se tienen que sacar una foto en un esqueleto que hoy debería ser un estadio cinco estrellas? ¿Por qué tiene que deslucir eso las dos icónicas torres de acceso a la ciudad? ¿Qué piensan los visitantes del Palacio de Congresos cuando pasan por ese camino, que también es el mismo que lleva a Feria Valencia?
Ante esto, como el empresario que fui y el representante público que ahora soy, tengo la obligación de trabajar en alternativas. Especialmente viendo la poca voluntad de los interlocutores dentro del club. Y la solución tiene que tomarse con mentalidad empresarial, pensando siempre en el bien de mi ciudad.
14 años han pasado desde la paralización de las obras, y si nadie viene con una solución mejor, creo que ha llegado el momento de explorar nuevas vías. Para acabar el estadio y para hacer realidad el polideportivo de Benicalap.
Lo que propongo, si los ciudadanos me colocan en posición de asumir funciones de gobierno, es de entrada municipalizar el estadio. A partir de ahí, ejecutar las obras y, una vez acabado el Nou Mestalla, arrendárselo al club a cambio de un canon con el que se recuperaría de sobra el dinero invertido. Un dinero que al final servirá para revertir el estadio con el último plazo, si es que el Valencia CF cumple religiosamente con sus funciones.
En pocas palabras, cuando el Valencia CF salde su deuda con los valencianos, recuperará la propiedad del Nou Mestalla, pues no quiero que el club pierda parte de un patrimonio que sé que es sumamente importante para los valencianistas. Pero lo que sí que quiero es desencallar esta situación, y para eso necesito garantías.
Por eso, insisto en que la titularidad municipal del Nou Mestalla tiene que ser solo temporal, para acabar volviendo luego al valencianismo.
No estoy hablando de un rescate, como muchos pretenden hacer ver. Ni tampoco voy a tolerar que el Ayuntamiento de Valencia pierda dinero. Se trata de acordar con el Valencia CF una especie de sale and leaseback para desbloquear el problema.
Pongo un ejemplo: imaginen que un nuevo rico del año 2007, cegado por el confeti, decide construirse un chalet de un millón de euros. A medida que avanza la obra, con 600.000 euros invertidos, no puede o no quiere continuar, y se deja el esqueleto por acabar.
Pues esto es lo mismo: lo que yo propongo, si es que a Lim le da la gana, es quedarme con el chalet -en el que el club ya ha invertido unos 221 millones de euros entre lo construido y los terrenos permutados- y acabarlo. Luego se lo alquilo hasta que me pague el dinero que yo he puesto, y entonces se lo devuelvo. Es simple.
Soy plenamente consciente de las aristas del plan, las cuales, lógicamente, habría que trabajar. Y también soy consciente, por supuesto, de que esto no es una solución inminente. Por eso prometo, desde la absoluta humildad, que si antes llega una solución mejor, la apoyaremos. Porque yo lo que quiero es el bien de Valencia y del valencianismo.
Y si el Valencia CF no está por la labor de alcanzar una solución negociada con celeridad -ya sea la que Gómez maneja con absoluto oscurantismo o la mía- veo interesante explotar otras propuestas que se vienen planteando desde la sociedad civil, como las autorizadas voces de Juan Martín Queralt o Pablo Delgado.
No me cierro a nada, pero creo, honestamente, que mi deber como servidor público es ayudar a la búsqueda de soluciones, por difíciles que puedan parecen en la práctica. Y siempre, por supuesto, siendo implacable desde la legalidad. Porque mi anhelo -y aquí hablo como valencianista- es que el máximo accionista cumpla o se marche. O mejor aún, que cumpla y se marche.
Fernando Giner es portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de València