MADRID, (EP). La asociación VSF Justicia Alimentaria Global y diversas organizaciones sociales y profesionales reclaman a través de su campaña 'Dame Veneno' que el Gobierno lleve a cabo una reforma completa de la política fiscal de los alimentos para que el IVA esté condicionado por el impacto que tienen sobre la salud y sea superreducido o cero en el caso de la comida sana.
En un informe presentado hace unos meses esta entidad denunciaba que el 70 por ciento de la dieta de los españoles se basa en productos procesados porque, en parte, hasta el 44 por ciento de los ciudadanos no pueden seguir una alimentación saludable como consecuencia de su elevado coste. "Desde hace tiempo existe una brecha alimentaria que se ha acentuado con la crisis económica, porque resulta más barato un alimento procesado que uno natural", según ha destacado el director de VSF, Javier Guzman, que cree que bajar el IVA de los productos más saludables y subir el de los insanos podría ayudar a cambiar los hábitos de consumo de la población.
Actualmente los alimentos en España tiene dos tipos de IVA, del 10 o el 4 por ciento, que se aplica fundamentalmente a pan, harina, leche, quesos, huevos, frutas, verduras, hortalizas o legumbres, entre otros. El problema, según ha resaltado este experto, es que el gravamen aplicado viene regulado únicamente por las definiciones que el Código Alimentario hace de los llamados alimentos básicos, mientras que la mayoría de países europeos diferencian los impuestos en función de su perfil nutricional.
Así, en Portugal los frutos secos y las grasas y aceites tributan al 23 por ciento, al igual que los aperitivos y los refrescos, que en Irlanda o Reino Unido tributan al 20-21 por ciento cuando el IVA del resto de alimentos es del 0 por ciento.
"No se trata de hacer un debate de Hacienda, sino sanitario", según Guzmán, que celebra la decisión de Cataluña de aplicar un impuesto específico para las bebidas azucaradas y que el Gobierno central también haya barajado una medida similar, cuyo objetivo no debe ser recaudatorio, según aclara.
No obstante, ha advertido, para que realmente repercuta en el consumo la comida insana debería tener un IVA de más de un 20 por ciento, que se obligue a que esta subida repercuta únicamente en el precio y que lo recaudado vaya dirigido a políticas de salud pública y combatir las desigualdades en el acceso a la alimentación saludable.
Junto a esta medida, a través de su campaña también proponen un control efectivo de la publicidad alimentaria y un etiquetado obligatorio que permita diferenciar claramente los alimentos que pueden considerarse insanos.