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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Una ruta por lo incomprensible: el patrimonio valenciano en punto muerto

kafkiano, kafkiana:

1. De Franz Kafka (escritor checo, 1883-1924) o relacionado con él o con su obra.

2. Que tiene el carácter trágicamente absurdo de las situaciones descritas por este escritor en sus obras.

"ha sido un recorrido kafkiano de trámites e incomprensiones”

14/05/2017 - 

VALÈNCIA. Recuerdo hace bastantes años que un amigo recién llegado de visitar a un familiar suyo en Holanda me dijo “es que aquel es un país que ya está terminado. Ahora sólo tienen que cuidarlo”. El nuestro no está, precisamente, en el mismo caso (y más con el imparable abandono de pueblos y patrimonio rural, un grave asunto del que poca gente habla), y concretamente nuestra ciudad, en la que se han hecho muchas buenas cosas, hay que decirlo, pero todavía queda tarea por hacer. De entre las que queda por abordar, algunas, podríamos afirmar que rozan lo inexplicable. Este es un recorrido por esas situaciones que más allá de lamentar que se estén produciendo, nos conducen a la perplejidad. Posiblemente dirán los implicados y leeremos periódicamente en los medios que hay planes, previsiones, dotaciones, proyectos a punto de salir a la luz, pero yo a estas alturas ya me he perdido, quizás porque mi lado escéptico está ganando la batalla. Lo que sé es que hemos llegado al día de hoy y estas extrañas situaciones permanecen ahí.

Calle del Salvador, una valla junto a una torre románica

Bien, todos sabemos que el centro histórico de Valencia es de los más grandes de España, pero también que es uno de los que dispone de más solares dejando crecer en su interior toda clase de especies arbóreas, esperado un uso racional del espacio ya sea privado o público. Luego dicen que el, escaso, espacio en el centro de las grandes ciudades es oro puro. La lista es interminable pero puestos a elegir existen dos cuya situación entrarían dentro del concepto de Kafkiano. Lo surrealista del solar de la calle del Salvador es que, al contrario de otras situaciones, que vienen lastradas por el tema financiero, aquí parece que no es así. La dotación existe, pero todavía no existe proyecto constructivo, según me dicen, lo que nos va a llevar, me temo, a una espera de varios años más. Mientras, los vecinos de las viviendas colindantes constituyeron una asociación para defender la construcción de una plaza pública. El desánimo empieza a cundir en las filas mientras los visitantes no alcanzan a entender qué es lo que sucede ahí dentro, tras la valla perimetral. Me comentaba uno de los vecinos que las visitas turísticas empiezan a incluir en la ruta este caso, como paradigma de lo incomprensible patrimonialmente hablando, ya que junto a un BIC como la iglesia del Salvador, con torre la única torre románica de la ciudad y los flamantes y lujosos edificios de Les Corts se haya esta zona cero del centro histórico y con ello unas sufridas fincas vecinales atrapadas en la desidia y la escasa sensibilidad, desde el año 1996, en que el derribo de una finca hace emerger los cimientos de una de las puertas romanas de acceso a la ciudad desde el río Turia.

El edificio del relojero, a la sombra del Miguelete

Caso único en España y buena parte de Europa: junto a la celebérrima torre de la catedral, el interrogante, la destrucción y el abandono. Paso por delante de este inexplicable lugar varias veces al día y lo he interiorizado de tal forma que cuando algún día alguien tenga la feliz idea de hacer algo coherente ahí (crucemos los dedos), lo echaré de menos. Ya no es únicamente el hueco solariego con la correspondiente valla de todo a cien, sino la inmensa medianera cual lienzo rasgado como una herida reciente. Quizás los visitantes primerizos de la ciudad piensen que el derribo del edificio que ahí había es algo reciente, pero la historia es otra muy distinta. El edificio que todavía permanece en pie, de forma milagrosa, se levantó en el siglo XVIII para albergar la casa de quien debía encargarse de cuidar del reloj de la ciudad situado a los pies del Micalet. En la planta baja se situaba el taller, y en las superiores la vivienda.

Colegio Mayor Luís Vives, quién lo ha visto y lo ve

Pensaba, quizás ingenuamente, que estas cosas ya no pasaban. Un edificio universitario, obra racionalista de Javier Goerlich Lleó, con una actividad cultural y residencial importante hace apenas unos años, ha caído en el desuso y ahora en el completo abandono hasta la ocupación ilegal. No está nada claro que existan los daños estructurales que se alegan, según la Fundación Goerlich, que vela por la difusión y protección del legado edilicio del arquitecto valenciano. 

Si hace diez años me fueran a decir que en una década este edificio emblemático iba a estar en estas condiciones no me lo habría creído. Catalogado internacionalmente por la Fundación Docomomo (encargada de la catalogación y protección de la arquitectura y urbanismo del Movimiento Moderno) y catalogado como Bien de Relevancia Local, por ser referente de la arquitectura racionalista de los años en España. 

Estación del Grao. La más antigua, la más abandonada

Podríamos dedicar el aria pucciniana de Manon Lescaut “Sola, perduta, abbandonata” a esta discreta pero elegante estación ferroviaria portuaria, construida en 1865, la más antigua que sigue en pie en España y la tercera que entró en servicio. Bien de Relevancia Local permanece en silencio paciente observando, resignada, como en la Marina de Valencia parece que las cosas se mueven. Se la adecentó exteriormente con un poco de maquillaje pero tras las puertas tapiadas habita un interior vacuo y oscuro. Algunos románticos esperamos que este futuro cercano que se vislumbra más alagueño para los Poblados Marítimos arrastre a este edificio histórico, y se le dé un uso ciudadano que lo dignifique. Quien quiera saber más, Carlos Garsán escribió un magnifico artículo sobre esta hermanita pobre.

Covetes de San Joan

No me extenderé puesto que hace unas semanas me hice eco del lamentable el estado de estos peculiares, históricos y muy populares habitáculos comerciales del siglo XVIII que se encuentran al pie de la imponente fachada de los Santos Juanes, a escasos metros de un monumento Patrimonio de la Humanidad como es la Lonja.

Otros edificios y lugares en situación poco edificante

Al igual que ese microrrelato de Monterroso que dice “cuando se despertó, el dinosaurio seguía allí”, algo parecido sucede con varios edificios entre la ruina y la unidad de cuidados intensivos, como ese magnífico conjunto arquitectónico recayente a la plaza de Brujas y a la calle Eixarchs, que componen una estampa más propia de los años setenta, en la que media Valencia estaba manga por hombro, junto con la fachada oeste de Los Santos Juanes con su espectacular rosetón del que de las grietas brota, en época de lluvias, toda clase de vegetación y que habría servido de inspiración de Piranessi, si el genio del grabado hubiese sido valenciano en lugar de romano. O esas dos fincas devastadas desde los años 80, que comparten escalones con la Lonja en su parte recayente a la plaza del Doctor Collado, por no hablar del, en su día cacareado Plan de la Muralla islámica, del que nos trae su recuerdo un conjunto laberíntico de solares en pleno corazón del barrio del Carmen. No me resisto a recordar esos dos palacios góticos, sí góticos, que, casualmente, fueron dos locales de ocio nocturno en sus postrimerías: la Marxa en la calle y Casa Vella en la Plaza del Carmen.

Personalmente, lo malo de todo esto es que quizás estoy bajo los efectos de una suerte de síndrome de Estocolmo, y la rutina me ha hecho ir asimilando esta especie de inamovilidad que aboca a un destino probablemente fatal de unos rincones cuyo estado, en su día, podían causarme más motivos para el puñetazo en la mesa, pero que con el tiempo esas cicatrices en la piedra, esos espacios vacíos de contenido me llevan a un encogimiento de hombros a lo sumo, esperando. ¿Será eso que llaman meninfotisme?

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