Una traba burocrática obliga al proyecto cultural La Mina a cambiar de sede

VALÈNCIA. El proyecto cultural de La Mina llegó hace poco más de un año a València para ser el refugio de la escena alternativa creativa de València. Ubicado en la calle Gutenberg, el proyecto tenía una doble vertiente como espacio de co-working y como contenedor cultural que ha acogido desde la presentación del cartel del festival La Cabina hasta la feria de libro de arte Recreo. Sin embargo, una traba burocrática ha provocado la paralización total de su actividad debido a que el Ayuntamiento de València ha denegado la licencia para las dos actividades previstas. Desde el departamento de Actividades entienden que el espacio forma parte del local adyacente que albergó durante casi dos décadas el Carme Teatre y el edificio cuenta con una protección especial.

La denegación de las dos actividades provocó la paralización de la agenda en noviembre y la clausura del coworking durante el primer trimestre del 2021, sin que haya aún una fecha a la vista para su posible reapertura. Desde La Mina, explican a este diario que ya han presentado alegaciones para demostrar que su espacio no forma parte de ese edificio protegido para poder volver a darle vida.

Un problema similar llevó al proyecto de Carme Teatre, que abandonó su local en la calle Gutenberg al no haber conseguido la licencia de actividades. En 2014 cerraron y un año después reabrieron en Gregori Gea, en el barrio de Tendetes.

Sin embargo, ni mucho menos es la intención de las responsables de La Mina que este proyecto corra la misma suerte. De hecho, desde San Juan y este fin de semana, han trasladado su agenda cultural en Sequer Lo Blanch, en Alboraia. El espacio irá acogiendo las diferentes propuestas que hagan desde la asociación para poder seguir teniendo vida a la vez que se va resolviendo el laberinto burocrático con València.

Desde el Ayuntamiento, están abiertos en desatascar el problema, pero dependerá de planos y proyectos. “La mejor manera de proteger el espacio es permitir que tenga vida, y la única vida posible es la de su uso cultural”, opina María Gras, una de las fundadoras del proyecto. Mientras mantienen el espacio, el proyecto intentará autogestionarse con la batería de actividades que vayan haciendo en Sequer Lo Blanch, una colaboración que parte de la necesidad, pero que se alargaría en el tiempo más allá -incluso- que el proceso actual.

La Mina se ha convertido, en los pocos meses de vida que ha tenido, en una de las referencias a tener en cuenta para dar a conocer la escena creativa emergente de València a través de eventos multidisciplinares, habitualmente centrados en las artes plásticas. La idea del proyecto nació en 2019: “Fue un día de verano a mediodía y al acceder al local lo que más nos impactó fue la luz que entraba a través de la terraza interior y el fresquito que hacía para ser agosto. A simple vista se ve todo lo que nos enamoró”. Aquello, como las cosas realmente productivas, pronto derivó en un grupo de whatsapp. ‘Llámalo equis’. Y así se llamó el espacio en nacimiento, un cobijo para profesionales entrecruzados: Espacio Equis. 

“Llegamos a ser 20 profesionales creativos pero en marzo de 2020, a consecuencia de la inestable situación económica y profesional de pequeños autónomos y freelance, nos encontramos con un increíble espacio vacío totalmente adaptado que no queremos perder después de tanto esfuerzo. Hemos decidido que la mejor forma de salvar nuestro local es abriendo sus puertas y compartiéndolo con la cultura valenciana que en estos momentos se encuentra paralizada por falta de fondos y/o recursos”, contaban las impulsoras a Vicent Molins en un reportaje para este diario.

En todo momento de su (hasta ahora) corta vida, prevalecieron los valores de dar a conocer nombres emergentes de la escena alternativa de manera accesible y gratuita en València. El tiempo y el laberinto burocrática intentará devolverle esa vida que pudo tener en 2020.