VALÈNCIA. No es que yo sea muy fan, pero reconozco que 'Los Simpsons' se han convertido en un referente de la televisión en los últimos 30 años. La serie de los entrañables personajes amarillos ha dejado para la leyenda urbana su fama de gurú de nuestro tiempo, con predicciones como la presidencia de Donald Trump, y algunas frases que, de repente, traspasan lo que es una serie de comedia y se transforman en reflexiones irónicas sobre la actualidad.
Todo este preámbulo sirve para introducir una de esas sentencias del cabeza de familia, Homer Simpson, un tipo sencillo pero iluminado de vez en cuando. No me acuerdo muy bien por qué motivo, soltó la siguiente frase: "Es muy fácil echarnos las culpas de las cosas, pero es más fácil echárselas a los demás". Amén.
Lo malo de las series de televisión no es disfrutarlas, sino creértelas. Y convertir sus conclusiones en principios de vida. En este sentido, creo que algunos partidos se han tomado demasiado en serio las palabras del patriarca Simpson y han transformado sus chascarrillos en su filosofía política. Es la única manera que explica las explicaciones peregrinas, las justificaciones insustanciales y las amenazas no tan veladas que diversos miembros del Gobierno se sacan de la manga cada vez que hay un estropicio. Que, por desgracia, cada vez es más frecuente.
No voy a volver al viejo lema de "los jueces son fascistas" cuando más de un centenar de agresores sexuales han visto reducidas sus penas o han sido excarcelados en la Comunitat Valenciana, según la última actualización del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). El problema son los profesionales del Derecho, servidores públicos que han accedido a la carrera judicial a través de oposiciones limpias y transparentes. Claro que sí, guapi.
Me vengo a referir a la salida de Ferrovial camino a los Países Bajos, aprobada por los accionistas de la sociedad. El hecho de que esta gigante empresa de infraestructuras española, pero internacional, busque para su expansión mercados con mejores condiciones financieras no es para nada culpa del Gobierno. Que la calidad crediticia del país haya caído porque no hay estabilidad presupuestaria no es culpa del Gobierno. Porque el despilfarro público aumenta con más ministerios, observatorios y organismos variados en lugar en enjugar la deuda, pero los empresarios son avariciosos.
Y, lo peor de todo, que Ferrovial haya crecido y tenga la mayor parte del negocio en Estados Unidos es porque los españoles les han pagado las carreteras que han construido en contratos públicos. Esto último me vuelve loca. ¿Están diciendo que las licitaciones estaban amañados para adjudicarlos a Ferrovial? Porque eso sería un delito y lo que tendrían que hacer es denunciarlo, no amenazar a la empresa con que "devuelva todo el dinero que le han dado los españoles".
i se les otorgaron esos contratos públicos era porque presentaron la mejor oferta, cuidando así el patrimonio de todos los españoles. Y esto debe hacerse así, sin mirar si la adjudicataria es española, sueca o china. ¿O es que proponen las ministras ir a una autarquía obviando que estamos en un espacio económico común? Europa, esa gran bendición cuando nos beneficia o ese gran demonio cuando nos canta las 40.
Pues que se lo hagan mirar mucho. Claro que nada me extraña de un Gobierno que pacta leyes como la de la Vivienda con Bildu y ERC. Qué quieren que les diga de estos dos compañeros de viaje. Voy a hacer de tripas corazón y no referirme a la vinculación con la violencia de ambos. Intentaré ceñirme solo a su desfasada ideología involucionista, obstruccionista y retrógrada.
Aumentar las dificultades de desahucio en cualquier caso, dificultar el alquiler haciéndolo menos beneficioso y sancionando, vía impuestos, a los propietarios de viviendas no parece el mejor camino para facilitar el acceso a las mismas.
¿No se les ha ocurrido que sería mejor facilitar los contratos, reducir trabas para la construcción o, si me apuran, apoyar la construcción de vivienda pública?
En cualquier de los tres casos anteriores, habría que hacer una buena ley, que de verdad conociera la realidad y la transformara. En la tercera, además, habría que hacer un montón de convenios con ayuntamientos y constructoras. Papeleo, folleneo, trabajo, en definitiva. Después, cuando el mercado inmobiliario se contraiga, cuando dejen de salir los pisos al alquiler y haya solo compraventa o cuando los que haya estén (aún más) por nubes, recuerden a Homer. La culpa siempre será de los demás, posiblemente de usted. Es la solución más fácil.