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EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV

'Utmark', una nueva serie de HBO bajo la premisa "en los pueblos le espera la muerte, señora"

El director Dagur Kári no es ningún principiante. Está en el mapa desde su debut con "Noi, el albino"(2003)  sobre la vida en un pueblo recóndito de Islandia. Ahora, su cinematografía siempre centrada en personajes inadaptados, generalmente de países nórdicos, se ha visto coronada con una serie en HBO donde da rienda suelta a sus obsesiones. En un pueblo noruego, las mafias de tráfico de alcohol, -es el país con los impuestos más caros a la bebida- dan lugar a una disparatada historia a raíz de que un rottweiler se coma la oveja de un pastor

7/08/2021 - 

VALÈNCIA. Dagur Kári, director de origen islandés, ha trabajado siempre en países nórdicos. Sus películas son de nacionalidad danesa, islandesa y ahora, con la serie Utmark, noruega. Parafraseando al cierto chef de elite, para ser internacional primero hay que ser local. No obstante, Kári hizo una película en Nueva York, The good heart, en 2009, pero estaba encorsetada en el molde de 'personaje gruñón conoce alma cándida y se produce cierta simbiosis entre ambos'. Una incursión americana hecha de la misma manera en que se busca desde la periferia el aplauso de su mercado o de los festivales internacionales, con productos prefabricados y, generalmente, de lágrima fácil. 

Sea como fuere, si por algo ha destacado en toda su obra es por la profundidad de sus personajes. Habitualmente son inadaptados sociales, gente con dificultades para desenvolverse con normalidad en sociedades ya de por sí rígidas. El paradigma es uno de sus grandes éxitos, Fusi (Virgin Mountain), sobre un hombre con sobrepeso que vive con su madre, está obsesionado con la Segunda Guerra Mundial, y todo cambia cuando conoce a una chica. Un argumento que hay que leer en el contexto de los países nórdicos, allí no es frecuente vivir con tu madre ni con tus padres. Concretamente, el top europeo de emancipación juvenil lo ostentan, por este orden, Dinamarca, Suecia,. Finlandia, Noruega e Islandia. 

De hecho, el gran clásico y la película que puso en el mapa a Kári fue Noi Albinoi, un retrato sobre un chico que vive con su madre, aunque es estudiante de secundaria, en un pueblo recóndito islandés en el que en invierno no se puede ni pasar por la calle del frío que hace. En esta temprana película ya anunció sus intenciones. El protagonista era más inteligente que los que le rodeaban, probablemente más sensible también, pero no podía salir adelante entre las convenciones sociales del lugar. 

Ahora Kári ha vuelto por la puerta grande con Utmark, como solo puede serlo una serie distribuida por HBO. El cine independiente, por mucha festivalitis que haya en este continente, nunca soñó ni por lo más remoto con los medios de las plataformas de OTT. Todo esto aunque HBO sea la OTT que no eleva su penetración entre los usuarios en 2021, pero al mismo tiempo es la más valorada por la calidad de sus contenidos.

El título español es Bienvenidos a Utmark y las premisas comerciales que la acompañan son que es equiparable a Fargo o Twin Peaks, pero en Noruega. No cabe duda de que sigue la estela de Mare of Easttown en ese aspecto. Una serie que planteaba un mundo rural estadounidense en el que hay heroína por doquier, relaciones extramatrimoniales por todas partes, pasados oscuros y, sobre todo, gente hastiada y harta de vivir que se alcoholiza para superar el día a día. Una hipótesis de coña sobre estos postulados tan habituales es que está bien que gusten mucho al urbanita tipo neoyorquino porque así no le entran ganas de volver a su pueblo y sigue trabajando en Manhattan sus sesenta horas semanales triunfando en la vida y todo lo que él quiera. 

En este pueblo nórdico de Utmark la gente también se alcoholiza, pero el meollo está en que para ello necesitan alcohol de contrabando por el alto precio de las bebidas espirituosas en Noruega, posiblemente el más elevado del mundo. Para ello, una red de contrabandistas introduce vodkas y ginebras rusos en el pueblo. En torno a esa cadena de distribución circulan todos los personajes, todos ellos inadaptados. Un comisario de policía ludópata conchabado con los criminales, un pastor alcohólico, la mujer del pastor que le deja por borracho, y el traficante en jefe, que es el cacique del lugar. Casi parece un elenco simétrico a Doctor en Alaska. Graciosamente, los personajes que no beben, contratan los servicios de prostitutas que trae otro de los personajes relacionado con la red. 

Sin duda el personaje más carismático es el capo dei capi. Pertenece a la minoría indígena sami originaria de Laponia, la región que se extiende por el norte de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Kári no ha tenido ninguna condescendencia con él ni se ha dejado llevar por la oleada de la reivindicación de la pureza y agravios de los nativos de cualquier territorio de nuestros días. Todas las palabras que pone en su boca sobre la naturaleza, la existencia, la caza, las relaciones de pareja y su concepto de la familia, son genuinas tonterías que podríamos encontrar perfectamente en la filosofía de los miembros de 16 años de un grupo de black metal de los 90 de cualquiera de los países mencionados. Basta un pequeño detalle para ejemplificarlo, su mejor amigo es su perro. 

De hecho, toda la disparatada trama parte de que ese perro mata a las ovejas del pastor ante la indiferencia de su dueño, que considera que en la naturaleza debe prevalecer el orden del más fuerte, del depredador. Pero a continuación, lo que se va incorporando a al desarrollo de este conflicto son unos personajes que siguen cortados por el mismo patrón marca de la casa: los inadaptados y sus pesquisas. 

La mujer del pastor es una chica de Oslo, moderna y actual, pero atrapada en un poblacho. Del comisario ya sabemos que debe imponer la ley, pero no puede por su problema. Al proxeneta lo ha pintado con valores humanos, guardando gran respeto y consideración por las prostitutas y respetando sus "derechos", presume, además, de que su difunta mujer trataba a las meretrices como a sus propias hijas. Su problema, sin embargo, es que su hijo se dedica a perseguir estos delitos en una unidad especial, lo que le sume en la depresión. El pastor en algún momento fue joven y cool, lo sabemos por los vinilos que atesora, que suenan más de una vez, pero ahora sufre una introversión patológica que palia con la bebida, lo que le hace perder a toda su familia. Entre los traficantes, hay trans en la intimidad, incluso el líder y macho guarda un secreto que es lo que, al final, le empuja a actuar de la forma que lo hace. El caso es que todos están bloqueados, en círculos viciosos, por alguna razón. Si en su debut, Noi albinoi, Kári metía citas de Kierkegaard, ahora deja que una prostituta albanesa aporte la filosofía del cuadro que se encuentra en el país al que ha emigrado: "Dios tiene que estar muerto, pero de risa". Llegados a ese punto, de la serie solo se puede decir que es sublime. 

Solo hay un personaje positivo, la hija del pastor. Es la única persona que muestra lucidez de todo el pueblo. Su rostro pasmado ante las ocurrencias y conducta de los adultos es lo que más se repite capítulo tras capítulo en una serie que va atrapando hasta la fascinación en muy pocos capítulos. Pese al cliché tan socorrido de "en los pueblos le espera la muerte, señora", Utmark es un soplo de aire fresco, una obra original, muy divertida, entretenida y con un humor corrosivo.

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