Son las ciudades las que han ayudado a crear y definir el mundo moderno al actuar como lugares de avances fundamentales en la cultura, la política, la ciencia, la tecnología y más. Pero es cierto que el progreso ha sido a menudo episódico y desigual y por supuesto no es inevitable ni irreversible
Desde hace algún tiempo llevo dándole vueltas a una idea que persiste en mi cabeza y que tiene que ver con la Municipalidad y la política municipal. Por todos es sabido que en nuestros municipios o ciudades es donde se desarrolla la actividad política, buena o mala, que afecta de una manera más cercana y directa a los ciudadanos, que soportan en su propia piel el desarrollo de dichas acciones de gestión como impactos en su bienestar, en sus carteras e incluso en su manera de percibir los cambios.
Centrándome en Valencia, nuestra ciudad, si volvemos la mirada atrás y contemplamos y consideramos nuestra historia, comprobamos que la mayoría de nuestros moradores predecesores vivían en extrema pobreza, sin embargo, hoy en día, la abundancia material está más extendida de lo que nuestros vecinos antepasados hubieran imaginado; vivimos vidas mucho más largas y saludables, nutrición y saneamiento más saludables, desde la alfabetización al acceso generalizado a internet, posibilidad de viajar o de entretenimiento, arte, música y sobre todo la cultura.
La pregunta es ¿de dónde viene todo este progreso? Opino que la respuesta reside en gran medida en el desarrollo de las ciudades. Son las ciudades las que han ayudado a crear y definir el mundo moderno al actuar como lugares de avances fundamentales en la cultura, la política, la ciencia, la tecnología y más. Tal como dijo el físico Geoffrey West: "Las ciudades son el crisol de la civilización". Y la evidencia innegable es que Valencia ha sido afortunada por su ubicación geográfica, puerto, huerta, terreno llano… pero no solo por eso, alguien podría preguntarse por qué las ciudades y no el país han sido las catalizadoras del progreso humano.
Si bien las personas fuera del ámbito de las ciudades también han contribuido al progreso humano no han tenido tanto impacto como las de los entornos urbanos y esto se debe a que vivir en una comunidad escasamente poblada significaba menos opciones; menos personas con quienes trabajar, competir, entablar amistades o casarse; menos opciones sobre dónde trabajar, comprar, relajarse, comer y rezar; la lista continúa. Las ciudades ofrecen más de todas estas cosas, razón por la cual el progreso tiende a surgir de ellas. Las ciudades son lugares de reunión. Y dondequiera que muchas personas se encuentran cara a cara, aumenta su potencial para interactuar y lograr cosas asombrosas.
Las ciudades son mercados, centros de comercio. Las ciudades son fábricas, centros de producción. Las ciudades son focos de creatividad, donde los artistas y creadores compiten y colaboran. Las ciudades son laboratorios, lugares de experimentación. Las ciudades son grandes aulas donde debatimos y aprendemos unos de otros. Y Valencia lo ha sido y lo es. Ahora bien esas cosas sólo son ciertas bajo ciertas condiciones. Aunque hay algunas excepciones, las ciudades más exitosas tienden a estar muy pobladas y a alcanzar su apogeo creativo durante períodos de paz. La mayoría de los centros de progreso también prosperan en épocas de relativa libertad social, intelectual y económica, así como de apertura al intercambio y el comercio intercultural.
Todo esto tiene sentido porque en Valencia, en cada ciudad, las personas que viven aquí impulsan el progreso si se les facilita la libertad para hacerlo. Las personas libres son la fuente fundamental de innovación y abundancia. Es alucinante que el mundo haya mejorado en todos los aspectos en los que lo ha hecho. Pero con demasiada frecuencia la historia se cuenta como una historia de degeneración. Muchos pseudo intelectuales e incluso gente corriente abrazan por igual una "narrativa de declinación" de la historia. Quizás debido a información sesgada, o por sesgos psicológicos o bien por ideologías sectarias negativas, ven la historia como una larga secuencia de decadencia comparándola con alguna edad de oro perdida e idealizada en el pasado, al tiempo que descartan la abrumadora evidencia del progreso.
Volviendo a Valencia, se trata de períodos de paz (relativa) libertad y multitud de personas. Estos son los denominadores comunes que han producido el avance cuantitativo de la ciudad a lo largo del tiempo y causantes del progreso en un destacado primer lugar. En definitiva, el cambio es una constante pero el progreso no. Algunas personas niegan la realidad del progreso. Otros miran hacia atrás y encuentran ingenua incluso la idea de progreso. Pero es cierto que el progreso ha sido a menudo episódico y desigual y por supuesto no es inevitable ni irreversible. Aún así, a pesar de los muchos problemas existentes, quienes vivimos hoy en Valencia somos los beneficiarios de siglos de progreso real. (ver artículo sobre banalización)
Repito, el cambio es una constante, pero el progreso no. Comprender qué hace que un lugar, Valencia, sea un terreno fértil para el progreso puede ayudar a sembrar las semillas de futuras innovaciones, porque, en cada ciudad, son en última instancia las personas que viven allí quienes impulsan el progreso, si se les da la libertad de hacerlo.
Y llegados a este punto me gustaría repasar brevemente lo que han significado para Valencia, cap i casal, los últimos ocho años de gobierno municipal del comunista Ribó, sustentado por el tripartito de los comunistas de Compromís, los comunistas del PSPV y los comunistas de Podemos. Recordemos, por si alguien se molesta que… si andas como un pato, comes como un pato y defecas como un pato, eres un pato.
El balance es desastroso para la ciudad de Valencia, no solo no ha supuesto ningún avance ni progreso, ya que las políticas municipales aplicadas han cercenado cualquier posibilidad de progreso, con lo que se han perdido ocho años de innovaciones, sino que, el saldo definitivo de retroceso, es de más de quince años, casi una generación, ya que se han revertido mejoras aplicadas anteriormente y se han eliminado posibilidades de innovaciones e inversiones que ahora, a los nuevos gestores municipales les va a costar un tiempo precioso recuperar. Los que decían que venían a mejorar la vida de la gente, en general han empeorado la vida de la mayoría de los valencianos.
Y todo por aplicar a la gestión de la municipalidad ideologías sectarias que niegan el progreso, una pseudo intelectualidad que añora tiempos pasados y sesgos ideológicos y psicológicos más propios de principios del siglo anterior. Por supuesto con un intervencionismo socio-económico agudizado por la ansiedad de controlar todos los aspectos de la vida de los valencianos.
Me decía recientemente mi buen amigo Javier Domínguez, arquitecto y divulgador valenciano que "es necesario eliminar barreras administrativas y poner fin al intervencionismo ideológico para facilitar la reactivación económica y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos" cargado de razón. Desde aquí lanzo un mensaje a nuestra querida alcaldesa Catalá para que aunque le pueda parecer que se encuentra sola ante la ingente tarea de reconducir a la ciudad de Valencia a la senda del progreso, ya que la oposición no va a colaborar debido a su sectarismo y visión miope del futuro, y sus actuales socios de Vox, nada fiables ni confiables (me remito a los casos de Madrid, votando junto a los comunistas en contra de Almeida, caso de Murcia, caso de Baleares, recientemente de Galicia, lo ocurrido en la elecciones 23-J, etc.) tampoco, pero no lo está, no, no está sola. Todos los ciudadanos informados estamos expectantes a sus movimientos y esperamos que haga lo correcto, aunque en ocasiones no sea popular entre la oposición y sus activistas, para recuperar la confianza de los valencianos en su municipalidad y que el progreso y las innovaciones emerjan y nos conduzcan a un futuro prometedor. De no ser así y de practicar un seguidismo de las políticas comunistas de la anterior corporación es cuando realmente se va a encontrar sola, y las urnas no perdonan ya que la diferencia de votos es escasa y muchos posibles desencantados se quedarían en casa haciendo imposible una reelección. Así que ánimo alcaldesa y recuerda que hacer lo correcto es lo más fácil.
Pero volviendo al legado involucionista que nos ha dejado la anterior corporación comunista no podemos olvidar la cantidad de proyectos innovadores retrasados y desechados que hubieran supuesto para Valencia un avance en el progreso de la ciudad y en la mejora de la vida de la ciudadanía vía innovaciones.
Recordemos la negativa de Ribó y sus socios comunistas a la tan necesaria, urgente y competitiva ampliación del Puerto de Valencia; el abandono de la salida Norte de Valencia (mi querido amigo Silvino falleció sin ver cumplido su sueño de una gran infraestructura que solventara el embudo que es todavía el acceso norte a la ciudad); el rechazo a celebrar la Copa América en Valencia y posterior entrega del evento mundial a la ciudad de Barcelona; ninguna acción en la Albufera; paralizada la demolición del Sidi Saler; nada del hotel en los Docks, nada de la Noria gigante, nada de la Torre Eólica, todo ello en la Marina; paralización del PAI de Benimaclet impulsado por Metrovacesa; retención de más de 2.000 licencias urbanísticas; ni un solo nuevo colegio ni un solo nuevo hospital… y podría seguir hasta hartarme, pero para muestra un botón, además, me estoy irritando y no se lo merecen estos falsos gestores que nos han tenido engañados durante ocho años.
Todos estos proyectos, en su mayoría de inversión privada, hubieran mantenido a Valencia entre las ciudades punteras de progreso avalando la trayectoria histórica de la ciudad. Ni que decir del retorno de dichas inversiones en la economía, miles de millones de inversión, nuevos puestos de trabajo, reversión social de las inversiones vía impuestos y otras ventajas, etc. A cambio de esto nos dieron una nominación de Valencia Ciudad del Diseño, totalmente cuestionable y deficitaria, y eso sí, un mercadillo semanal de sujetadores, bragas y ropa interior en la misma plaza del Ayuntamiento. También unos mercadillos medievales que es lo que le gustaba al señor Ribó pero sin embargo estuvieron ocho años fastidiando y entorpeciendo la labor de los vendedores del Mercado Central imponiendo toda clase de trabas e impedimentos a su desempeño mercantil. Ah y una cabalgata de reinas magas. Pura innovación.
Pero ahora, ya desde la oposición, y entre riñas y peleas entre propios, se permiten decir que tenemos una "Cabalgata de los Reyes Magos absolutamente provinciana". Pues bienvenida sea; provinciana y a mucha honra, no olvidemos que Valencia, cap i casal, pertenece a la provincia de Valencia, a la que da nombre. Ahora, entre lloriqueos, nos dicen que vuelve la droga a la puerta de los colegios, que lo del Puerto de Valencia es un retorno a la vieja política, que hay que proteger a Compromís…
No voy a hacer comentarios al respecto pero convendría que, desde la municipalidad, se informara a los valencianos de toda esta serie de decisiones sectarias que han perjudicado seriamente el progreso de nuestra ciudad. Un relato serio pero contundente del daño causado, con datos, cifras, proyecciones e incluso un agregado de causa efecto y la correlación causal entre la ideología sectaria y la involución conseguida. En conclusión que el progreso se había ido revirtiendo.
Finalmente, aprovecho para destacar la gran oportunidad de progreso e innovación que nos ofrece el reconocimiento de Valencia Capital Verde Europea 2024; debemos aprovechar todas las ventanas y palancas que esta coyuntura nos presenta, incluso las que aún no conocemos y deberemos investigar y explorar por el bien y el progreso de todos los valencianos.
Ricardo Romero es especialista en estrategia de impacto y sostenibilidad