VALENCIA. El próximo martes 14 de febrero se estrena La estrategia del silencio, la película que recorre el calvario que han supuesto los nueve años de lucha de las víctimas del accidente de metro de Valencia sucedido el 3 de julio de 2006. Dentro de la Sección Oficial del VIII Humans Fest, el largometraje documental dirigido por Vicent Peris y producido por Barret y Mediapro, enfrenta a la sociedad valenciana contra sus sombras. Ese es su principal aporte: señalar que, más allá de la banda de responsables políticos que gestó un plan para acallar lo sucedido, el cómplice imprescindible de una de las historias más dolorosas, oscuras e insoportables ocurridas nunca en el País Valenciano fue su sociedad.
Desde el año 2012, Barret fue compartiendo el proceso de investigación a través de la web 0responsables.com. De hecho, las tomas y el relato ya se han podido consumir parcialmente durante los últimos años. Unas grabaciones que fueron fundamentales en la emisión de Los olvidados, el reportaje de Salvados sobre el suceso. Este hecho mediático despertó al pueblo valenciano de un extraño letargo, como si la ensoñación del nuevo y falso rico se desmoronase hasta su base y, cinco días después, tras muchas decenas de manifestaciones celebradas cada 3 de julio con las víctimas y apenas un centenar de vecinos, la Plaza de la Virgen se llenó.
Aquel 3 de mayo de 2013 los olvidados pasaron a recoger un pulso que, por momentos, creían haber perdido para siempre. Como destripa la película, la mayoría de ellos siguieron acudiendo a las manifestaciones por inercia; otros, porque como dice su anterior portavoz, Beatriz Garrote, sería imposible quedarse en casa sin haber logrado sus objetivos. Esos objetivos se fijan con claridad en el film y se reducen a uno: el perdón por parte del Gobierno valenciano depuesto en las urnas en 2015. Perdón y respuestas a las interrogativas qué, cómo y por qué. No se logra y, de hecho, entre los sinsabores de un final que refleja una paz relativa entre algunas de sus víctimas, la reparación llega en Les Corts que ya domina en número de votos el Ejecutivo surgido del Pacte del Botànic.
La cinta recupera mucho más que los hechos políticos, aunque ese relato y la estrategia surgida de quienes ostentan el poder en el peor de los sentidos también esté. Esa estrategia del silencio arranca con la demoledora comparativa entre la visita del Papa emérito Benedicto XVI, acontecida cinco días después, y el accidente. Aunque el relato ya se ha abordado varias veces, sobre todo a partir del cierre de Radiotelevisión Valenciana, el documental es especialmente crítico con los extrabajadores y por dos veces los señala de una manera cruda como eslabones esenciales en la cadena de transmisión del silencio.
La primera, cuando -a través de la narración de Frederic Ferri, los trabajadores bajan al plató e interrumpen el suceso natural de emisión con los petos en protesta por el cierre. Ferri se pregunta por qué cuando "ens toquen la butxaca" si que se plantaron ante el proceder de esos informativos, mientras que denuncia como ante la cobertura y seguimiento del accidente no se hizo nada similar frente a la estrategia del silencio. La segunda de esas ocasiones es todavía más agria, quizá porque las imágenes son menos colectivas. Peris admite a Valencia Plaza que les costó tomar la decisión de sí incluirlas o no, pero, en un reportaje realizado por extrabajadores de RTVV, Garrote les pregunta a la cara si, dada la situación, ahora que ya no trabajan allí y que están haciendo ese reportaje, si alguien puede decirles "quién dio la orden". El equipo que está haciendo ese reportaje se queda en silencio y concluye que su trabajo ha terminado.
Los medios públicos de comunicación silenciaron el caso, Les Corts cerró la investigación en apenas un mes (concluyó que no había responsables) y la instrucción judicial se capituló sin que hubiese un juicio. Las víctimas (los fallecidos, los heridos y sus familiares) reaccionaron unas semanas después de la tragedia. Encontraron en sus testimonios coacciones, presiones y sinsentidos en la figuración de una respuesta al drama que se había posado para siempre en sus vidas. Esa crónica de vaivenes judiciales, de ignonimia social, de reacción solidaria, lucha hasta en el Parlamento Europeo -con la representante del Partido Popular repitiendo la versión de su grupo años después-, y la llegada final de una reapertura del caso, de una nueva investigación y del 'hallazgo' de 13 responsables, se resume en apenas 82 minutos de rodaje; menos de 10 minutos por cada año de incomprensión.
Rico en los detalles donde la historia se hace casi inabarcable, el documental también abunda en muchas experiencias personales -de víctimas y de fuentes silenciadas- mucho menos conocidas hasta ahora. Con el hito de su estreno (Filmoteca de Valencia, 20 horas) en la agenda, su director resuelve a Valencia Plaza algunas cuestiones sobre la película.
-Han sido cinco años de rodaje y un gran número de viajes, testimonios y horas de edición. ¿Cómo habeis logrado sintetizarlo?
-No ha sido sencillo. Son muchos momentos y muchas escenas. Nos ha podido ayudar ir sacando material en la web, para ir aproximar historias silenciadas e ir dándolas a conocer a la opinión pública. Eso sí, han sido muchas versiones, muchos visionados... incontables. Esta que estrenamos es la versión para cine, aunque en la convocatoria de proyectos para la nueva Canal 9 hay una serie documental de dos capítulos que sería una versión extendida de estos 80 hasta unos 120 minutos.
-¿Cómo ha evolucionado la historia para vosotros durante el proceso?
-Nosotros pensábamos que íbamos a hacer un documental más bien descriptivo y que iba a girar en gran medida en torno a las causas y el tema político. Sin embargo, cuando les fuimos conociendo aceptamos enseguida que lo que íbamos a contar era la historia de estas personas abandonadas. Era una historia de resistencia, de lucha, en la que íbamos conociendo a gente por la sencilla y gran razón de que nos dejaban hacerlo.
-¿La sociedad es la principal señalada por el documental como culpable?
-Es una sensación que nosotros tuvimos nada más empezar el documental y que, sí, puede que sea esa una lectura posible. Lo habíamos olvidado. Nos soprendió a nosotros mismos hasta que punto nos habíamos olvidado de la historia. El tema político está presente y lo queríamos contar, pero, sin valoraciones, la sociedad es la primera que los abandona. Es un hecho incontestable. Los habíamos olvidado...
-¿Hasta qué punto le caló a las víctimas esa sensación de soledad? ¿Quién no se olvidó?
-Las víctimas le tienen mucha estima a unas 100 o 200 personas que fueron o a todas o a muchas de las manifestaciones del 3 de julio. Eran pocos, pero para ellos eran muchos. Les ayudaron. Se sentían acompañados por esa mínima gente y, quizá con un papel interesante, les hizo no perder la esperanza. Pero también Laura Ballester con su trabajo periodístico para Levante o El Mundo cuando publica en 2011 el estudio de HM & Sanchis... había también periodistas en prensa aguantando el tema, aunque quizá se atomizaba todo, algo que pudimos comprobar con el impacto de Salvados.
-¿Cuándo se resuelve esta historia?
-Cuando la justicia actúe. Las víctimas han llevado hasta el límite sus posibilidades como función social. Lo han conseguido todo y más. Todo lo que podían conseguir. Ahora está todo en manos de la justicia para ver si el caso se cierra o no.