GRUPO PLAZA

el cudolet / OPINIÓN

València debe poner fin a los maratonianos horarios comerciales

Foto: ESTRELLA JOVER
3/11/2018 - 

En la actualidad la libertad horaria en días festivos no está exenta de polémica. No se libra de ella. David frente a Goliat. En 1904 el gobierno conservador de Antonio Maura aprobaba en las Cortes Españolas la ley del derecho al ocio. Una victoria del parlamento azuzada en buena parte por las presiones de la clase obrera con el objetivo de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. Se adquiría el derecho natural al descanso un día a la semana. Aquella enmienda refrendada hace más de un siglo también estuvo envuelta de cierta polémica.

En 1940 se volvió a secundar otra ley, un refrito de la anterior, ésta de carácter religioso, prevaleciendo el orden, mando y acato la prohibición de realizar esfuerzo físico en días de precepto. No me voy a explayar en la conocida libertad horaria de los comercios de servicios básicos o de primera necesidad los días de asueto, que contaba con el beneplácito de las autoridades. Aquella enmienda era de lógica aplicación por el gobierno de una dictadura militar que se empleaba a fondo en el adoctrinamiento de la población española al nacional catolicismo. No soy creyente, pero un país, España, constitucionalmente declarado aconfesional, mantiene fuertes raíces cristianas y católicas, corroborándolo su festivo calendario extendido a la celebración de las fiestas patronales de los pueblos de España. Es lógico que el ferviente religioso profese un rechazo por su fe a la actual libertad horaria, o al menos debería contribuir a ello. Yo la practico sin ser creyente, por un razonamiento sólido basado en la ética, los derechos, las libertades y la conciliación con la vida familiar, además de otorgarle a la ciudad un merecido descanso.

La vida comercial del centro histórico del Cap i Casal se ha desnaturalizado por completo, dando paso a franquicias de comida rápida o a negocios fríos y asépticos

Cien años después de los logros conseguidos por el gobierno de Maura, ciudades y ciudadanos dejaban de descansar. La varita mágica del recetario popular en materia económica, diseccionaba la balanza comercial en favor de las grandes cadenas de distribución en zonas de afluencia turística. El turismo servía de gancho a los benefactores del selecto Club Bilderberg de la distribución para liberalizar los horarios comerciales. La nueva ley se sostenía en un discurso artificial, que gravitaba en la semántica populista de la propuesta radical del consumo los siete días de la semana para dinamizar la economía española y atajar la crisis. La nueva cultura del desarraigo basada en el deseado american life style se instalaba en pleno corazón de la city, corrigiendo el carácter y hábitos del consumo en los valencianos y valencianas. El resultado de esta transformación comercial ha contribuido a que hoy València pierda libertad y autonomía. Con estas políticas neoliberales de modernización del comercio, la ciudad se ha convertido en un mercado plastificado de marcas globales y sus ciudadanos en esclavos de un consumo que ya no distingue las ofertas de las rebajas, o las rebajas de las ofertas. La vida comercial del centro histórico del Cap i Casal se ha desnaturalizado por completo, dando paso a franquicias de comida rápida o a negocios fríos y asépticos, que nada tienen que ver con nuestra historia y tradiciones. La tentación de convertir la cultura en una industria turística es insana. El comercio del centro histórico de la ciudad es una fotocopia a color de cualquier otra ciudad europea, solo le diferencia su arquitectura. Turismo y consumo o consumo y turismo. Como diría Noam Chomsky, que no nos vendan la moto, lo que importa es el beneficio. En el argot popular de un mestizo castellano-ladino, el profit es lo que importa.

Mi escrito no es un alegato contra el capitalismo, más bien una desobediencia a las recetas impuestas por el radicalismo financiero en la extensión de los horarios comerciales. Mi fobia al consumo festivo está basada en reflexiones compartidas durante años con Amparo Barroso y su marido, Jorge Andrés.

Amparo Barroso es la Secretaria General de Covaco y Cecoval, que conjuntamente han constituido Confecomerç CV. El trabajo de dicho colectivo es defender los intereses del comercio urbano de la ciudad, además de fortalecer un modelo propio de manera sostenible. Confecomerç CV está alimentado por los dos pilares básicos que construyen y dinamizan la economía valenciana, las pymes y los autónomos. Confecomerç CV es la pieza angular entre administraciones y liberales para frenar el galimatías de los horarios comerciales. Y Covaco es además responsable de la creación del Observatorio de Comercio de la CV. El trabajo de Confecomerç CV es necesario para frenar las crecientes desigualdades en nuestro comercio.

No pretendo dinamitar la economía de la ciudad de València, ni soy economista, ni comerciante, soy un simple observador, pero sí pretendo ejercer una reflexión sobre si es necesario o no llenar el carrito de la compra en un día de asueto. Hoy con un teléfono u ordenador con acceso a internet se puede operar las 24 horas del día. Las tecnologías están al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las tecnologías. A ver si al final de la película, en la era de los smartphones, el teléfono va a ser más inteligente que el ser humano. Todo tiene que volver a su sitio, hasta el pan doble. Corramos en la buena dirección, disfrutemos de la próxima carrera maratoniana y volvamos a estar todos juntos los domingos al sol, es día de precepto.

Noticias relacionadas

next

Conecta con nosotros

Valencia Plaza, desde cualquier medio

Suscríbete al boletín VP

Todos los días a primera hora en tu email


Quiero suscribirme

Acceso accionistas

 


Accionistas