VALÈNCIA. El Museo de Bellas Artes de València es sorollista. La pinacoteca encara 2023, año en el que se cumplen cien años de la muerte del pintor, con un proyecto diseñado a la medida de su trayectoria, un legado sobre el que navegarán a través de tres exposiciones pensadas para hacer una fotografía completa de su camino creativo. València será la ciudad de los mil Sorollas. El primero de ellos, el “Sorolla antes de Sorolla”, destacó el director del museo, Pablo González Tornel, quien presentó la programación del próximo curso junto al secretario autonómico de Cultura y Deporte, Ximo López, una programación que solo contará con una excepción a la norma: la muestra de la serie completa de los Caprichos de Goya de 1868, tras la donación realizada por Ángel López García-Molins este mismo año. Será ese Sorolla “inédito” que destacaba el director, menos conocido por el gran público, el que marque el ritmo de la temporada, una mirada a sus Orígenes, título que recibirá la exposición, que surte de una colaboración con la propia Casa Museo Sorolla de Madrid.
La muestra, comisariada por Luis Alberto Pérez Velarde, recorre un momento muy concreto de la trayectoria del genio valenciano, esos primeros años de producción en los que todavía no había desarrollado por completo las maneras por las que hoy le conocemos. “Identificamos a Sorolla con el luminismo pero este es el Sorolla solamente valenciano”, recalcó González Tornel. Así, esta exposición se centra en el periodo de producción previo a obtener la pensión de la Diputación de València en 1884 con la obra El grito del palleter -cuyo título oficial es El Palleter declarando la guerra a Napoleón-, que actualmente está instalada en el Palau de la Generalitat y que ahora podrá ser vista por el público general. Esta pieza fue clave para llevarlo a Roma, donde acabó definiendo su personalidad pictórica, ¿pero, qué pasó antes? “Allí su pintura cambia para siempre. Entra en contacto con el ambiente más vanguardista, con una manera impresionista de expresar la luz. Pero antes existía Sorolla”. Ese antes es el eje que vertebra una muestra que mira antes de los viajes, a ese periodo formativo en el que Sorolla empezó a crear a Sorolla.
Es precisamente la Real Academia de España en Roma, “la institución cultural más importante del Estado español fuera del Estado español”, otro de los ejes de la programación del Museo de Bellas Artes, que viajará a ese lugar que fue clave para la formación del pintor, aunque no solo. Fundada en 1873, durante el periodo de la Primera República, ha visto pasar por la institución a “todas las generaciones de artistas españoles de renombre”, no solo entre los becados, también en los puestos de dirección, que contó también con presencia valenciana: Mariano Benlliure y José Benlliure. Esta segunda muestra, realizada en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores, quiere ayudar a entender “de dónde surge Sorolla”, su contexto, una mirada amplia a esa España de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX que resultará en un “espejo” de cómo los cambios políticos, especialmente entre el periodo de la Segunda República y la dictadura franquista, afectan al sector del arte y sus instituciones.
La tercera pata de este banco, y quizá la más “impactante”, llega en colaboración con la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, una exposición que reunirá cerca de medio centenar de piezas, “de una calidad altísima”, que plantean un recorrido global por la trayectoria del autor, con especial incidencia en su etapa de madurez, aunque acoge piezas realizadas entre 1882, cuando aún era un joven de 19 años en plena etapa de formación, y 1917, tres años antes de su fallecimiento. La Colección Masaveu posee un importante número de obras del pintor valenciano, todas ellas adquiridas por Pedro Masaveu Peterson, uno de los principales impulsores de este fondo. Así pues, se trata de la colección privada con mayor número de piezas del artista y la tercera en volumen e importancia a nivel mundial, tan solo superada por la de otras dos instituciones públicas como el Museo Sorolla y la Hispanic Society of America.
Aunque la selección de obras para esta exposición está conformada por obras de temáticas y procedencias diversas, sí se aprecia un especial interés por los asuntos relacionados con el trabajo en el mar o las escenas de baño, tan frecuentes en la producción de Sorolla, aunque no solo. Entre las piezas destacadas se encuentra, por ejemplo, el Retrato de la familia de Rafael Errázuriz, un encargo del político y diplomático chileno Rafael Valentín Errázuriz, uno de sus principales coleccionistas, una pieza de gran formato en la que recoge el posado de la familia, una imagen en la que, precisamente, el padre es el único que no mira al frente, mostrándose enfrascado en su mundo interior. “Son Las Meninas del siglo XX”, destacó González Tornel. Este comentario no es baladí pues la pieza bebe de la obra de Velázquez, tanto que le realiza un homenaje explícito dibujando una copia en el fondo de la obra. Será importante el contenido, pero también el contenedor. Así lo destacó el propio director del museo, quien subrayó el “regalo añadido” que supone la recepción de una serie de pedestales diseñador especialmente para las obras que permitirán su visionado completo.
Desde hace años está sobre la mesa el sueño -no tanto el proyecto- de crear un Museo Sorolla en València, una idea que tan pronto como se planteó se esfumó. “Impulsaré que el Museo Sorolla sea una realidad en el Puerto”, desveló el President de la Generalitat, Ximo Puig, en declaraciones recogidas por el diario Levante-EMV en el año 2018. El sueño no se quedó ahí y este mismo año el pleno de Les Corts impulsaba una iniciativa a favor de instalar en la Comunitat el proyecto anunciado por el Ministerio de Cultura de crear en los próximos años un nuevo Museo Sorolla, además de la pinacoteca estatal ubicada en Madrid. La realidad, o al menos así lo expresan desde la propia Conselleria de Cultura, parece estar lejos de materializar ese sueño.
“Hacer una inflación de museos no es una buena estrategia nunca. Eso es dejarnos llevar por la relevancia del personaje. Por esa misma razón podríamos hacer un museo de cada artista relevante”, expuso el secretario autonómico, preguntado por la posibilidad de abrir un museo monográfico del pintor. En similares términos se expresó el director del museo, quien incidió en que la construcción de centros de estar características “tiene sentido” cuando va de la mano de una donación vinculante, como es el caso de la realizada por Clotilde García del Castillo para la creación de la Casa Museo Sorolla, un espacio dedicado única y exclusivamente a difundir la obra y labor del pintor valenciano. “Muchas veces la gente dice cosas que son inviables”, expresó González Tornel, quien, además, subrayó la dificultad que supondría desmembrar el medio centenar de piezas de Sorolla con las que cuenta la colección del museo, algunas de titularidad estatal y otras autonómica.
Lo que sí es una realidad es el desembarco de Sorolla en el Museo de Bellas Artes más allá de las exposiciones temporales de 2023. Estas serán la previa de un despliegue permanente que resultará en la apertura de una sala dedicada específicamente a recorrer la trayectoria del autor. En este sentido, la adquisición de la Colección Lladró por parte de la Generalitat es clave, pues ha sumado al museo siete piezas del valencianos, entre ellas una estrella: Yo soy el pan de la vida. Esta pieza, como el resto de la colección, formará parte de una exposición que ocupará la primera mitad del año en el antiguo edificio de Correos, en la que se expondrá la totalidad de la colección Lladró antes de su integración en el museo. Será ese momento cuando se ponga en marcha la maquinaria para abrir la Sala Sorolla, un espacio que prevé su apertura de cara al próximo otoño, a modo de cierre de los actos conmemorativos del Año Sorolla, un espacio que acogerá gran parte de las piezas del pintor, entre las que se incluyen las recientes adquisiciones de la colección Lladró o el Retrato de la tiple Isabel Brú, entre otros.
Fue en 2016 cuando el President de la Generalitat visitó La Habana, un viaje que vino con anuncio: el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba cedería la colección de 32 pinturas de Sorolla que exhibe para una exposición en València. Después de esto, en 2019, una comisión capitaneada por la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, y la responsable del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, Gemma Contreras, viajó a la capital cubana para comprobar el estado de conservación de las obras. Este segundo viaje concluyó sin anuncios sobre el viaje de las piezas, aunque ponía el acento en un trabajo -e inversión- continuada por parte del gobierno autonómico para que efectivamente las piezas viajaran de nuevo a España. El viaje, sin embargo, no está tan claro.
Preguntada por este diario el pasado mes de abril, Amoraga confirmaba que se seguía trabajando para la llegada de las piezas, aunque en este caso el listado de obras había mermado significativamente. De la treintena inicial ahora se hablaba de una decena, puesto que “algunos de ellos no son itinerables porque está judicializados”. Si bien, explicó la directora general, el objetivo era traerlos en 2020, la pandemia “paró todo”, obligando a mover de nuevo el calendario. Nuevo objetivo: 2023, Año Sorolla.
Sin embargo, la presentación de la programación del Museo de Bellas Artes llegó este viernes y ni rastro en el discurso del proyecto. Con Amoraga ausente en la rueda de prensa, fue Ximo López quien actualizó el estado de la cuestión, aunque sin arrojar demasiada luz al respecto: “Se hizo una visita, una reunión, se mantuvieron contactos, pero de momento esos contactos, hasta donde yo sé, no han fructificado en nada concreto […] En este momento los Sorolla de La Habana no están aquí ni están en camino, otra cosa es que se continúe trabajando en esa línea y a lo largo del año 2023 se puedan incorporar”. Y, para ello, ¿hay reuniones programadas? “Conmigo no”, zanjó López.