VALÈNCIA. València contará próximamente con un centro de producción para las artes escénicas que supone la respuesta a una de las grandes demandas del sector, un espacio que poco a poco va dibujando su forma. Tanto por lo que respecta a su contenedor, como a su contenido. Hace algo más de un año el Ayuntamiento anunciaba la reconversión de las naves de Mariano Cuber, un inmueble abandonado a pocos metros del Teatre el Musical (TEM), en un espacio para las artes escénicas, un macroproyecto que ya ha puesto en marcha los mecanismos para iniciar su remodelación física. Pero, de manera paralela, esta transformación también requiere de una reflexión sobre su espíritu. Con este objetivo, el de no empezar la casa por el tejado, la concejala de Acció Cultural, Maite Ibáñez, visitó este martes Teatros del Canal, en Madrid, un proyecto en el que el nuevo centro valenciano se quiere mirar.
La edil se reunió con el también valenciano Jorge Culla, intendente de los Teatros del Canal, para conocer de primera mano la configuración de un proyecto que servirá de inspiración para la confección de las naves valencianas, inicialmente concebidas como lugar de ensayo para compañías y de reunión y coworking para las distintas asociaciones profesionales del sector que, ahora, quiere dar un paso más. “No hay una variación del proyecto inicial, sino un enriquecimiento”, explica Ibáñez en conversación con Culturplaza. Y es que, aunque el aspecto técnico del espacio ha sido uno de los puntos clave de la visita, también lo ha sido la parte de creación, pues está sobre la mesa que este proyecto sea el marco para generar laboratorios creativos vinculados a nuevos lenguajes escénicos.
Con esta iniciativa se busca complementar el campo de acción del TEM y La Mutant, dando forma a un espacio específico que pueda acoger residencias, masterclass o, también, exhibición de trabajos, aunque este último no es el pilar fundamental del laboratorio. En este sentido, se remite a la llamada Sala Negra de Teatros del Canal, un espacio escénico de menor formato, con capacidad para algo menos de 200 espectadores, que es utilizado para ensayos y, excepcionalmente, para mostrar los resultados de alguno de estos procesos creativos. Y es que no se trata de levantar un nuevo teatro, pero sí de que haya un lugar donde desarrollar proyectos escénicos, con todo lo que ello implica.
Esta no es la primera vez que el Ayuntamiento de València se mira en otros espacios escénicos con el objetivo de dar forma a su futuro proyecto. De hecho, ayer mismo Ibáñez acudió a Matadero, aunque en este caso como ejemplo de recuperación de una construcción fabril para la cultura. Un año atrás, la edil visitó el centro Harrobia, un espacio impulsado por el Ayuntamiento de Bilbao y la asociación de empresas de producción escénica de Euskadi que tiene como principal misión la cesión de salas para ensayo, siendo esta una de las partes del proyecto valenciano. Y es que tener un espacio donde desarrollar su actividad ha sido una de las grandes demandas de las distintas asociaciones de escénicas de la Comunitat, algunas de ellas ahora 'cobijadas' por el TEM, aunque de manera temporal.
Aunque las cuestiones en torno a la gestión del espacio todavía son prematuras, sí hay dos claves importantes para entender su futuro funcionamiento. Por un lado, y a pesar de lo que su situación física pudiera apuntar lo contrario, no será coordinado desde el Teatre el Musical (TEM); por otro, no se externalizará su gestión. “Queremos que sea una gestión directa, que forme parte de la red de espacios escénicos del Ayuntamiento, como un complemento al TEM y La Mutant”, apunta Ibáñez.
Con todo, poco a poco el proyecto va tomando forma. Situado entre las calles Vicente Brull y Mariano Cuber, junto al Teatre El Musical, fue en enero de 2020 cuando se despejó una incógnita que llevaba años sobrevolando las naves. No, no sería ni un parking (como establecía el PEC-Plan Especial Cabanyal-Canyamelar) ni una escuela de circo (una propuesta impulsada en la pasada legislatura), sino un centro de producción de artes escénicas. Con una superficie de casi 2.000 metros cuadrados, este nuevo espacio busca “que València se profesionalice a través de la producción escénica”, indicó Ibáñez durante su presentación.
La visita a Teatros del Canal apunta, también, el camino a una inminente rehabilitación de las naves. Fue la semana pasada cuando se adjudicó la redacción del proyecto a Carratalá Arquitectos, quienes, una vez finalice el plazo de alegaciones, se encargarán de poner negro sobre blanco cómo será el centro. Es en este punto, recalca la edil, donde resulta especialmente importante contar con la información de estas visitas, así como el feedback de las asociaciones profesionales, que ayuden a moldear el proyecto de cara a su ejecución. Es por ello que en el viaje a Madrid han tomado buena nota del despliegue técnico de los Teatros del Canal, un equipo "moderno" que servirá de "referencia" a la hora de ver las necesidades del proyecto local.
Aunque no hay un calendario cerrado todavía, lo cierto es que sí hay un objetivo: 2024, curso en el que esperan que esté funcionando “a pleno rendimiento”, un final de legislatura que entiende “como horizonte razonable para que la actividad se inicie, pero, sobre todo, para que se haya conformado su viabilidad y modo de gestión”. Lo que sí está claro es el nombre del espacio, homenaje a ‘Bombalino’, nombre artístico de Gabriel Fariza, fundador del Teatro de Títeres La Estrella junto con su mujer, la también actriz Maite Miralles.
El proyecto duplica su presupuesto, que alcanzará en torno a los cuatro millones de euros, con respecto a la primera previsión