El Ayuntamiento apuesta por revitalizar su litoral y anuncia un plan específico para las playas. Las reformas urbanísticas impulsadas por el consistorio se centran en recuperar los barrios. Entre los vecinos, alegría y escepticismo. Desde la Malva-rosa recuerdan que siguen abandonados
VALENCIA. Lo comenta irónico Pau Díaz, portavoz de Amics de la Malva-rosa. “Nosotros siempre miramos al mar. Cuando decían que Valencia estaba de espaldas al mar, desde el barrio decíamos: ‘Nosotros somos valencianos y vivimos mirando a la playa’. Mi hijo va a un colegio que está mirando al mar. Son los que viven en el centro los que están de espaldas al mar”, recuerda.
El alcalde de Valencia, Joan Ribó, coincide con la tesis de Díaz. “Algunos decían que ‘Valencia vivía de espaldas al mar’ para cometer sus tropelías de carácter especulador en barrios como el Cabanyal, pero no estoy de acuerdo”, asegura. “Valencia ha mirado al mar desde siempre, pero con su propia singularidad o, mejor dicho, la de sus poblados marítimos. La Malva-rosa, el Cabanyal, el Canyamelar, el Grau, la Marina, Natzaret… El frente litoral de Valencia merecía un mayor respeto que el dado en las últimas décadas”.
El mar ya no para tan lejos de la Plaza del Ayuntamiento. Al anuncio realizado este martes de la liberación de Nazaret y su conexión con la ciudad, se unen los trabajos encaminados a regenerar el Cabanyal-Canyamelar y la Marina. Todo el equipo de gobierno del consistorio ha tomado como propio el desafío de recuperar estos barrios, no sólo en aspectos básicos de su urbanismo, sino también en otros relacionados con su estabilidad. En esta sensibilidad tiene un papel fundamental la pertenencia de varios concejales y responsables del Consell a estos distritos. Esos son los casos por ejemplo de la teniente alcalde Sandra Gómez, la concejal de Cultura Glòria Tello, o el secretario autonómico Josep Vicent Boira.
La primera ha situado la recuperación del Cabanyal-Canyamelar y del conjunto de la franja marítima entre los principales retos de la áreas de responsabilidad que dirige desde el ayuntamiento de Valencia (Turismo, Empleo…). Así, desde Empleo impulsa un proyecto para generar trabajo en el barrio a través de la construcción con lo que, por un lado, ayudará a las personas desempleadas de la zona (y también del conjunto de la ciudad) y, por otro, contribuirá a la rehabilitación de los edificios que se fueron abandonando por miedo a la prolongación de Blasco Ibáñez.
Igualmente desde Turismo prepara una línea de actuación centrada en las playas urbanas y el valor patrimonial y cultural dels Poblats Maritims, que la gente no sólo vaya a la playa, sino que sienta el barrio. “Se acabó la ciudad de espaldas al mar”, sentencia. “Vamos a darle la vuelta para que mire y se funda con su franja litoral”, asegura Gómez para quien els Poblats Marítims son de gran valor estratégico, por su “identidad propia y única”.
Algo que su socio de gobierno comparte. “Estos barrios son una joya y no quiero que se conviertan en otra cosa”, dice Ribó. “Yo quiero un Cabanyal respetado: en su trama urbana, en su vecindario, en su cultura marinera… Por eso no quiero hacer del Cabanyal algo que no es: no quiero que sea ni un gueto marginal, ni una nueva Marbella. Quiero que sea el barrio único que es, con su personalidad y con su gente. Con su diversidad”.
Esta nueva relación tiene como columna vertebral un claro cambio de paradigma. Lo resume sintéticamente Julio Moltó, de la Asociación de Vecinos de Nazaret: “Nuestro barrio era hasta ahora un problema, y a partir de ahora es una oportunidad; para la ciudad y especialmente para los propios vecinos”, dice.
Una idea con la que coincide la concejal de Cultura, Glòria Tello. “Sentimos un orgullo muy grande al comprobar el cambio radical que ha experimentado la relación entre el Ayuntamiento y los barrios que conforman su fachada marítima, que antes se veía como un problema y ahora es justo todo lo contrario. Ahora reconocemos la identidad de esos barrios y el gran potencial que hay en ellos. Ahora los proyectos ya no se hacen a costa de els Poblats Marítims sino que se hacen con ellos y en ellos, en sus calles y sus plazas”.
Restauraciones de lugares emblemáticos, como el Mercat del Grau, museos, la acción del Govern de la Nau es continuada. Algunos de estos proyectos darán frutos en breve, como la EDUSI Va Cabanyal!, que dejará cuatro millones en el barrio a lo largo de 2017. Otros se están haciendo. El área de Participación e Innovación que dirige concejal Jordi Peris, al igual que hizo con el proceso participativo que dio lugar a la EDUSI Va Cabanyal!, ha emprendido desde octubre uno similar en Nazaret. Con asociaciones y vecinos se está elaborando una estrategia integral. ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué necesitan? Las conclusiones de dicho proceso, que se puede seguir en una web, establecerán la directrices para el futuro parque.
En este viaje del desencuentro y el abandono al amor ha tenido un papel considerable la Conselleria de Obras Públicas que dirige María José Salvador, y muy especialmente su secretario autonómico Josep Vicent Boira, quien se encuentra detrás de varias de las iniciativas que están impulsando esta regeneración. Cinéfilo y geógrafo, participó hace más de veinte años en las movilizaciones contra la prolongación de Blasco Ibáñez. “No es una buena solución ni para la ciudad ni para el barrio”, aseguraba en 1996 en un debate en el Ateneo Marítimo. Y a luchar contra ello se afanó.
Ahora, dos décadas después, Boira forma parte de la administración autonómica que está reorientando su relación con estos barrios. Y lo hace como armonizador de todas las políticas que hay sobre el tapete. “Un cambio substancial en la visión del urbanismo y de la gestión territorial es avanzar en la coordinación de actuaciones”, comenta. “Es necesaria una visión global, coordinada e integrada que no trate las actuaciones como piezas aisladas, sino componentes de un conjunto”, añade.
Ése está siendo su trabajo. “Estamos consiguiendo con la participación ciudadana y la colaboración institucional entre Ayuntamiento, Puerto y Generalitat, que la fachada marítima de Valencia, desde el norte al sur, una pieza esencial en el territorio valenciano, adquiera coherencia, mejorando espacios de vida, creando oportunidades de trabajo y asegurando sostenibilidad del territorio”, dice.
Pero no toda la relación es idílica. Algunas asociaciones de vecinos no acaban de creerse las promesas. Así, José Antonio Barba, de Nazaret Unido, expresa sus dudas ante la viabilidad del proyecto de regenerar su barrio y se pregunta qué dirá el Ministerio de Fomento, de quien depende el Puerto de Valencia. Barba cree que se está anunciando “a bombo y platillo” propuestas que aún no son firmes y que él considera poco menos que promesas vanas.
Asimismo ha habido conflictos, especialmente con los vecinos de las pedanías Sur que han salido a la calle en dos ocasiones, la última hace medio mes, para protestar por la polémica remodelación de la CV-500. Los vecinos de El Perellonet incluso han llevado a la Conselleria de Obras Públicas a los tribunales.
Otros barrios, como la Malva-rosa, lamentan que siguen olvidados. Así, Pau Díaz comenta que si bien si han sentido un cambio en la relación con el ayuntamiento (“hasta ahora no teníamos interlocutor”), aún quedan otras muchas por hacer. “No ha habido ninguna actuación urbanística en la Malva-rosa. Entendemos que nuestros vecinos del Cabanyal han sufrido mucho, pero nosotros también tenemos unas carencias urbanísticas de decenios. Por no tener, no tenemos ni biblioteca ni punto de lectura”.
Y es que quedan asignaturas pendientes. Así lo constata Julio Moltó, de la Asociación de Vecinos de Nazaret, quien, tras alabar lo bueno de la nueva coyuntura, advierte de los interrogantes que aún se vislumbran. “Por primera vez en muchísimos años hay un ayuntamiento que nos ha escuchado. [El acuerdo con el Puerto para liberar al barrio] No es todo lo que queríamos, aunque es un paso muy importante en la buena dirección. Pero aún quedan muchas cosas sobre la mesa. No se cede la propiedad; sólo su uso. ¿Lo hacen por cuánto tiempo? ¿75 años? Hay que plantearse las cosas con más ambición”, dice.
Y espadas de Damocles, que penden aún sobre estos barrios, como el acceso Norte al Puerto de Valencia que reclama la Confederación Empresarial Valenciana. “No está en cartera, pero es un proyecto que cada cierto tiempo se saca”, recuerda Pau Díaz, de la Malva-rosa. Aunque sabe que en esta batalla cuentan con el alcalde como aliado. “Ribó dijo que con dinero del ayuntamiento no se haría”, comenta. Fue incluso más lejos, y poco antes del pleno de octubre aseguró que su ayuntamiento no permitiría un acceso norte que perjudicase a los barrios. “Por Cabanyal, Canyamelar, Malva-rosa y Grau no va a pasar”, se comprometió.
“Se trata, en definitiva, de cuidar a nuestra ciudad, y de tener en cuenta a sus vecinos y vecinas en casos como el de Nazaret, que merece una compensación después de que sus playas le fueran arrebatadas”, explica Ribó. “Por eso considero de vital importancia la gran zona verde que será el Parc de Desembocadura, así como la zona de uso deportivo preparada alrededor del barrio”, dice. Una actuación que derribará el muro que impedía a Nazaret mirar al mar. Ahora ya nadie puede decir que la ciudad está de espaldas al Mediterráneo.