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CRÍTICA DE CINE

'Valenciana', la catarsis total de los fantasmas de los 90

Culturplaza analiza los largometrajes de la Sección Oficial de Cinema Jove 2024

14/06/2024 - 

VALÈNCIA. "Las cosas más inverosímiles de esta función son todas ciertas y las más verosímiles nos las hemos inventado". Estas palabras las firmó el dramaturgo Jordi Casanovas allá por 2019, cuando presentó a público y medios Valenciana. La realidad no es suficiente, que por aquel entonces se estrenaba sobre las tablas del Teatre Principal de València. Mucho ha llovido –especialmente en la última semana- desde ese encuentro en el que desgranaron los detalles de una propuesta que asumió la difícil tarea de convertirse en el espejo definitivo de esos años de Bakalao, desfase político y trauma, un reflejo que se nos devuelve complejo y cargado de matices.

Muchas cosas han cambiado desde aquellos años noventa, sí, y otras no tanto. Y todas ellas encuentran su lugar en un puzzle llamado Valenciana que ahora conquista la gran pantalla. El punto de partida nos lleva al mismo espacio, a ese Teatre Principal que hace unos años acogía el estreno de la obra de Casanovas y que también será el escenario para el estreno de su adaptación al cine, como parte de la Sección Oficial del festival Cinema Jove, que se celebra del 20 al 29 de junio. Ha sido Jordi Núñez (El que sabem) quien ha tomado el mando en la dirección de un largometraje que mantiene el espíritu de la obra al tiempo que añade nuevas capas, ofreciendo una mirada poliédrica a un pasado que sigue estando muy presente.

La película cuenta la historia de tres jóvenes periodistas que tratan de encontrar su lugar en la “España del progreso” y las Olimpiadas, un escenario marcado por la Ruta del Bakalao y el asesinato de las niñas de Alcàsser, que marcó a toda una generación. A través de los relatos cruzados de Valeria, Ana y Encarna –interpretadas por Ángela Cervantes, Tània Fortea y Conchi Espejo- va tomando forma la historia de cada una de ellas y también la de una sociedad con más de una cuenta pendiente, una narración a tres bandas que ahonda en los fantasmas del pasado de una València que está hoy obligada a mirarse de frente, aunque no sea fácil.

Lo hace ‘colando’ una cámara en los despachos de una Radiotelevisión Valenciana que exprimió un crimen que conmocionó a toda un sociedad. También en los de un alcalde de Benidorm con más ambición que escrúpulos, un manipulador escondido tras la fachada de galán al que da vida Fernando Guallar. Machismo, abuso de poder, miedo, manipulación y corrupción son algunos de los fantasmas a los que Valenciana pone cara, voz y cuerpo en un relato que explica las miserias de la sociedad a ritmo de bakalao. 

Con todo, la cinta pasa de puntillas por la escena festiva y musical que marcó la Ruta para poner toda la carne en el asador en su disección de las prácticas de la política y los medios de comunicación, por separado y en conjunto, de la época. Es en este baile de despachos donde Valenciana da la diana, con un relato que se nutre de lo aparentemente sencillo para hacer una fotografía de los mecanismos poco épicos -y poco éticos- que hay tras el ansia de control, una 'fiesta' que encuentra su humanidad en las dudas, contradicciones y errores de Fortea y Espejo, que encarnan a una periodista y a la presidenta de Canal 9 respectivamente.

La cinta se entiende como producto aislado pero también como parte de un mosaico mayor de productos culturales que, muy especialmente en los últimos años, se han propuesto dar forma al relato de esa València que está tan cerca y tan lejos de la actual. Entre ellos, la cinta de Jordi Nuñez ambiciona -de manera consciente o no- ser el relato definitivo y global de unos años noventa que todavía resuenan en nuestra cabeza, una película que se erige como una catarsis colectiva de esa 'fiesta' que se fue de madre, enfrentándonos a unos demonios extrañamente familiares, a escenarios que conocemos bien y que, al mismo tiempo, nos resultan un tanto lejanos. Los conocemos y, a la vez, no. Nos reconocemos y, a la vez, no. Puede que, al final, la realidad no sea suficiente. 

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