Resulta estimulante ver cómo los de Valencia Vibrant sacan a debate la imagen real de la prometida (y a veces maldita) “marca Valencia”
VALENCIA. Si vas a Nápoles, no digas a un napolitano que estaban mejor bajo los Borbones. Te lo dirá él. En Grecia no se te ocurra citar el esplendor de la Grecia antigua: antes elogia la Grecia moderna antes de que te convenzan de que sus contemporáneos Tsipras y Pavlopoulos son mejores que Pericles. Los años demuestran a uno que la gente no quiere ser contrariada ni estimulada en sus certitudes, en sus prejuicios y en sus convencionalismos: Intentar hacerlas cambiar de idea es un acto de violencia. En Madrid de nada sirve afear la costumbre de orinar en las calles o intentar convencerles de que son tan nacionalistas como los danzantes de sardanas de la Plaça Sant Jaume cuando afirman que son gatos de tres generaciones o que conservan la fusta de su abuelo que fue cochero.
Por eso resulta aún más estimulante ver, tras enconados lustros de rodillo, cómo los de Valencia Vibrant sacan a debate la imagen real de la prometida y a veces maldita “marca Valencia”. Después de tantas señas de identidad convertidas en tótem tribal, esas tradiciones al abrigo del efecto Tordesillas, aquella televisión pública de idioma multiforme según el populismo doctrinario y de ídolos de cemento disimulados bajo finas capas de trencadís autóctono, no estamos seguros de si el lema patrio es “dos veces leal”, “amunt València”, “la tierra de las flores”, “vergonya, cavallers”, o “ieee… això ho pague jo!”.
La cita, en esta ciudad capaz de pasar sin pestañear de la Ruta del Bacalao a la Ruta de la Seda, fue en el espacio de la altruista asociación Sporting Club Russafa (calle Sevilla, 5), antigua fábrica, club de boxeo y de fútbol, hoy dedicada a espacios culturales, danza, actuaciones musicales, cine, teatro, encuentros literarios y cualquier cosa interesante y multi-algo que se precie.
Conducida por los co-fundadores de Valencia Vibrant Eugenio Viñas, Vicent Molins y César Gómez-Mora (con Quique Medina y un Ramón Marrades conectado por Twitter, porque estaba en Barcelona) y convocada junto a la Asociación Valenciana de Empresas de Comunicación Publicitaria, el encuentro reunió a gentes de ayer, hoy y seguramente del futuro: publicistas, empresarios, creadores, comunicadores y representantes de las instituciones:
Primaron los expertos en el mundo del eslogan pasajero y las formas perdurables: Enrique Pernía, presidente de la Asociación de Empresas de Comunicación Publicitaria de Valencia; Xavi Sempere de CuldeSac; Luis Piquer, de Publips; Alexia Grau del espacio de formación en creatividad y diseño Hoala; el arquitecto Carlos Salazar; Vicente Vañó, de la agencia Taxi; el fotógrafo Toni Martín Marco; la arquitecta de corazón Mercedes Navarro; Juan Manuel Bauxauli, del grupo turístico Geisha; o el arquitecto Salva González de la singular tienda de souvenirs Atypical Valencia.
El formato de los encontres vibrants, deja una silla siempre libre al centro de un rogle para que sea ocupada por quien quiera intervenir. Es como una especie de sillón de Friends, donde siempre se espera a alguien. En esta ocasión, los conductores llamaron además a nuevos invitados para que ocuparan los asientos que hacían abandonar a los anteriores para hacer más fluidas las opiniones, cosa que funcionó y consiguió que un gran número de asistentes participara en vez de quedarse pasivamente escuchando.
En primera fila, atento a todo como un lebrel esperando a la liebre, estaba Emiliano García de Casa Montaña; a su lado, Santiago Mañez, director del hotel de cinco estrellas Palacio Marqués de Caro, que sostuvo la postura más tradicional de la epicúrea imagen valenciana. Visiones diversas y modernas fueron añadidas por Carmina Ibáñez y Marisa Gallén, diseñadoras del último cartel del 9 d´octubre: Marisa defendió públicamente la unidad, al menos administrativa, de los diseños ciudadanos; por ejemplo, que los rótulos de los comercios tengan una mínima coherencia entre ellos y que, al entrar en la ciudad, esta tenga pinta de una ciudad única, no de un batiburrillo de elementos urbanos mezclados como en un contenedor de un todo a cien. La coherencia, ese El Dorado que nos queda por descubrir en un país de gestos y de ideas tradicionales que se repiten, como cuando pasa una banda de música por la calle y los transeúntes se ponen a caminar al ritmo de la marcha.
Así que escuchamos el análisis de Valencia desde el punto de vista de Cristina Grau, periodista en busca de nuevos proyectos; del de esa figura con futuro y envidiable mata de cabello con corte escalonado, Carlos Madrid, director del Festival La Cabina; de la de Paco Tormo, que propuso crearnos -y sospecho que vendernos- joyas personalizadas de su start-up Singularu para regalar en Navidad; la de Enric Navarro, llaurador y director de Terra i Xufa; la del director de El amor no es lo que era, Gaby Ochoa; y también desde el prisma (me moría por usar esta palabra) de Salvia Ferrer, que aún no se ha repuesto del Intramurs ni a base de arrebatarle el móvil y encadenarla frente a una chimenea en una casa de campo.
Estuvieron también Quique Medina, responsable de Comunicación de La Rambleta, Maite Ibáñez, de La Nau y Carlos González Triviño, abogado y coordinador del Centenario Ignacio Pinazo, que otra ocasión bauticé como periodista y se enfadó muchísimo conmigo, cosa comprensible.
Por supuesto, salieron al aire palabras atómicas como “contexto”, “objetivos”; los lastres y a la vez motores “paella” y “fallas”; muchos hiperónimos y, sobre el diván -quien sabe si psicológico o ya psiquiátrico- opiniones sobre cómo nos vemos, nuestra personalidad, la desconfianza, la bondad del producto, lo real y lo fabuloso; reflexiones sobre la necesidad o no de políticos falleros o anécdotas sobre empresarios que maquillan sus orígenes.
Participantes de las instituciones fueron Antonio Losada, de Canviem entre Tots; Carlos Galiana, que debería hacerse las tarjetas de visita en una serpentina porque es Regidor de Comercio, Control Administrativo, Espacio Público y Relaciones con los Medios de Comunicación en el Ayuntamiento por Compromís; Pere Fuset, concejal de Cultura de Compromis y sin embargo Presidente de la Junta Central Fallera; la secretaria de Cultura de la Ejecutiva Comarcal del PSPV-PSOE, Maite Ibáñez. Yo extraje de sus opiniones la tautología que todo el mundo sabe: como no se gastó el dinero en lo que se tenía que gastar, así que ahora que no hay, se debe empezar desde el principio, concretamente desde “Locura de amor”, de Juan de Orduña, 1948, y sin red.
Como no aparecieron representantes del PP me acerqué por la presentación del Mercadillo Benéfico de la Orden de Malta que está ahora en la calle Hernán Cortés, con las muy serias Damas y colaboradoras de la Orden como la Ilma. Sra. D.ª María Jesús Trénor y Trénor, Dama de Honor y Devoción (que logró unos excelentes resultados económicos el año pasado), los Ilmos. Sres. D. Vicente García-Menacho y Osset, Caballero de Honor y Devoción en Obediencia, D. José Mª Selva Ros, Caballero de Honor y Devoción o D. Francisco Pérez de los Cobos Gironés, Caballero de Gracia y Devoción en Obediencia. Ojalá la delegación de esta honorable orden imite a su homóloga de Madrid y hagan campeonatos de bridge, que es un deporte apasionante. Como no existe nada legítimo porque el gobierno no corresponde al contrato social y los concursos son ganados por una sociedad secreta cuyo objetivo es obtener ganancias y favores en perjuicio de la gente honesta, el bridge y los mercadillos solidarios son nuestra tabla de salvación moral.
El moderno local que aloja el mercadillo -antes tienda de moda del diseñador fetiche de Rita, Alex Vidal, está repleto de cacharritos y galletas de chocolate con dibujos navideños en azúcar glass; no pude ver el piso superior porque se accede por una escalera sin barandilla de esas que, si te distraes, no lo cuentas; ahora la tienda de Alex está sita en la zona de Poeta Querol, la milla de oro, pero me han dicho que la lleva el niño.
Satisfecho de comprobar que la alta sociedad valenciana se vuelca en la filantrópica misión de socorrer a los pobres, me presenté dispuesto a pasar una velada de lujo en la joyería Marfil de la calle Cirilo Amorós, que ha cumplido su décimo aniversario. La familia Marfil Tallada tiene ese saber estar que no se aprende en manuales sino que se trasmite de manera natural a través de las generaciones, en este caso tres que yo conozca, desde que Manuel Marfil fundara en 1978 su primera sociedad dedicada a la comercialización de perlas cultivadas. María José Tallada lucía unos pendientes de diamantes que no deslumbraban más porque sabe ser discreta. Los hermanos Héctor, Begoña y Paloma Marfil tuvieron el buen gusto de amenizar la velada con dos excelentes músicos como Roberto Capella y José Luis Porras y de organizar todo ayudados por el personal de la joyería con Bruno Rubio, delegado de ventas, a la cabeza. Abrieron la temporada de ventas navideñas invitando a champán y bocaditos mientras los escaparates -sin duda dotados de algún sistema oculto de seguridad- exhibían las espectaculares joyas de estilo antiguo isabelino hechas a mano, tiaras para novias, topacios, turmalinas y jades que un orfebre in person, Alberto Peris, engarzaba en un rincón del local, al lado de la vitrina de pendientes desmontables que pueden diseñar sus poseedoras a su capricho según requiera la ocasión y la largura.
No hay nada más apasionante, para un intelectual progresista-reaccionario como yo, que escuchar las conversaciones anónimas que tienen lugar en el Plá del Remei contemplando a esos protagonistas que te transportan mágicamente a la taberna de la Guerra de las Galaxias: “María Dolores, un abrazo a tu marido, ahora voy a entrar en uno de estos temas”, “Tú sabes, Carlos, que te lo agradezco un montón”, “Mientras la clase media no mejore ganará el PP, te lo digo yo que soy un inmovilista”, “No puedo beber champán porque tiene azúcar”.
En este barrio donde nací tenemos un profundo amor a lo freak porque nos une con nuestra realidad intrínseca, cuando esa tienda de moda era de Pilar, la planchadora, aquella joyería era la taberna de los Ventura, esa boutique el ultramarinos de los Espert y la otra la lechería de los Barberá, donde vendían la fruta que les sobraba de sus campos. Nos encanta ver que la moda del barrio permite ir a las mujeres sueltas y a los hombres apretados como morcillas en sus chaquetas, las Cruellas de Ville compiten con los centros florales; allí, un ejemplar de minion gigante con dilatadores de lóbulos; allá, un Greystoke con chaqueta de terciopelo salpicada con elementos de Pityriasis Furfuracea.
Emergiendo entre ellos como héroes de una batalla griega, los invitados VIP, encabezados por Mayren Beneyto: Ángeles Casanova, empresaria de Caster Alimentación; el futbolista David Albelda con su esposa; dos grandes diseñadores: Valentín Herráiz y Prensen Rodríguez con su hija, la presidenta de CECOVAL, Maribel Cosme. Creadores muy valorados que, por cierto, trabajaron con la diseñadora Gloria Hernández que lanza ahora su nueva marca: ropa para gente que lee.
También estaban el sastre Antonio Puebla y el diseñador Rafa Sánchez; el peluquero Rafael Moreno; la abogada Lourdes Millet; Irina Manglano Beneyto, sucesora de la estirpe de Reinas de los Juegos Florales iniciada en los 50 por MªJulia Martínez de Vallejo Manglano y Pilar Manglano Trénor; el abogado Javier Edo, los hermanos Jorge, Vicente y Andrés Morata, el impetuoso Javier Monedero, de Dicoval, distribuidor de Moët y Chandon. Entre los asistentes se sortearon unos pendientes y unos gemelos que recayeron en Ramón Ruiz y el pediatra Juan Antonio Murgui.
Y mientras todo esto sucedía, la La Orquesta de Valencia dirigida por Yaron Traub descansaba para debutar su proyecto social ante 250 presos preventivos de la cárcel de Picassent. Tuvieron un bis con las Danzas húngaras de Brahms y siguieron por el Hospital de La Fe con la Sinfonía de los Juguetes de Mozart. Dispuestos a renovarse y no caer en los abismos de lo privado, han creado “Música para Bebés”, un proyecto pionero que compagina música clásica en directo, percusión, arpa, saxo y voz, con proyecciones multimedia en colores llamativos, para que 40 bebés de hasta doce meses, acompañados por un familiar en cada sesión, descubran pequeñas composiciones de música clásica en un ambiente estimulante. Será para los días 31 de mayo, 1, 2 y 3 de junio y las inscripciones, a partir del próximo 14 de abril, se pueden hacer a través de llamada telefónica: 963375020 (De 12´00 a 14´00 horas) Ext. 8036.
Los de Valencia Vibrant buscaban la imagen de la Valencia actual: ¿No es este conjunto de personalidades la expresión de nuestras fuerzas centrífugas y centrípetas? Las causas son los logaritmos de los efectos: inspirándonos en esta mecánica newtoniana podremos saber más de nosotros que Ulises, que vio muchas ciudades y conoció el carácter de las personas.