CASTELLÓ. Doctor Ingeniero Agrónomo por la Universitat Politècnica de València (UPV) y especialista en Entomología, Alejandro Tena Barreda afronta su primera etapa como director del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) con el propósito de fortalecer el papel de la ciencia como aliada estratégica del campo valenciano. Bajo su dirección, el centro trabaja para anticiparse a los grandes desafíos que marcarán el futuro de la agricultura —la sanidad vegetal, el cambio climático, el uso sostenible del agua y la fertilización— así como de la ganadería, y para garantizar que los avances científicos lleguen al productor. Con una trayectoria de más de veinte años en investigación aplicada, Tena defiende una gestión basada en el rigor científico, la transferencia de conocimiento y la colaboración directa con el sector productivo.
-¿Cómo ha influido su trayectoria como entomólogo en la forma de liderar el IVIA?
-A lo largo de mi carrera me he dedicado principalmente a la entomología, es decir, al control de plagas, una de las ramas principales de la sanidad vegetal. Este es actualmente uno de los mayores retos que afronta la agricultura, no solo valenciana, sino también nacional e internacional. Vivimos en un mundo globalizado, con un intenso movimiento de material vegetal y de personas, lo que facilita la propagación de plagas y patologías. Por tanto, uno de los grandes desafíos de la agricultura actual es afrontar la llegada de nuevas plagas y patologías. Desde la dirección del IVIA, mi trayectoria científica está muy vinculada a este ámbito, ya que debemos seguir avanzando en la prevención y control de estas amenazas. Creo que los más de veinte años de experiencia que llevo investigando en este campo serán muy útiles durante mi etapa al frente del instituto.
-Desde que asumió la dirección a principios de este año, ¿cuáles han sido las prioridades que ha marcado para el IVIA y qué áreas de investigación considera más relevantes para el sector agrario de la Comunitat Valenciana?
-Desde el punto de vista científico y técnico, las prioridades del IVIA son claras. La primera es la sanidad vegetal: la lucha contra las plagas y enfermedades, y el desarrollo de nuevas metodologías que proporcionen a los agricultores herramientas eficaces para afrontarlas, siempre con métodos que permitan que la fruta llegue al mercado sin residuos y con el menor impacto ambiental posible. Nos encontramos además en un contexto de cambio climático: cada vez tenemos menos horas de frío, las plagas desarrollan más generaciones al aumentar las temperaturas, y sufrimos olas de calor en épocas inusuales, como mayo o junio, que afectan directamente a los rendimientos agrícolas. Por eso, debemos trabajar no solo en sanidad vegetal, sino también en la mejora del material vegetal, desarrollando nuevas variedades y patrones de cítricos, caqui o aguacate mejor adaptados al cambio climático. Son líneas de investigación a largo plazo, pero esenciales.
El agua es otro de los grandes retos. En el IVIA llevamos a cabo proyectos para mejorar el uso de aguas residuales o con alto contenido en sales, optimizando su aplicación en momentos concretos para maximizar la eficiencia. Lo mismo sucede con la fertilización: debemos desarrollar herramientas que permitan optimizar la fertilización para reducir costes al agricultor y minimizar el impacto ambiental sin disminuir la producción. El IVIA también trabaja en el ámbito de la ganadería, especialmente en la implementación científica del bienestar animal, buscando un equilibrio entre bienestar y productividad. Además, investigamos en la reutilización de residuos agrarios para la elaboración de piensos y en la mejora de la nutrición animal.
Por último, la postcosecha y la mecanización son líneas estratégicas fundamentales, especialmente para una comunidad exportadora como la valenciana. Desde el IVIA trabajamos intensamente para desarrollar nuevas estrategias y maquinaria altamente robotizada de procesado de fruta, tanto en campo como en el almacén. Gracias a estas estrategias y desarrollos, nuestras frutas y hortalizas pueden llegar en perfecto estado a los mercados internacionales con un mínimo de mano de obra.
-El IVIA está formado por siete centros de investigación y el Servicio de Tecnología del Riego. ¿Con cuántos investigadores cuenta actualmente? ¿Considera que son suficientes para afrontar los retos de la investigación científica del sector agrario valenciano?
-A cualquier director del IVIA le gustaría disponer de más personal investigador, ya que siempre surgen nuevas líneas para reforzar el sistema agrario. Actualmente contamos con una plantilla muy sólida. Es cierto que hace siete u ocho años sufrimos una crisis importante, pero en los últimos tiempos hemos reforzado notablemente el equipo científico. En la actualidad, el IVIA cuenta con 45 investigadores e investigadoras y una plantilla total de unas 250 personas entre personal científico, técnico y administrativo. Además, colaboran con nosotros numerosos estudiantes y científicos visitantes, tanto nacionales como internacionales. En total, entre plantilla propia y colaboradores externos, somos alrededor de 350 personas distribuidas entre los tres centros: Moncada (sede principal), Segorbe (especializado en ganadería) y Sueca (dedicado a la investigación del arroz). Un proyecto destacado de este año son los 30 contratos 'Marisa Badenes', destinados a la formación de jóvenes investigadores e investigadoras mediante la realización de sus tesis doctorales en el IVIA. Es un paso importante para reforzar la base científica de futuro.
-Recientemente, la Universidad de Stanford ha incluido a varios investigadores del IVIA, entre ellos usted mismo, en la lista del 2% de científicos más citados del mundo. ¿Qué supone este reconocimiento para el instituto?
-Cualquier reconocimiento siempre es bienvenido. Me alegra especialmente que nuestros investigadores e investigadoras sean reconocidos por su trabajo, porque refuerza el papel dual que desempeña el IVIA: realizar investigación de excelencia y, al mismo tiempo, trasladar ese conocimiento al campo. Nuestro personal investigador no solo publica en revistas científicas o participa en congresos internacionales, sino que también imparte charlas en cooperativas, ensaya en parcelas de agricultores y asesora a entidades públicas. Esa combinación de ciencia aplicada y transferencia práctica es lo que nos define. Que una parte de ese trabajo sea reconocida a nivel internacional es una satisfacción y un estímulo para seguir avanzando.
-Uno de los grandes desafíos de la investigación agraria es lograr que los avances científicos lleguen al pequeño productor. ¿Cuál es la clave para que los desarrollos del IVIA se traduzcan en mayor rentabilidad y futuro para la agricultura valenciana?
-Después de veinte años de experiencia, he aprendido que los agricultores aplican lo que ven que funciona en el campo. Por eso es esencial estar en el campo, realizando ensayos y demostraciones para que puedan comprobar los resultados. En investigación, de cada cinco cosas que probamos, cuatro no funcionan, pero cuando los agricultores ven en el terreno lo que sí da resultado, lo adoptan y lo comparten con otros. Esa es la mejor forma de transferencia del conocimiento. Además, participamos activamente en cursos, jornadas y ponencias organizadas por cooperativas y sindicatos agrarios, y difundimos resultados a través de publicaciones técnicas. Pero, sin duda, lo que se ve en el campo es lo que perdura.
-La citricultura es especialmente relevante en la provincia de Castellón. ¿En qué ámbitos específicos está trabajando el IVIA para apoyar a este sector y cuáles son los principales retos actuales?
-El reto más importante es la sanidad vegetal. En los últimos diez años, especialmente en la provincia de Castellón, hemos sufrido la llegada de nuevas plagas como el cotonet, que ha provocado pérdidas de hasta el 80% en algunas explotaciones. Frente a ello, desde el IVIA hemos trabajado en la cría, mejora genética y suelta de un parasitoide, junto con el Servicio de Sanidad Vegetal, lo que ha permitido reducir considerablemente el problema. Es un buen ejemplo de cómo debemos actuar en este ámbito. Otra línea clave es el desarrollo de nuevas variedades y patrones de cítricos adaptados a las necesidades actuales del sector y del mercado, que demanda mandarinas fáciles de pelar, sin semillas y con buena calidad organoléptica desde octubre hasta abril. Castellón ha sido históricamente la cuna de la mandarina, y debe seguir siéndolo, de la mano del IVIA y de sus programas de mejora genética.
-¿Con cuántas variedades nuevas de cítricos trabaja actualmente el IVIA para su futura comercialización?
-En el IVIA desarrollamos nuevas variedades a partir de hibridaciones o irradiaciones de material vegetal. De miles de combinaciones iniciales que tenemos, muchas se descartan por no aportar mejoras agronómicas. De cada mil, aproximadamente una llega al mercado. En la actualidad estamos trabajando con seis nuevas variedades de cítricos —cuatro mandarinas y dos pomelos— que esperamos poner a disposición del sector a lo largo del próximo año. Conozco bien el programa y estoy convencido de que en los próximos años surgirán muchas más. Nuestro objetivo es obtener variedades y patrones que se adapten mejor a escenarios climáticos extremos, como olas de calor o inundaciones.
-El IVIA ha impulsado proyectos como la digitalización de la fertirrigación y la implementación de riego ecológico sostenible. ¿Cómo contribuyen estas innovaciones a la eficiencia y sostenibilidad de la agricultura valenciana?
-Nuestras líneas de investigación en riego y fertilización se centran principalmente en cítricos y otros cultivos emergentes, como el aguacate o el caqui. En estos últimos, estamos determinando sus necesidades hídricas bajo las condiciones específicas de la Comunitat Valenciana. En los cultivos más conocidos, como los cítricos, desarrollamos proyectos más avanzados, como por ejemplo el uso de aguas residuales o de origen marino. Quisiera destacar el Servicio de Transferencia de Tecnología del Riego, que publica diariamente las necesidades hídricas de los cultivos. Invito a todos los agricultores a consultar su web, una herramienta muy útil con abundante información práctica. En fertilización, también trabajamos en el diseño de nuevas herramientas digitales que permitan optimizar el uso de fertilizantes. Estas herramientas se están desarrollando principalmente para cítricos, pero se ampliarán a otros cultivos siguiendo las nuevas normativas.
-¿Qué papel juegan los proyectos europeos y la colaboración con el ámbito privado en la investigación agraria valenciana?
-La principal fuente de financiación del IVIA procede de la Generalitat Valenciana, como corresponde a un centro público autonómico. Dicho esto, también competimos en convocatorias nacionales y europeas para recabar fondos. A pesar de contar con un número reducido de investigadores en comparación con grandes universidades y centros públicos, el IVIA es altamente competitivo y logra de forma continuada proyectos europeos y nacionales. Además, mantenemos una colaboración constante con el sector agrario valenciano —empresas, cooperativas y organizaciones profesionales—, una línea que queremos seguir reforzando. Nos gusta trabajar de la mano del sector, y las empresas interesadas tienen las puertas abiertas para colaborar con nosotros a través de contratos de investigación. Reforzar la financiación obtenida en los proyectos competitivos y con el sector agrario valenciano será, sin duda, una de nuestras líneas de trabajo en los próximos años.