CASTELLÓ. Las lluvias persistentes de los últimos días han puesto el punto final a una campaña de clemenules especialmente complicada en la provincia de Castellón y, por extensión, en buena parte de la Comunitat Valenciana. El exceso de humedad ha provocado pérdidas significativas en la recta final de la recolección de esta variedad, pero al mismo tiempo ha dejado un balance agronómico con claroscuros: mientras se confirma el cierre de la primera parte de la campaña citrícola con bajos precios en destino y cuantiosas pérdidas por las lluvias de las últimas semanas, el campo encara la segunda mitad con mejores expectativas productivas y de mercado.
El secretario general de La Unió Llauradora i Ramadera, Carles Peris, subraya que, desde el punto de vista general, el episodio de lluvias "no ha causado graves daños en la agricultura de la provincia de Castellón”, donde no se ha registrado granizo. Las precipitaciones han favorecido la recarga de acuíferos, los cultivos de secano y la regeneración de pastos, además de aportar nieve en zonas del interior, un factor también beneficioso para las reservas hídricas. No obstante, el impacto varía de forma notable según cultivos y momentos del calendario agrícola.
En cítricos y hortalizas, la lluvia ha obligado a paralizar la recolección y ha agravado los problemas en las variedades más sensibles y en el tramo final de esta fase de la campaña. “Lo que quedaba de clemenules o de alguna clementina ya no será aprovechable”, señala Peris, en referencia a la aparición de aguado y al riesgo de hongos asociado al exceso de humedad. De hecho, la campaña de clemenules se da ya por finalizada en Castellón y Valencia, según el último informe de mercados en origen de la Conselleria de Agricultura, mientras que solo en la Vega Baja queda todavía parte de la producción por comercializar.
Las cifras confirman el alcance del problema. AVA-ASAJA estima que los retrasos en la recolección y las lluvias de diciembre han provocado la pérdida de más de 75.000 toneladas de cítricos, principalmente clemenules en la provincia de Castellón, con un impacto económico que asciende a 28 millones de euros, según la entidad. A estas pérdidas se suman otros tres millones derivados del último temporal, lo que eleva a 31 millones el balance negativo del mes de diciembre en el conjunto del campo valenciano. La organización agraria vincula buena parte de estos daños a problemas de pixat y podredumbre en fruta que no fue recolectada en su momento óptimo.
El efecto de la meteorología adversa se suma a otros factores que han lastrado la primera parte de la campaña citrícola provocando un cierre en negativo. Desde la Unió, su secretario general considera que "más allá de las compras iniciales a precios altos, esta primera fase de la campaña no ha dado buenos resultados". Un mercado saturado por la sobreoferta de fruta sudafricana en el arranque de la campaña, poca demanda en Europa, precios bajos en destino e incumplimientos de contratos denunciados por las organizaciones agrarias han dejado un balance decepcionante para la mayoría de productores.
El foco se desplaza ahora hacia las variedades de segunda temporada, que están mostrando un comportamiento sensiblemente mejor frente a la lluvia. Según el calendario citrícola, quedan entre 10 y 15 días de recolección de Hernandina, una clementina tardía que “suele aceptar bien el agua”, así como híbridos como Tango, Nadorcott, Leanri o Clemenvilla. Estas variedades, aunque no están exentas de algún episodio puntual de aguado en las zonas más bajas del árbol, toleran mejor el exceso de humedad e incluso se han beneficiado de un aumento de calibre.
Reactivación de compras y demanda
El propio mercado empieza a reflejar este cambio de tendencia. Según la Conselleria, en Valencia han comenzado las compras de Clemenvilla y otros pequeños cítricos de segunda temporada como Tango y Nadorcott, mientras que, aunque algunas cotizaciones han registrado ligeros descensos, el conjunto del mercado apunta a una progresiva reactivación. En naranjas, variedades como la Navelina y la Salustiana se mantienen estables, a la espera de comprobar la evolución tras las lluvias.
Carles Peris destaca, además, un factor clave para las próximas semanas: el desabastecimiento puntual de los mercados y de los almacenes como consecuencia de la paralización de la recolección. “Cuando se levante el tiempo habrá buen ritmo de recolección y demanda”, afirma, al tiempo que apunta a una mejor tendencia de subida de precios en destino. Si no se repiten episodios de lluvias persistentes, el sector confía en acelerar la recolección y en que la segunda parte de la campaña pueda compensar “la mediocridad de la primera, en la que no hemos encadenado ningún factor positivo”.
El balance territorial, sin embargo, es desigual. Tanto La Unió como AVA-ASAJA sitúan los daños más importantes en comarcas de Valencia y Alicante, donde las lluvias intensas, en algunos casos acompañadas de pedrisco, han afectado a unas 23.000 hectáreas de cítricos, caqui y hortalizas, además de causar arrastres de tierras e incidencias en infraestructuras de riego. En estas zonas, las organizaciones agrarias alertan del incremento de costes por la necesidad de aplicar tratamientos fungicidas y reclaman agilidad en las peritaciones de Agroseguro, así como ayudas directas y medidas fiscales para las explotaciones más afectadas.
Con todo, el campo valenciano encara el inicio de 2026 con un escenario dual: una campaña de clemenules cerrada con importantes pérdidas económicas, pero también con unas reservas hídricas reforzadas y unas perspectivas más favorables para las variedades de segunda temporada. Un equilibrio frágil que dependerá, en buena medida, de la estabilidad meteorológica de las próximas semanas.