CASTELLÓ. La presencia de cítricos procedentes de Perú en el mercado comunitario sigue ganando peso y empieza a consolidarse como un factor a tener en cuenta para el sector citrícola europeo, y en especial para el valenciano. Los datos de comercio exterior correspondientes a 2025 confirman un crecimiento sostenido de las importaciones, con una especial incidencia en los pequeños cítricos, el segmento que compite de forma más directa con la producción valenciana.
Entre enero y octubre de 2025, la Unión Europea importó 41.217 toneladas de pequeños cítricos peruanos, un 32% más que en el mismo periodo de 2024 y un 30,5% por encima de la media de los últimos cinco años. Este volumen ya representa el 8% del total de importaciones comunitarias de pequeños cítricos, una cuota todavía limitada, pero creciente y cada vez más concentrada en momentos sensibles del calendario comercial europeo.
Si se amplía el foco al conjunto de cítricos —incluyendo pequeños cítricos y naranjas—, las cifras refuerzan esta tendencia. En la campaña comprendida entre septiembre de 2024 y agosto de 2025, las entradas de cítricos peruanos en la UE alcanzaron 63.260 toneladas, lo que supone un incremento del 30% respecto a la campaña anterior y un 44,2% más que la media quinquenal.
El solapamiento de campañas, en el centro del debate
Más allá del crecimiento agregado, uno de los elementos que más inquieta al sector productor nacional es la concentración temporal de los envíos. Tanto en la Unión Europea como en el mercado español, las importaciones de cítricos peruanos se intensifican en agosto y septiembre, coincidiendo con el final de la campaña del hemisferio sur y el arranque de la campaña citrícola del hemisferio norte.
En el caso concreto de los pequeños cítricos, de las 41.217 toneladas importadas por la UE entre enero y octubre de 2025, 11.678 toneladas entraron en agosto y 9.931 toneladas en septiembre. Es decir, casi la mitad de todos los envíos del año se concentraron en solo dos meses, justo cuando comienzan las primeras recolecciones y exportaciones de cítricos españoles y valencianos.
Este solapamiento incrementa la presión comercial en el inicio de campaña, un periodo clave para la formación de precios y para la salida ordenada de las primeras variedades nacionales.
El mercado español no es ajeno a esta evolución. Entre enero y septiembre de 2025, España importó 7.509 toneladas de pequeños cítricos procedentes de Perú, por un valor de 9,6 millones de euros. En el mismo periodo de 2024, las entradas fueron de 4.970 toneladas, valoradas en 6,1 millones de euros.
En términos interanuales, esto supone un aumento del 51% en volumen y un incremento del 57% en valor, lo que refleja no solo un mayor flujo comercial, sino también un encarecimiento medio del producto importado.
Un potencial productivo aún lejos de su techo
El avance de Perú en los mercados internacionales no es casual. Según recoge el medio especializado Fresh Plaza, el país sudamericano produce alrededor de 1,7 millones de toneladas de cítricos al año, pero solo exporta el 17% de su producción. Aun así, las mandarinas —especialmente las variedades tardías— se han convertido en el motor de su expansión exterior.
“El día que Perú se proponga exportar todo lo que produce, puede cambiar el tablero internacional”, advierte en Fresh Plaza Sergio del Castillo Valderrama, gerente general de ProCitrus, la Asociación de Productores de Cítricos del Perú. Actualmente, el 75% de las exportaciones citrícolas peruanas son mandarinas, con un peso creciente de variedades tardías sin semillas como W. Murcott, Tango, Nadorcott u Orri, precisamente las más demandadas en los mercados europeos.
El país cuenta con unas 80.000 hectáreas de cítricos, de las cuales 22.000 se destinan a mandarinas, y dispone aún de miles de hectáreas potencialmente cultivables. Además, el sector ha experimentado una profunda modernización: el 98% de las explotaciones asociadas a ProCitrus utiliza riego tecnificado, frente al riego por inundación dominante hace apenas dos décadas.
Aunque Perú representa hoy menos del 1% de la producción mundial de cítricos y menos del 0,4% del comercio internacional, su evolución exportadora, su apuesta varietal y la progresiva profesionalización del sector explican por qué se ha convertido en un competidor emergente, especialmente en el segmento de pequeños cítricos.
Para la citricultura valenciana y española, el desafío no reside solo en los volúmenes actuales, sino en la tendencia de crecimiento y en la coincidencia temporal de las campañas, un factor que seguirá marcando el debate sectorial en los próximos años.