Saboreó las mieles del éxito con su estrella Michelin (2003), mostrando una creatividad propia de un genio, para más tarde volver a la cruda realidad de los menús de 25 euros durante los años de crisis. Su menú Luna conserva reminiscencias de aquel pasado de éxito, recuperando delicias como la Tortilla de Patata 2001 o el Ravioli de Dorada con Erizo de Mar.
También hay espacio para las nuevas creaciones que, siendo menos creativas, salen bien ejecutadas (bacalao fresco o el secreto ibérico ahumado). El espacio acompaña, el servicio es atento pero se añora cierta frescura y dinamismo que sólo los sitios on fire tienen. Esperemos que pronto nos sorprenda con propuestas culinarias que le devuelvan al lugar que se merece.