Jamás hubiera pensado que me costaría encontrar un bar abierto en Valencia.
Había quedado con mi colega un domingo a la hora del vermut, para ir de bar en bar por la zona de Pelayo, ya sabes, de un sitio a otro, toco-toco me voy. Te tomas la primera aquí, picas algo allí, porque si de algo podemos estar orgullosos en esta ciudad, es de tener un índice de bares y de corrupción urbanística muy por encima de la media nacional. Pues bueno, fue una mañana con bastantes decepciones. Teníamos pensado ir a Los Tanques, un miticazo de estos que están por detrás de la Estación del Norte, oscuro pero con sustancia.
Cerrado.
- Oye ¿Estará abierto Los Caracoles?
Cerrado. Y ahora además es un restaurante chino.
- ¿Y el Ea? Ese también estaba por aquí.
Cerrado.
-Nano ¿Vamos a tener un problema? Estoy a un bar cerrado de empezar a ver bebés por el techo.
-No, hombre. Vamos por la Gran Vía que me conozco un par.
Pues sorpresa. La Gran Vía se ha convertido en un criadero de hornos cuquis. Donde antes había bares, ahora hay wannabes de Panaria con expositores llenos de bollería descongelada. Seguimos andando, decepción tras decepción hasta llegar al edificio de la Policía.
- Mira nano, ahí está "El Clásico"
- Muy mal se tiene que dar la cosa para que un bar que se llama "El Clásico" y que está al lado de la Policía, no sea un crack de los almuerzos.
Empezamos a andar cabizbajos en dirección contraria.
- Ya no quedan bares, están desapareciendo como desaparecieron las Intervíu de las peluquerías.
- ¿En qué hemos fallado?
- Debí haberle hecho caso a mi padre. Voy a dejar lo de los bares y voy a matricularme en agrónomos. Creo que salen unas oposiciones en enero.
Pasando el edificio de la ONCE, más o menos enfrente de la sala Jerusalem, vemos una terraza montada, y un letrero que dice "Bar Royal". ¿Qué me cuentas? Reforma reciente, interior limpito, expositor apetecible, incluso un par de tapas con el nombre del bar, ensaladilla "Royal" y bravas "Royal". Oasis en el desierto, triple durante la bocina. Vamos a ver qué tal.