VALENCIA. En septiembre cumplirá trece años. Es pues un adolescente, aunque siempre ha sido problemático. Es grosero, basto, y su voz es ronca como la de un mafioso. Además, es un fachoso que va con el culo al aire. Su verdadero nombre, con el que nació, es Tikatto, aunque se le conoce como Benito. Desde hace más de una década se ha convertido en un personaje popular por su forma de zambullirse en los cuencos de leche en desayunos bestiales.
Creado por el dibujante valenciano Daniel Díez, fue desarrollado en el estudio que comparten Daniel y su hermano Raúl, Pasozebra, del que han salido cortometrajes ganadores de un Goya (Sr. Trapo), así como trabajos para Disney y para empresas del sector de la alimentación. Con sus formas redondeadas y una cara de canalla que recuerda vagamente a Jack Nicholson, Benito estaba dirigido al centro del corazón del público infantil e iba a ser incluso protagonista de una película. Sin embargo, el azar le ha deparado un futuro muy diferente y se ha convertido en objeto de un largo litigio entre sus padres y la empresa Nutrexpa (ahora Cuétara, S.L.U.) en un mundo, el de las galletas industriales, que mueve al año centenares de millones de euros. Un destino mayestático para alguien de orígenes humildes.
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El espacio donde nació Benito es sencillo. Visto desde fuera parece un adosado más de clase media del barrio de Campanar, pero una vez se traspasa la puerta se accede a un estudio de animación al uso. Lo que fue concebido como sala de estar es el centro de trabajo, con los ordenadores del equipo de animación divididos en dos filas, y está presidido por una gran imagen de Benito. Si Pasozebra es una familia, sus paredes están adornadas con sus hijos, y no cabe duda de que Benito es uno de sus favoritos. Imágenes de algunos de sus trabajos en publicidad comparten metros de pared con otras de algunos de sus cortometrajes más destacados, especialmente Sr. Trapo, dirigido por Raúl Díez. En la planta superior, un cuarto de baño se ha reconvertido en almacén.