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El final de un ciclo económico

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MADRID. Estamos presenciando acontecimientos en el mundo que presagian cambios estructurales en la economía y en la sociedad.

O quizás se podría decir con mayor precisión que no son presagios de algo que va a ocurrir sino indicios de un cambio en el que ya nos podemos considerar inmersos.

Sin temor a equivocarnos podemos considerar a los Estados Unidos como el principal actor de la economía mundial hasta el momento. Tras la Gran Depresión de 2008, la actuación de su banco central, la Reserva Federal (FED), dirigido por el reconocido académico Ben Bernanke ha influido y condicionado la economía no sólo de su propio país sino del resto del mundo. Tanto países desarrollados como países emergentes.

En mi opinión, Bernanke ha logrado actuar de la manera más eficiente posible y ha librado a su país de lo que en otras circunstancias hubiesen sido consecuencias desastrosas. Además, lo ha hecho siendo consecuente con su línea de pensamiento: siendo capaz de poner en práctica lo que ha defendido con anterioridad desde un plano solamente teórico.

POLÍTICA AUDAZ

Esa política audaz consistente básicamente en proveer de liquidez al sistema hasta extremos que en otros tiempos hubiesen sido impensables han afectado -por otro lado- no sólo a los Estados Unidos sino que han tenido una repercusión altamente visible en el resto del mundo de una manera o de otra.

Además del propio país donde se implantó esta política, los más directamente beneficiados fueron el grupo de países que conocemos como países emergentes.

EXCESO DE LIQUIDEZ

Países que en su mayoría son productores de materias primas, que venían ya disfrutando de un alto ritmo de crecimiento por la pujanza de China y a quienes el exceso de liquidez de la FED les benefició.

Por un lado, por la subida de los precios de las materias primas que esta medida causó de manera indirecta y, por otro, por la caída tanto del dólar norteamericano como de los tipos de interés en los Estados Unidos. Todo ello permitió a las empresas de países emergentes cuyas economías están tradicionalmente ligada al dólar estadounidense financiarse a tipos de interés sensiblemente más bajos en esta divisa y sacar partido adicional de su depreciación.

Pero de la misma manera que este proceso llegó está a punto de tocar a su fin- La FED, a pesar de mantener tipos de intereses de referencia bajos, ya ha comenzado a retirar la liquidez que había dejado que fluyera en el sistema para contrarrestar los efectos de la mayor crisis financiera jamás conocida. Y aunque pretenden realizar este proceso de la forma que menos efectos colaterales produzca, las consecuencias parecen ser ineludibles.

CONATOS DE CRISIS

Ya hemos presenciado un primer conato de crisis con la depreciación de la divisa de Argentina y en Turquía donde el banco central se ha visto obligado a elevar los tipos de interés para evitar, de momento, la caída de la lira turca.

Pero este exceso de liquidez en los mercados mundiales, al que se unieron bancos centrales como el de Reino Unido y Japón, se ha trasladado por doquier en busca de cualquier resquicio donde pudiera obtener una rentabilidad.

Creo que habría que tomar en consideración a este respecto los posibles efectos de esta política en China.

OJO AL YUAN CHINO

Aunque la economía de este país, como su divisa, todavía sigue estando fuertemente intervenida, las posibilidades de inversión han existido y existen.

La divisa de China, el yuan, lleva embarcada en un proceso guiado de revaluación que dura ya más de una década.

En los últimos años las empresas del gigante asiático han tenido la posibilidad, al igual que otros países de la esfera de los emergentes, de financiarse en dólares en el mercado off-shore y aprovechando una tendencia alcista sin sobresaltos del yuan, convertir estos dólares en su propia moneda para realizar inversiones en su país.

ELEVADA INCERTIDUMBRE

De esta manera, la política de Estados Unidos también se ha infiltrado a través de los férreos controles chinos. Hasta el punto de que las autoridades de este último país empiezan a tomar para contrarrestar una posible burbuja de liquidez en su país, que puede estar manifestándose en mercados inmobiliarios y en el crédito al sector privado de los llamados bancos en la sombra.

Las consecuencias de la explosión de una hipotética burbuja de este calibre serían en estos momentos incalculables para la economía de todo el mundo. El banco central chino está procediendo en la actualidad a permitir la devaluación del yuan para disuadir a especuladores y obstaculizar la entrada de capital caliente que fomente la burbuja.

El mercado está pendiente de próximos acontecimientos pero la incertidumbre es alta dada la magnitud de las potenciales consecuencias.

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Miguel Ángel Rodriguez es analista de XTB

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