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Indexarse es de boomers 2.0: ahora toca mirar con lupa

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Durante años nos repitieron que lo mejor que podías hacer con tu dinero era no hacer nada. Literalmente. Compra un ETF del S&P 500 y deja que el tiempo obre su magia.

 

Y sí, eso funcionó… cuando el mundo era predecible, los tipos estaban en cero, la globalización era palabra sagrada y las crisis duraban lo que tardaba la FED en parpadear.

 

Pero se acabó. Hoy el mantra  de "indexa y relájate" no funciona.

 

El índice ya no representa “el mercado”, sino una distorsión masiva concentrada en siete compañías con más narrativa que márgenes sostenibles. Los inversores indexados hoy, probablemente están sobreexpuestos a sectores volátiles, valoraciones infladas y riesgos.

 

Históricamente funcionó. Pero, como bien indica la advertencia de cumplimiento normativo, el rendimiento pasado no es garantía de rentabilidades futuras.

 

La indexación moderna se ha convertido en el nuevo placebo financiero. Es cómoda, pasiva y emocionalmente adictiva. Pero peligrosa cuando se confunde con estrategia.

 

Porque en un mundo donde todo cambia cada trimestre —reglas geopolíticas, cadenas de suministro, monedas de reserva, tipos de interés, climas, gobiernos— seguir con piloto automático no es prudencia, es pereza travestida de sabiduría.

 

¿Indexarte a lo que venga… o elegir lo que valga?

 

En 2025, invertir no es seguir la corriente. Es pensar contra ella.

 

Frente al “comprar todo y rezar”, existe otra forma de invertir: el Quality Investment. Este enfoque no se basa en replicar índices, sino en seleccionar empresas con fundamentos sólidos, rentabilidad sostenida y visión a largo plazo, aunque no estén en las portadas de Forbes ni coticen en máximos históricos.

 

¿De qué hablamos cuando hablamos de inversión con sesgo de calidad?

  • Negocios con alta rentabilidad sobre el capital invertido (ROIC)
  • Empresas con baja deuda y balances limpios
  • Modelos con ventajas competitivas claras y duraderas
  • Líderes que piensan en décadas, no en trimestres
  • Valoraciones que no están infladas por modas de mercado

Son compañías que no necesitan ser tendencia, sino tiempo. Que resisten las crisis no por suerte, sino por estructura. Que ofrecen visibilidad en medio del ruido.

 

No es fácil encontrarlas. Ni rápido. Pero es ahí donde está la diferencia entre especular y construir. Entre comprar una narrativa o comprar un negocio real.

 

Y aunque la gestión activa de calidad no sea tan “cool” como replicar índices con clics, tiene algo que la pasiva ya no ofrece: Control. Criterio. Convicción.

 

No se invierte en el pasado, sino en el futuro. Y el futuro no se indexa, se elige.

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