VALÈNCIA. La junta general extraordinaria de accionistas de Banco Sabadell aprobó este miércoles por amplia mayoría dos decisiones que marcan el futuro inmediato de la entidad: la venta de su filial británica TSB al Banco Santander y el reparto de un dividendo extraordinario de 2.500 millones de euros vinculado a esta operación.
En la primera de las dos juntas celebradas durante la jornada, el 99,66% de los accionistas respaldó la venta de TSB por un precio base de 2.650 millones de libras (unos 3.098 millones de euros), aunque el banco estima que el importe final alcanzará los 2.875 millones de libras (cerca de 3.361 millones de euros), en función del valor generado por la filial hasta el cierre definitivo de la transacción.
En la segunda junta, celebrada horas después, los accionistas aprobaron, con un 99,7% de votos favorables, el reparto del dividendo extraordinario, equivalente a 0,5 euros por acción. Esta retribución no solo devuelve a los inversores parte del capital generado por la operación, sino que se suma a los pagos previstos dentro del plan estratégico 2025-2027, que contempla una remuneración total de 6.300 millones de euros, cifra que representa más del 40% de la capitalización actual del banco.
Eso sí, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, recordó que los accionistas que acudan a la oferta pública de adquisición (OPA) de BBVA no podrán cobrar el dividendo de la venta de la filial británica TSB, previsto en 0,5 euros por acción. Aún así, subrayó que la venta de TSB es una decisión estratégica independiente de la OPA lanzada por BBVA, aunque reconoció que el proceso ha exigido la autorización explícita de los accionistas por estar en marcha dicha oferta.
Oliu defendió que la operación genera valor para los accionistas —con un retorno de 1,5 veces el valor tangible en libros de TSB— y permitirá al banco enfocarse en su negocio principal en España, reduciendo además la complejidad regulatoria tras el Brexit.
Pese al afán de Oliu por dejar clara la independencia de la venta de la filial británica respecto a la OPA del BBVA, esta última marcó buena parte del ambiente de la junta. Oliu advirtió que, a diferencia de una fusión, la fórmula planteada por BBVA no goza de neutralidad fiscal, lo que implica un coste tributario directo para los accionistas que acudan a la oferta. Además, recordó que la propia fusión está vetada por el Gobierno durante los tres primeros años tras una posible aceptación de la OPA, lo que condiciona aún más la operación.
Peores condiciones laborales
Desde la plantilla y los sindicatos, también hubo intervenciones críticas. Representantes de UGT y La Intersindical denunciaron el aumento de presión laboral, el empeoramiento de las condiciones de trabajo y la falta de reconocimiento a los empleados, a pesar del esfuerzo demostrado desde el anuncio de la OPA. Tanto Oliu como el consejero delegado, César González-Bueno, respondieron agradeciendo el compromiso del equipo y el "apoyo inquebrantable" frente a una posible integración no deseada.