Aunque muchos detractores —sobre todo los puristas catalanes— alzan la voz en contra de comer una calçotada entre paredes, hay modos de prepararlos y hay lugares donde presentarlos que hacen que nos olvidemos del espacio constreñido del indoor.
La Taula de Paula, en Arrancapins, es un restorán que vive pegado a las brasas y a la temporalidad y por ello, al guateque estacional de los calçots. Los sirven sobre una teja, con su hollín y su salsa romesco, que es patrimonio de la cocina del Mediterráneo.