Creíamos que lo sabíamos todo sobre el turrón, pero no es así. Alrededor de este dulce con 500 años de antigüedad existen muchísimos anécdotas históricas y datos curiosos. Estos son algunos de ellos:
1) La variedad predilecta de los jijonenses no es el Jijona, ni el Alicante, sino el turrón artesano a la piedra.
El máximo deleite para un xixonec, el producto que jamás puede faltar en su despensa, es el turrón a la piedra. Hablamos de una variedad mucho menos conocida, pero arraigada durante siglos en esta famosa ciudad del interior de Alicante. Su aspecto puede engañar por su parecido al turrón de jijona, pero son muy diferentes. El turrón a la piedra se elabora con almendra tostada y azúcar, pero prescindiendo de la miel y la clara de huevo, e incorporando en su lugar canela y ralladura de limón, para obtener un retrogusto más complejo.
Su consistencia también es muy distinta -mucho más cremosa- y suele presentarse en cajitas de madera o en coca redonda, que es como más les gusta consumirla a los habitantes de Xixona. Su nombre, por tanto, no se debe a su textura, sino a que se elaboraba antiguamente moliendo la almendra en una superficie de piedra. Otra característica de este turrón -que es más exclusivo y no suele comercializarse en el resto de España, salvo en algunas tiendas gourmet- es que la mezcla de ingredientes se realiza en frío con un molino especial, mientras que el turrón de Jijona se trabaja en caliente con los tradicionales boixets (unas máquinas con forma de mortero que sirven para cocer y amasar al mismo tiempo la mezcla de almendra tostada, miel, azúcar y clara de huevo. Los boixets son imprescindibles para conseguir la característica textura de los turrones de Jijona clásicos).