VALÈNCIA. Paiporta fue, para muchos, el municipio más afectado por la Dana del pasado 29 de octubre de 2024. La huella de aquella catástrofe sigue condicionando la vida cotidiana un año después y la reconstrucción de sus infraestructuras —financiada con una inyección histórica del Gobierno de España pero sin mecanismos— marca hoy el pulso de la gestión municipal. Mientras, la población convive con un recuerdo todavía reciente y un proceso de recuperación que se alargará años.

La Dana no solo sacudió el municipio; también alteró su panorama político. La gestión de la emergencia del 29-O y de los días posteriores situó en el foco a todas las administraciones, especialmente a la Generalitat Valenciana, objeto de duras críticas que culminó con la dimisión del president Carlos Mazón. En este contexto, prever un escenario político en Paiporta —entre cambios en el gobierno local, malestar ciudadano y un clima de desconfianza hacia las instituciones— resulta más difícil que nunca. Sobre todo ello reflexiona con Valencia Plaza la portavoz del PP y líder de la oposición, Chelo Lisarde: la reconstrucción, la actuación de las distintas administraciones, el impacto emocional y político del 29-O.

–A su parecer, ¿cómo está Paiporta un año después de la Dana?
—La gente sigue triste y con miedo. Es cierto que no todo en Paiporta es tristeza, pero el estado de ánimo general es, lamentablemente, bastante bajo. Se perciben la incertidumbre, el enfado y la tristeza.

–¿Incertidumbre, enfado y tristeza por qué?
—Porque las obras hidráulicas deberían haberse hecho hace muchos años, y teníamos ahora una oportunidad de oro para empezar rápido y hacerlas bien. El barranco del Poyo todavía sigue en reconstrucción para dejarlo como estaba el 28 de octubre de 2024, y ya sabemos qué resultado dio tenerlo así aquel día. En general, creemos que se podría haber comenzado con algo más ambicioso desde el principio, y no centrarse solo en reconstruir para después decidir qué hacer y cómo planificarlo.

–Valoremos ahora la gestión del 29 de octubre y de las semanas posteriores. La primera administración por la que le pregunto es, evidentemente, el Ayuntamiento de Paiporta. La gestión de la exalcaldesa Maribel Albalat fue muy criticada.
—El Ayuntamiento llegó tarde y llegó mal. Otros municipios de alrededor habían cerrado colegios y tomado medidas preventivas que aquí no se tomaron: cerrar cauces, limitar desplazamientos, emitir algún bando cuando todavía estábamos a tiempo o activar el Cecopal, que es el organismo municipal competente. Aun entendiendo que la magnitud era inimaginable para todos, hubo un exceso de confianza.

–El Gobierno local criticó la falta de información. ¿Cómo valora, como portavoz del PP en uno de los municipios más afectados, la gestión del 29-O por parte de la Generalitat Valenciana?
—Sigo pensando que nadie preveía la magnitud de lo que vino. Desconozco por qué. No sé si la Confederación Hidrográfica del Júcar —que sí debería haber informado más— tenía mecanismos que no se activaron. Y tampoco sé si confiamos demasiado en la información de AEMET, que parecía indicar algo soportable. Fue un conjunto de circunstancias muy desafortunado: las previsiones fallaron completamente y, cuando eso ocurre, la capacidad de reacción se reduce. Creo que se dio un cúmulo de factores donde, fundamentalmente, falló la información de quienes debían proporcionarla.

–¿Qué opina de la dimisión del ya expresidente de la Generalitat, Carlos Mazón?
—Tengo sentimientos encontrados. Creo que asumió la responsabilidad que debía asumir en la reconstrucción. Tener un gobierno en funciones, o no saber si habría elecciones, paralizaba todo. Y él asumió una responsabilidad que, a nivel personal, no le convenía nada, porque ha tenido una exposición —él y su familia— que va más allá de la crítica política aceptable en un país civilizado. Asumió lo que tenía que asumir para no dejarnos tirados, porque había que seguir adelante y poner mecanismos en marcha. Y, cuando consideró que las cosas ya podían encaminarse de otra forma, decidió dimitir. Pero eso es una apreciación personal.

–Respecto al Gobierno de España, ¿cómo valora la gestión del día de la Dana y la de la reconstrucción?
—La reconstrucción la vemos muy paralizada. En Paiporta, el barranco y los puentes corresponden al Estado. Y los tenemos todos sin hacer. Es verdad que hay algunos avances porque vemos obras en marcha, pero los puentes estaban previstos para octubre. Ese era ya el tercer plazo. Primero la pasarela peatonal iba a estar antes del verano; luego pasó a diciembre; después se fijó otra fecha… y del otro puente no sabemos nunca cuándo va a estar. Esos plazos de “dos semanas” se vienen prorrogando desde septiembre hasta ahora. A día de hoy seguimos sin fecha.

–El Gobierno de España concede al Ayuntamiento 201 millones de euros para reconstrucción. Desde su punto de vista, ¿cómo se está ejecutando ese dinero? ¿Ha faltado agilidad?
—Creo que los 201.450.000 euros son una trampa. Una trampa porque no vienen acompañados de mecanismos suficientes para ejecutarlos con agilidad. Y este Ayuntamiento tampoco está siendo especialmente ágil. Han estado mucho tiempo paralizados por la conmoción —que al principio puedo entender—, pero trece meses después, presumir de que de 21 memorias solo tengamos 10 es señal de que algo no se está haciendo bien. Aunque se trabaje, no se hace con la efectividad necesaria para avanzar al ritmo adecuado. Sin restar dificultad a nada de esto, pienso que se podría actuar con más rapidez, con más impulso, y que falta mucho impulso político en este Ayuntamiento.

–El alcalde dijo en este periódico: “Aunque la reconstrucción dure 7 u 8 años, preferimos tomarnos tiempo para hacerlo con participación ciudadana y minimizando molestias”. ¿Qué opina?
—Dentro de los mecanismos legales se podrían haber hecho planes más ambiciosos, y licitaciones que no se han realizado si desde el primer momento hubiésemos trazado una ruta eficaz. Y la participación que nos están vendiendo me parece una falacia: organizan grupos reducidos con técnicas que solo sirven en grupos reducidos, y eso limita la participación real. Una participación verdadera implica dar voz a más gente por más vías, aunque sea incómodo. Pero tampoco podemos estar eternamente en ese proceso, porque entonces los 7 u 8 años no serán suficientes: nos iremos a 12 o 14.

–En este sentido, ¿qué alternativas debería haber tomado el Ayuntamiento?
—Este Ayuntamiento ha recurrido a Tragsa, y creo que es otra trampa. Tiene capacidad limitada y también tendrá que sacar licitaciones. Si todos los municipios afectados le encargan todo, sus limitaciones aumentan. Si desde el principio hubiésemos tomado el plan director que tenemos ahora —que llegó tarde, pese al convenio con el Colegio de Ingenieros, que estuvo mucho tiempo sobre la mesa— y le hubiésemos dado impulso, podríamos haber licitado nosotros mismos: contratos marco, contratos por lotes… mecanismos que permiten sacar muchas cosas en un solo contrato. Así, el auditorio, el polideportivo y otras instalaciones podrían haber avanzado mucho antes. Las calles no, porque es cierto que el Estado ha tardado en sacar el saneamiento. Pero el resto sí.

–¿Qué proyectos siguen en el cajón? ¿Qué falta por poner en marcha?
—A nivel municipal, nada está del todo en marcha. Algunos proyectos están en fase de encargo de redacción, pero ni siquiera alcanzan la mitad de lo necesario. El Ayuntamiento sigue sin ascensor y con la primera planta sin rehabilitar; la biblioteca está igual; el centro de formación también. Algo se ha hecho, pero no completamente. El auditorio sin fecha, el polideportivo igual…

–¿Existe discrepancia entre el relato institucional y la percepción real de los vecinos?
—Totalmente. Y no solo con el relato del equipo de gobierno: hasta julio, Compromís tenía la misma percepción que los vecinos y que el Partido Popular.

–Al principio, PP y Compromís estuvieron bastante unidos.
—Estuvimos unidos todos los partidos de la oposición: Compromís, Vox y PP. Y no solo entre nosotros; el dolor nos unía. Nos pusimos a disposición del Ayuntamiento, hicimos propuestas, señalamos errores. Pero fue un muro imposible. No sé si porque estaban en shock o porque decidieron entrar en política.

–Hablemos del pacto de gobierno actual. ¿Por qué lo critican?
—Porque lo que hay detrás, a nivel programático, es absolutamente desconocido. Lo único que sabemos es que han aumentado el número de liberados, han aumentado retribuciones, las asistencias del alcalde y el número de asesores: de 2 hemos pasado a 6. Eso es lo único que conocemos.

–Están por debajo de lo que permite la ley.
—Sí, están por debajo del tope legal. Pero no es el momento, con el sufrimiento que hay en Paiporta, de hablar de puestos y retribuciones. Ahora toca hablar de programas, de reconstrucción, de atención a los vecinos.

–¿Cómo ha cambiado el gobierno desde la llegada de Vicent Císcar como alcalde y la incorporación de Compromís?
—Respecto a Císcar, lo hemos notado poco. Ya era “el alcalde en la sombra”, y a partir de ahí que cada uno saque sus conclusiones. En cuanto a Compromís, lo que hasta julio les parecía mal ahora les parece fantástico. No entiendo qué pretenden hacer.

–¿Usted se ve como alcaldesa en 2027?
—Tengo muy buenas sensaciones en la calle. Y eso me lleva a pensar que es muy posible que, en el cambio que venga en 2027, esté yo. Eso me anima.

–Paiporta tiene ahora un panorama político muy complejo. ¿Cómo lo interpreta?
—Aquí hay dos Paiportas. Una, el pueblo de siempre, con vecinos vinculados a asociaciones históricas, que movilizan a un tipo de votante. Pero esa Paiporta es cada vez menor. La gente nueva se guía por marcas políticas y el feedback no es el mismo que con los vecinos de toda la vida. Además, la desafección hacia el PSOE es muy grande. Por eso sigo pensando que la sensación en la calle para mí es buena. Incluso gente que no me conoce me para y me lo dice.

–¿Cree que tras la Dana ha crecido el populismo en Paiporta?
—Sí. El populismo está creciendo en general, pero en Paiporta ha habido un germen mayor a raíz de la Dana. Ese aumento se debe a que nos hemos sentido muy abandonados. Y yo, antes que concejala y portavoz, soy vecina, y lo he sentido como todos. Pero los populismos y quienes vienen con un discurso de antipolítica, o mienten y ocultan sus intenciones, o no saben a dónde van. En ambos casos, engañan a la gente.

–Muchos vecinos se han sentido abandonados, usted incluida. ¿Qué les diría?
—Que solo desde la política bien hecha podemos salir adelante. Tenemos que replantearnos muchas cosas, incluida la coordinación entre instituciones. En el Congreso Nacional del PP presenté una enmienda a la ponencia política porque necesitaba sentir el compromiso del Estado: que ante una emergencia tiene la obligación de poner todos los medios a disposición. La aceptaron. Y en aquel momento no fue así. Mandaron al ejército, sí, pero sin medios. Vimos a la UME en la puerta de un garaje esperando a que los vecinos les dieran palas y EPIs. Eso lo hemos vivido. Y es lo mismo que decirle al Ayuntamiento: “toma, aquí tienes 201 millones; apáñate”.

–¿Cuál es el modelo de ciudad que propone el PP para 2027?
—Tenemos una oportunidad para mejorar: ya que debemos rehacer cosas, hagámoslo bien. No nos gustan las limitaciones severas. Apostamos por una convivencia más amable: no una peatonalización absoluta, sino compatibilizar el tráfico con limitaciones de velocidad, pasos elevados u otros elementos que eviten que esto sea un rally, pero que no impidan a los vecinos acceder a sus casas ni perjudiquen al comercio. Podemos convivir todos si no vamos a la prohibición y a la limitación extrema.