VALÈNCIA. Aguas revueltas en el PP de Burjassot. El Partido Popular del municipio de l’Horta Nord atraviesa una nueva crisis interna que se suma a una larga serie de desencuentros que, con el paso de los años, han ido mermando su fuerza política y su capacidad de oposición.
El último episodio tuvo lugar hace apenas unos días, durante el pleno ordinario del Ayuntamiento. En esa sesión, el expresidente local y exportavoz del grupo popular, Marcos Campos, votó conforme a la posición acordada por el partido. Sin embargo, los ediles Miguel Ángel Boix y Natalia Ibáñez rompieron la disciplina de voto y se desmarcaron, evidenciando de nuevo la falta de cohesión interna. Según fuentes municipales, “era algo que ya se preveía” y la escena provocó “la estupefacción de todo el pleno y el público asistente”.
No se trata, sin embargo, de un hecho aislado. Las tensiones en el PP en Burjassot vienen de lejos. En 2021, Marcos Campos asumió la presidencia local con la intención de revitalizar una formación debilitada, pero las discrepancias internas no tardaron en aflorar. La situación se agudizó en la antesala de las elecciones municipales de 2023, cuando la dirección regional del partido decidió imponer a José María Caballero como candidato, desplazando a Campos y generando una profunda división entre ambas corrientes.

- Miguel Ángel Boix y Natalia Ibañez. -
- Foto: VP
El resultado electoral del 28M, con solo cuatro concejales frente a los doce del socialista Rafa García, evidenció el desgaste del partido. Ante el creciente deterioro, la ejecutiva provincial del PP optó por intervenir. En marzo de 2025, se creó una Junta Gestora encabezada por Toni Pons, con el encargo de recomponer la estructura local y tratar de pacificar la organización.
El nuevo rumbo no llega
Pons, designado directamente por la dirección del PP, reconoce a Valencia Plaza que el proceso no está siendo sencillo. “Entramos con las directrices de intentar solucionar los problemas que ha habido durante los últimos diez o doce años, con peleas entre facciones”, explica. Su objetivo, insiste, era “pacificar, atraer gente nueva e intentar trabajar de una manera distinta, con consenso y con opiniones de todo el mundo”.
Sin embargo, la llegada de la gestora no fue bien recibida por todos. “Ya hubo roces entre los concejales y el portavoz que había en su momento –José María Caballero–, el mismo que los metió en las listas, y también con la dirección local, porque el antiguo portavoz no estaba de acuerdo con que viniera gente de fuera a poner orden”, recuerda Pons. Según explica, la dirección provincial impulsó la gestora “porque no gustaba la manera de gestionar del antiguo grupo municipal”, con el propósito de “renovar el Partido Popular de Burjassot”.

- Miguel Ángel Boix, Natalia Ibáñez y José María Caballero. -
- Foto: VP
El Partido por un lado, el grupo municipal por otro
Pero la renovación tampoco ha estado libre de fricciones. “Ellos manifiestan que como grupo municipal tienen una autoridad que nosotros creemos que no es tanta”, admite Pons, en referencia a los desencuentros con Boix e Ibáñez. “Se están creando dos facciones: el partido por un lado y parte del grupo municipal por otro”, resume.
Preguntado por la dificultad de encarrilar la situación, Pons considera que los choques son parte del proceso. “Cuando desde Valencia te imponen a alguien porque no estás haciendo las cosas como se deben, es normal que quien está se sienta amenazado”, reflexiona. Aun así, insiste en que la gestora mantendrá un criterio colegiado: “Si hay siete personas y cuatro dicen una cosa y tres dicen otra, en este partido se hace lo que la mayoría estime. Y si alguien no está de acuerdo, puede hacer lo que crea conveniente”.
El dirigente evita dramatizar, pero deja entrever que la convivencia interna está en un punto delicado. “Si alguien considera necesario crear otro proyecto, está en su derecho”, concluye. Mientras tanto, el PP de Burjassot sigue buscando la fórmula para superar una década de fracturas y recuperar la estabilidad perdida.