Comarca y empresa

UN AÑO DESPUÉS DE LA DANA

La brecha de protección durante la Dana: "Entre un 15% y un 20% de hogares y pymes no tenían seguro"

Un año después de la riada del 29 de octubre, un informe de Zurich Seguros analiza las causas del desastre y reclama reforzar la prevención, la coordinación institucional y el acceso al aseguramiento

  • Imagen de archivo del polígono de Alfafar, tras los efectos de la Dana del 29 de octubre de 2024.
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VALÈNCIA. Un año después de la Dana que arrasó la provincia de Valencia, un informe de la compañía Zurich Seguros advierte sobre una brecha de protección que dejó fuera del sistema de compensación de seguros a miles de afectados. "Entre el 15% y el 20% de los hogares y pymes no tenían póliza", alertó el consejero delegado de la aseguradora, Vicente Cancio, durante la presentación del informe PERC (Post Event Review Capability), celebrada este martes en el Ateneo Mercantil de València.

El documento, en el que también ha participado la Z Zurich Foundation y el equipo Asertos -integrado por Arquitectura Sin Fronteras, Quatorze, Enpeu y la Universitat de València-, examina las causas del desastre y propone un cambio de modelo: pasar de la reacción a la anticipación ante los fenómenos climáticos extremos. El estudio analiza las consecuencias del episodio de lluvias torrenciales durante los días 29 y 30 de octubre de 2024, uno de los más devastadores del último siglo en la Comunitat Valenciana.

En menos de doce horas se acumularon hasta 720 milímetros de precipitación, colapsando cauces y sistemas de drenaje en decenas de municipios, sobre todo en la comarca de l'Horta Sud. La Dana provocó 229 muertes, más de 2.600 personas heridas, otras 6.300 evacuadas y más de 306.000 afectadas de forma directa. A todo ello, se suman daños materiales superiores a los 20.000 millones de euros, según recoge el informe.

  • Daniel Millor, Vicente Cancio, Cristina Gomis y Francisco Lisbona en la rueda de prensa celebrada este martes. -

Aunque el fenómeno meteorológico fue extremo, el PERC insiste en que la catástrofe no fue imprevisible. Las Danas son un fenómeno recurrente en el Mediterráneo y su impacto se agrava por el calentamiento global. El informe concluye que los desastres "no son naturales", sino el resultado de vulnerabilidades estructurales y decisiones humanas.

Entre ellas, cita la urbanización en zonas inundables, la falta de integración entre la planificación territorial y la gestión del riesgo, así como la insuficiente cultura de prevención. "Lo que antes era excepcional se ha vuelto parte de la nueva normalidad climática", advierte el documento.

Brecha de protección

Uno de los principales hallazgos del estudio es la llamada brecha de protección, es decir, la insuficiente cobertura aseguradora frente a los riesgos climáticos. "Sin seguro, el sistema no se activa", recordó Cancio. Explicó que entre el 15% y 20% de las unidades asegurables -viviendas, locales y pymes- carecen de póliza, lo que deja sin respaldo económico a miles de afectados. "Esa brecha refleja un vacío de preparación que debemos abordar entre todos: sector público, privado y ciudadanía", señaló Cancio. 

En consecuencia, el informe aboga por ampliar el acceso al aseguramiento y actualizar las coberturas para que reflejen el valor real de los bienes. "No basta con reparar el daño; debemos actuar antes", añadió el directivo. Además, el documento propone una estrategia nacional de resiliencia, sustentada en cuatro ejes: gobernanza anticipatoria, capacitación técnica y ciudadana, sistemas de alerta temprana inclusivos y atención psicosocial inmediata

El objetivo, explican, es transformar la respuesta ante los desastres en una política de prevención permanente. Según Cancio, "el seguro puede ser una palanca de cambio hacia una sociedad más preparada. El conocimiento que acumulamos debe ponerse al servicio de la reducción del riesgo".

Practicar la resiliencia 

Por su parte, el director de Zurich Resilience Solutions, Francisco Lisbona, destacó que el informe no solo describe el impacto de la Dana, sino que ofrece una hoja de ruta práctica. "Cada crisis deja lecciones que deben convertirse en acción. Las empresas pueden desempeñar un papel esencial si integran la gestión del riesgo climático en su estrategia y en su cadena de valor", explicó.

Lisbona recordó que la resiliencia "no es una cuestión teórica, sino una inversión tangible" y defendió el trabajo conjunto con administraciones y universidades "para desarrollar soluciones innovadoras que reduzcan la exposición de los territorios y del tejido productivo". Además, subrayó la importancia de los datos y la tecnología para anticipar escenarios de riesgo: "El reto está en combinar la ciencia, la planificación y la acción".

  • Imagen de archivo de Albal, tras los efectos de la Dana. -

Durante su intervención, la directora de Responsabilidad Social Corporativa de Zurich Seguros, Cristina Gomis, puso el acento en la dimensión humana y social de la resiliencia. "La prevención no se construye solo con infraestructuras, sino con conciencia y corresponsabilidad. Cada evento extremo es una oportunidad para aprender y reconstruir mejor", afirmó.  

En este contexto, cabe recordar que la metodología PERC, empleada en el informe, se ha aplicado en más de una veintena de estudios en distintos países y todo coinciden en una misma conclusión: "Las comunidades preparadas son aquellas que gestionan el riesgo de manera colectiva". En palabras de Gomis, la resiliencia "no debe ser un concepto técnico reservado a los expertos, sino una práctica cotidiana asumida por toda la sociedad".

"Las catástrofes son siempre humanas"

Desde la perspectiva académica y territorial, el coordinador del programa Asertos, Daniel Millor, insistió en que la catástrofe "nunca es natural, siempre es humana". Según explicó Millor, el equipo de investigación realizó más de 50 entrevistas con técnicos, representantes institucionales y vecinos de municipios como Alaquàs, Paiporta, Massanassa, Catarroja, Xirivella, Alfafar o Torrent, todos afectados por las inundaciones.

"Detectamos que, aunque existían planes de inundación, su aplicación práctica fue desigual y la coordinación entre administraciones, limitada", señaló. No obstante, Millor destacó la respuesta solidaria en los primeros días de la emergencia, cuando los voluntarios se acercaron a la zona cero con medios improvisados. "Esa energía colectiva debería institucionalizarse. Hay capital social para convertir la ayuda espontánea en una estructura resiliente", afirmó.

Por otro lado, el informe PERC también identifica carencias en la atención psicosocial a las víctimas, una cuestión que, según los autores, debe integrarse en los planes de emergencia. "El estrés postraumático afecta especialmente a los colectivos más vulnerables. La salud mental debe considerarse parte de la respuesta, no una fase posterior", recoge el texto.

  • Imagen de archivo de Xirivella, tras los efectos de la Dana. -

Además, advierte sobre la reconstrucción acelerada, que prioriza la reposición de infraestructuras frente a la adaptación climática, e insta a aprovechar cada proceso de recuperación "para construir mejor" mediante soluciones basadas en la naturaleza y criterios de sostenibilidad urbana. En sus conclusiones, el informe señala la necesidad de armonizar los protocolos municipales, reforzar el mando único operativo en torno al Cecopi y garantizar la participación ciudadana en la gobernanza del riesgo.

Los investigadores proponen consolidar los Comités Locales de Emergencia y Reconstrucción (CLER), surgidos tras la Dana, para que actúen como espacios de coordinación permanente. "La gestión del riesgo no puede limitarse a reaccionar ante las catástrofes; debe integrarse en la planificación territorial, las políticas públicas y la cultura ciudadana", resume el documento.

  • Imagen de archivo de Paiporta, tras los efectos de la Dana. -

Así, la Dana deja un aprendizaje colectivo: la urgencia de convertir la memoria del desastre en una estrategia de preparación continua. El informe PERC concluye que solo una combinación de conocimiento, cooperación institucional y cultura del riesgo permitirá afrontar los desafíos del cambio climático en la cuenca mediterránea. La prevención, la planificación y la participación -y no solo la respuesta- serán las claves para evitar que la próxima riada vuelva a convertirse en tragedia.

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