VALÈNCIA. Si algo ha quedado claro tras la Dana es que las infraestructuras, por robustas que parezcan, son, en realidad, vulnerables cuando la naturaleza decide mostrar su cara más salvaje. La noche del 29 de octubre, el polígono industrial de La Reva, en Riba-roja, pasó de ser un hervidero de actividad logística a un terreno anegado por el caos y la devastación. El desbordamiento del barranco del Poyo arrastró vehículos, inundó naves y convirtió el lodo en su nuevo asfalto.
Entre las empresas golpeadas por la riada, el bloque de oficinas de Neowise, dedicada a la energía fotovoltaica, quedó al borde del colapso. Vicente Lambies, su fundador y CEO, apenas pegó ojo aquella noche. Había conseguido alertar a sus trabajadores a tiempo para que abandonaran las instalaciones, pero cuando trató de llegar hasta la sede, las calles del polígono estaban completamente intransitables. "Mi único objetivo era salvar la empresa", afirma Lambies en declaraciones a Valencia Plaza.
Ante este panorama, Lambies no tuvo más remedio que refugiarse en una gasolinera cercana, donde el nivel del agua no representaba una amenaza, y esperar a que amainase la tormenta. Cuando al día siguiente logró acceder al polígono, lo que encontró fue un escenario dantesco. “El agua entró con una fuerza brutal y alcanzó 1,65 metros de altura en la planta baja. Nos dejó sin paredes, sin equipos y sin nada”, recuerda Lambies.
Sin embargo, lo que parecía una derrota definitiva se transformó en el punto de partida de algo más grande. Neowise no se rindió. En lugar de lamentarse, Lambies y su equipo comenzaron a pensar un plan de reconstrucción. “Había días en que éramos 30 personas quitando lodo. Yo mismo saqué entre 30 y 40 toneladas de fango con mis manos”, comenta a este diario. La ayuda no llegó solo de familiares y amigos, sino también de empresas cercanas que prestaron herramientas y apoyo logístico, así como de los técnicos municipales, que nunca dejaron de estar presentes.
“No nos dejaron solos. La gente estaba dispuesta a todo para ayudarnos”, dice Lambies y asegura que la solidaridad se convirtió en una de las claves de la reconstrucción. En ese sentido, una de las imágenes que el CEO de Neowise no olvidará es la de los militares llegados del País Vasco, enfangados hasta las rodillas y sacando barro de sus oficinas durante más de cuatro horas. “Fue impresionante. Trabajaron sin descanso. Ver a esos soldados allí, en nuestra empresa, luchando contra el lodo como si fuera su propia casa, nos dió fuerzas para seguir”, admite.

- Un grupo de militares vascos ayudan a Neowise en las tareas de extracción y limpieza de lodo -
- VICENTE LAMBIES
Un nuevo punto de partida
A pesar de los enormes daños materiales, la estructura de trabajo y el modelo financiero de Neowise, basado en el teletrabajo y la ausencia de deudas bancarias, permitió que la empresa mantuviera su actividad, aunque de manera parcial, durante los meses posteriores a la tragedia. “Para nosotros, cada problema representa una oportunidad”, explica Lambies.
De hecho, el CEO de Neowise asegura que la emergencia se convirtió en el punto de inflexión para redefinir su modelo de negocio y fortalecerlo: "Contratamos más gente y tenemos planes de expansión. 2025 será el año de consolidarnos". No obstante, la trágica Dana ha evidenciado algo más: la urgente necesidad de una reforma estructural en el polígono de La Reva.

- Una de las paredes de la oficina de Neowise con las firmas de los voluntarios que colaboraron en la limpieza de la oficina -
- VICENTE LAMBIES
“No es la primera vez que ocurre algo así. La falta de mantenimiento y la negligencia en la gestión de los barrancos ha agravado la situación”, denuncia Lambies. Lo cierto es que, más allá del impacto inmediato de la riada, los empresarios de La Reva llevan más de dos décadas reclamando a las administraciones más accesos y mejoras en la infraestructura del polígono.
“No podemos seguir así. La Dana ha puesto de manifiesto lo que llevamos años denunciando: el área industrial de Riba-roja necesita más protección”, afirma. Con la reapertura de Neowise la próxima semana, Lambies no habla de lo perdido, sino de lo que han conseguido recuperar. Sabe que la empresa que dirige no es la misma que antes de la tormenta; ha cambiado, se ha hecho más fuerte. Y, con ella, todos los que la sacaron del barro.