VALÈNCIA. Hay pérdidas que no caben en un parte de daños. El pasado 29 de octubre, el lodo sepultó álbumes de fotos, cartas manuscritas, libros de familia, trajes de fallera, muebles heredados y otras piezas con un valor intangible que solo entiende quien ha crecido entre ellas. La Dana dejó a su paso pérdidas materiales, pero también una fractura emocional difícil de medir. 

A ese vacío se han sumado, en estos últimos meses, respuestas que no buscan tanto rehacer lo físico como recomponer el relato personal de quienes lo han perdido todo. En ese sentido, iniciativas como 'Salvem les fotos', impulsada por la Universitat de València y con la participación de otras entidades, han trabajado desde lo íntimo para devolver algo esencial: la memoria.

En ese mismo terreno, opera, seis meses después de la catástrofe, el proyecto 'Memorias y Patrimonio Personales', una iniciativa conjunta de la Universitat de València, la Asociación de Conservación y Restauración de España (Acre) y la Mancomunitat de l'Horta Sud, que se suma al esfuerzo colectivo por proteger aquello que no figura en los catálogos institucionales, pero que forma parte del alma de cada municipio afectado.

Acre recibió una ayuda directa de 300.000 euros por parte del Ministerio de Cultura, como parte del plan de reconstrucción tras los daños ocasionados por la Dana en la provinicia de Valencia. Esta dotación ha permitido la puesta en marcha de un dispositivo profesional que, desde el pasado mes de febrero, atenderá a todas aquellas personas que han visto desaparecer piezas de gran valor sentimental, ofreciendo acompañamiento técnico y restauración especializada.

El proyecto se articula en dos vías de actuación. Por un lado, abordará las piezas que, desde hace meses, se han depositado en espacio como el Museu Comarcal de l'Horta Sud, el Castell d'Alaquàs, el Centre d'Art Contemporani de Algemesí y la Casa Alamazón de Utiel, en el marco el proyecto 'Salvem les fotos'. Por otro, se abrirá a los nuevos bienes presentados ahora por la ciudadanía a través de una convocatoria coordinada desde los ayuntamientos adheridos a la entidad supramunicipal. 

Cómo se activa la red en l'Horta Sud

Cada intervención parte de un diagnóstico técnico y se ejecuta mediante protocolos de conservación que priorizan la urgencia, el estado del bien y su relevancia emocional o cultural. Las piezas intervenidas pasarán por talleres profesionales, gracias a una red de colaboradores que incluye tanto restauradores asociados a Acre como expertos locales de las zonas afectadas.

Pero este engranaje técnico no funcionaría sin la implicación de los territorios. En ese aspecto, la Mancomunitat de l'Horta Sud ha actuado como puente imprescindible entre los municipios y el proyecto. Según explican a Valencia Plaza, nueve ayuntamientos -Sedaví, Aldaia, Alaquàs, Xirivella, Torrent, Picanya, Paiporta, Benetússer y Catarroja- han facilitado a su ciudadanía los procedimientos necesarios para remitir sus piezas.

Por ejemplo, en algunos pueblos, como Sedaví, ha sido el propio consistorio el que ha centralizado las solicitudes, recogiendo por correo electrónico los casos presentados por los vecinos y tramitándolos directamente con Acre. En otros casos, señalan desde la Mancomunitat, se ha ofrecido el contacto general del proyecto (proyecto.memorias.acre@gmail.com) para que sean las personas interesadas quienes se dirijan de forma directa.

El plazo oficial para enviar solicitudes termina el próximo 30 de abril y, a día de hoy, no se contempla su ampliación. Una vez cerrado el plazo, Acre evaluará todas las piezas, tanto las ya depositadas como las nuevas, para determinar cuáles pueden ser restauradas, en función de criterios técnicos y de viabilidad económica, dado que el presupuesto es limitado. 

El alma del proyecto

Hasta la fecha, las piezas más comunes que han llegado a manos de los técnicos son muebles antiguos; indumentaria fallera; abanicos; máquinas de coser; tocadiscos; óleos; acuarelas y relojes de pared. Por ejemplo, en Sedaví, una docena de casos ya se han derivado a Acre, aunque "el número podría aumentar en los próximos días", aseguran fuentes de la Mancomunitat de l'Horta Sud a este diario. 

En cada solicitud, se incluyen fotografías, una breve explicación de la historia del objeto y datos de contacto de los propietarios. A partir de ahí, se activa la cadena de intervención: evaluación, traslado, restauración y entrega. Todo el proceso se realiza con trazabilidad y seguimiento técnico, y los resultados podrán consultarse en un visor específico que se publicará en la web de Acre.

Lo que plantea este proyecto no es solo una operación de rescate material; es una reivindicación del patrimonio invisible, ese "patrimonio social" que rara vez ocupa titulares, pero que forma la arquitectura emocional de cada municipio. Además, para Acre, esta es también "una oportunidad para abrir el debate sobre la necesidad de regular la profesión de conservación y dotar de mayor fortaleza a quienes trabajan en contacto con la memoria de las personas", según indican en la presentación del proyecto.

Con todo, la iniciativa culminará con la publicación de un monográfico digital que documentará las intervenciones realizadas y permitirá seguir difundiendo la importancia de cuidar lo cotidiano. Porque, en ocasiones, salvar un simple retrato o restaurar un vestido no es solo un gesto técnico: es una forma de devolverle a alguien su historia.