CABANES. El agroturismo se ha convertido en un polo de desarrollo económico para el medio rural. Cada vez son más los proyectos que nacen con la perspectiva de integrar el sector primario con el turismo rural, para poner en valor el producto del campo y, al mismo tiempo, que el visitante lo conozca de primera mano.
Una de las iniciativas implantadas recientemente es la que han puesto en marcha Martina Hernández y Salva Fernández, desde hace apenas un año y medio, con el objetivo de no dejar perder la finca familiar en Cabanes. Su nombre, Mas en Calma, está ubicada en la zona del Toll de Cabrera y cuenta con dos hectáreas de terreno agrícola y una masía antigua totalmente rehabilitada, que son el emblema del proyecto. “Cuando murió mi padre nos planteamos qué hacer con las tierras y nos daba pena tener que venderla o dejarla perder, así que nos replanteamos nuestras vidas y apostamos por desarrollar este proyecto, que nos exige mucha energía y dedicación”, explica Martina.
Martina y su pareja, Salva, cerraron su despacho de psicóloga y su trabajo como rehabilitador de viviendas, respectivamente, y pusieron en marcha “una propuesta de turismo comedido, vinculado con la naturaleza y con la agricultura”, con las dos hectáreas de terreno asociadas a la vivienda, en la que hay plantados olivos de la variedad arbequina y almendros.
Los responsables de Mas en Calma lo tienen claro y su proyecto “no pretende que los clientes y visitantes vengan solo a dormir, sino que queremos trasladar una experiencia en la que el argumento principal sea el cultivo de los olivos, la recogida de la aceituna y la elaboración del aceite”, explican. Y es que la masía dispone de una almazara en la que los propietarios elaboran su aceite bajo la marca Oliquina, que hace honor a la variedad arbequina. Este año la cosecha ha sido relativamente buena y se han alcanzado los 9.000 kilos de aceitunas, transformadas en aceite virgen extra que venden en formato de medio litro, y de dos y cinco litros. La marca de Cabanes está integrada dentro del programa Ruta de Sabor, y en la actualidad la venta se realiza a los clientes y visitantes de la finca, así como gracias al boca a oreja. Además, se puede encontrar en tiendas especializadas en productos gourmet como El Pilar o en locales como Instinto Carnívoro en Castellón.
Martina explica que la idea es conectar la parte turística del proyecto con los trabajos agrícolas y ofrecer una experiencia completa a los visitantes, para que puedan participar en la misma jornada de todo el proceso, tanto en la recogida del fruto como en la elaboración del aceite in situ. “Pero este año no hemos podido aún ofrecer todo el paquete”, asegura Martina. Lo que sí han podido ofertar es la vivienda, que tiene tres habitaciones dobles, con ocho plazas, y que también dispone de una casita adosada con tres plazas más.
Durante este primer año y medio de funcionamiento, los grupos de amigos y las familias son el perfil de clientes más asiduo del Mas en Calma, sobre todo en la época de verano y primavera. La principal fuente de visitantes llega desde Valencia, aunque también destaca la presencia de franceses, alemanes o ingleses. Uno de los atractivos de la vivienda es la piscina construida durante la fase de rehabilitación, que resulta un atractivo para quienes reservan en verano.
Pero el proyecto de Martina y Salva no acaba ahí, ya que han habilitado un espacio que imita tipis indios para la realización de eventos “con alma y no muy masificados, para que todo fluya con calma y con respeto por el entorno”, manifiesta Martina. Las celebraciones que se realizan van desde cumpleaños hasta retiros de yoga y artísticos, pasando por espacios de meditación y bienestar.
En un futuro, la idea es también desarrollar diferentes talleres de artesanía, como por ejemplo de cosmética natural, dirigidos a clientes y visitantes, que ayuden a consolidar el proyecto.
