Comunitat Valenciana

Decenas de miles de voluntarios hicieron de la Dana una de las mayores olas de solidaridad

  • Voluntarios de la Dana en Paiporta.
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VALÈNCIA (EFE). Los incalculables estragos de la dana de Valencia desataron hace justo un año una de las mayores olas de solidaridad en la historia reciente de España con decenas de miles de voluntarios llegando al epicentro del desastre, ya fuera al principio por sus propios medios, la mayoría a pie, o de forma organizada después.

Las imágenes de las interminables columnas de voluntarios que, cargados con agua, cubos, palas y escobas en mano, se dirigían a pie a los municipios asolados por el desbordamiento del barranco del Poyo por la pasarela rebautizada como 'Puente de la Solidaridad' sobre el antiguo cauce del Turia ha quedado grabada para siempre en el imaginario colectivo valenciano.

Esas instantáneas de tremenda solidaridad, que los primeros días surgió de forma espontánea y sin que fuese posible un control institucional, dieron la vuelta al mundo y fueron seguidas en los cinco continentes en paralelo a las repetidas escenas de caos, fango y coches amontonados por la violencia de una corriente provocada por registros históricos de lluvia de más de 500 litros por metro cuadrado.

Es imposible cifrar el número de personas que participaron desinteresadamente en las labores de ayuda y limpieza durante los días, semanas y meses posteriores a la gran riada, aunque se tiene la percepción de que sólo es comparable a la respuesta en la pandemia por la covid-19, en 2020, o a la contaminación por chapapote en las costas gallegas por el hundimiento del Prestige, entre 2002 y 2003.

Llegados en gran parte de la ciudad de València y el resto de la provincia pero también de manera creciente de todas las comunidades autónomas, incluso de países extranjeros, desde los primeros días la solidaridad de los voluntarios oxigenó a unas instituciones inicialmente sobrepasadas por la catástrofe para atender las necesidades básicas del alrededor de millón de personas damnificadas de 89 municipios.

Lo primero, retirar el fango

La retirada del lodo que imposibilitaba la movilidad y el día a día de los vecinos fue durante las primeras semanas el principal objetivo del colectivo de voluntarios, que con el paso de las jornadas fueron coordinados por la Generalitat y otras instituciones y ONG.

En un principio, la ola de solidaridad no fue fácil porque chocó con algunas restricciones impuestas por las autoridades para priorizar las labores de emergencias y rescate de personas, así como el diseño de protocolos específicos de actuación para atender a la zona afectada por el 'tsunami'.

La Generalitat, junto con la Plataforma del Voluntariado, a partir de que se pudieron abrir algunos corredores para llegar a la zona cero, coordinaron a más de 22.000 voluntarios que salían en autobuses de la Ciudad de las Artes y las Ciencias para ayudar en tareas de limpieza y humanitarias atendiendo a las necesidades expresadas por unos ayuntamientos desbordados por la falta de recursos para atender a las personas más vulnerables.

Tras unos primeros días de incertidumbre y falta de objetivos claros, las ONG se volcaron principalmente en el reparto de agua y comida, especialmente a las personas que por falta de movilidad, muchas de ellas al estropearse el ascensor, no podían salir a la calle a por alimento o artículos de higiene.

Un millón de raciones de comida caliente

La Cruz Roja, Alapar, Alicante Gastronómica Solidaria, Gastrónoma, la ONG 'Chefs solidarios' y otras como 'World Kitchen' del prestigioso chef José Andrés facilitaron la distribución de hasta un millón de raciones de comida caliente siguiendo los protocolos de distribución marcados por la Generalitat.

Hasta trece centros logísticos fueron cedidos por empresas para, bajo la supervisión autonómica, coordinar una solidaridad que en la práctica se efectuaba mediante el reparto de más de 25.000 toneladas de ayuda, sobre todo comida, agua y material de limpieza.

Todo ello mientras se seguía retirando el fango y lodo de las calles y continuaba el traslado de los más de 100.000 coches que fueron arrastrados hasta los puntos más inverosímiles del territorio por el desbordamiento del agua en el barranco del Poyo o el río Magro.

 En las labores solidarias y humanitarias destacaron la implicación de fuerzas de seguridad procedentes de todo el país y especialmente de unos 400 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), a bordo de 120 vehículos preparados para sortear los obstáculos del desastre natural.

También fue significativa la ayuda internacional, como los bomberos mexicanos especializados en la búsqueda de víctimas, o los equipos marroquíes que se centraron en las labores para desatascar el alcantarillado.

Un almacén solidario abierto por la Generalitat del que se encargaron la UME y la Cruz Roja tuvo un papel protagonista para la clasificación y posterior reparto de material por los voluntarios, con puntos de distribución en ubicaciones estratégicas de los municipios del cinturón metropolitano valenciano.

Entre otras muchas entidades y colectivos, la Asociación Nacional de Fabricantes y Exportadores de Muebles de España (Anieme), la Fundación para el Fomento del Desarrollo y la Integración (FDI) e Interioristas en Acción actuaron para la donación de muebles, toda vez que muchos habían quedado inservibles.

El centro habilitado de almacenamiento y reparto de ayuda solidaria ha continuado abierto todo el año, en colaboración con entidades sociales y ayuntamientos, siempre con el objetivo de atender a la población ya en riesgo anteriormente o que, con la dana, pasó a ser considerada "de nueva vulnerabilidad".

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