VALÈNCIA. La de Miguel Polo, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), ha sido la declaración más extensa hasta ahora en la investigación judicial de la Dana, que sigue el juzgado de Instrucción 3. En las más de ocho horas de interrogatorio, el dirigente del organismo de cuenca fue preguntado por todo tipo de detalles sobre sus competencias, su actuación y sobre lo ocurrido el fatídico pasado 29 de octubre. Una jornada extenuante para la que los abogados tuvieron que armarse de paciencia y de algún que otro snack para aguantar varias horas en la sala.
No es extraño. El silencio numantino mantenido por Polo desde la catástrofe -casi once meses- había cultivado la gran expectación sobre su relato. Es una de las piezas clave de aquel día junto a otros como la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé; el subdirector de Emergencias, Jorge Suárez, o el jefe del Consorcio de Bomberos, José Manuel Basset; además de los dos investigados, la exconsellera Salomé Pradas y su ‘número dos’, Emilio Argüeso. No en vano, la CHJ ha sido señalada por estos últimos por su respuesta deficiente aquel día.
De ahí que desde primera hora de la mañana, este viernes estuvieran congregados a las puertas de la Ciudad de la Justicia de Catarroja una decena de familiares de víctimas, que aprovecharon para abuchearle a su llegada. Entre ellos, algunos conspiracionistas como la familiar que recientemente ha sido expulsada del procedimiento por la jueza. Un tumulto de periodistas y cámaras también le esperaban con expectación contenida y no dudaron en superar las precarias vallas de La Fallera que habían colocado, unidas con cintas, la Guardia Civil. Nada impidió que el presidente de la CHJ ofreciera sus primeras palabras, las más importantes hasta el momento (por únicas y exclusivas).

- Foto: EP/Rober Solsona
La gran afluencia mediática en un caso de tanto impacto como este era de esperar, pero eso no obstó para que ni el Tribunal Superior de Justicia ni el Decanato de los juzgados habilitaran ningún espacio para el trabajo de la prensa, tampoco en declaraciones importantes como la de Polo. Las decenas de periodistas y cámaras que habían acudido a cubrir la noticia se las tuvieron que ver y desear para encontrar un sitio donde preparar sus crónicas, vagando hasta media tarde en búsqueda de electricidad y algún soporte para escribir. Bien sirvieron las mesas y enchufes de bares, los bancos de un jardín próximo o incluso el tobogán de su zona de juegos.

El interrogatorio fue completo y abarcó casi todas las materias esperadas. Desde los pasos que siguió el presidente de la CHJ aquella jornada hasta los contactos telefónicos que mantuvo, pasando por su relato cronológico de la reunión de emergencias (Cecopi) sin olvidar los aspectos más técnicos del control de caudales y, sobre todo, por qué el organismo no avisó conforme a sus protocolos de lo que ocurría en el barranco del Poyo. El fiscal fue especialmente incisivo acerca de la falta de avisos de la CHJ hasta las 18.43h y sobre el hecho de que, conociendo Polo los datos entonces, no dijera nada en la reunión de emergencias.
En la larga comparecencia, que entre las 9.45h y las 19.30h contó con dos recesos de quince minutos y una hora para comer, hubo tiempo para todo y volvió a citarse otra película, en este caso de boca del propio compareciente. Acerca del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH), la red de sensores de la Confederación, quiso dejar claro, ante las insistentes preguntas sobre su funcionamiento, de que “no es El show de Truman”. Con ello buscaba explicar que no contaba con datos de todos los puntos de todos los barrancos, sino que aporta información “complementaria” que “se debe contrastar”. Así, por ejemplo, explicitó que el SAIH no cuenta con datos del barranco de la Saleta porque allí no hay sensor. “No tenemos esa visión”, insistió.
Es la segunda vez en un interrogatorio que se alude a una película para explicar la realidad. La última vez fue cosa de la propia jueza, que asimiló la reunión del Cecopi a El ángel exterminador, una película surrealista de Luis Buñuel cuyos protagonistas, de clase burguesa, no pueden salir de una habitación sin que aparentemente nada se lo impida. El parecido se explica solo.