Mañana de fin de semana, las calles están casi desérticas, esperando a que la gente salga de sus casas y que el sol termine de calentar este frío día de invierno. Las personas que ya están despiertas se concentran en los mercados y en aquellos bares donde saben que van a disfrutar de un buen esmorzar. Será que la vida siempre transcurre en los mejores lugares. La Pérgola es uno de esos establecimientos donde los feligreses acuden casi en peregrinación —una misma ha disfrutado de su tortilla de patatas— y en una de esas mesas altas que rodean La Pérgola Vicent Marco y Francho Lázaro disfrutan de ese comboi que es el esmorzar. Lo hacen casi como espectadores de lo que tan bien han retratado en su libro Almuerzos valencianos. El libro de los profesionales del almuerzo (editorial Llibres de la Drassana) —Esmorzars valencians. El llibre dels esmorzadors professionals, en su versión en valenciano y original—. Un libro que ya ha agotado su primera edición en ambas publicaciones y que ya está a la venta su segunda edición.
Bocata en mano, refresco gaseoso y agua para acompañar —esmorzar no es sinónimo de cerveza o vino— y algunas cáscaras de cacauet sobre la mesa indican que el comboi ha empezado hace ya algún rato. Una tradición que Vicent disfruta desde bien joven: “En el instituto el mejor plan del sábado era ir con los amigos a almorzar después de haber jugado al frontón o a futbito. El día ya iba rodado”. Una pasión que le ha acompañado hasta la actualidad y que incluso se ha extendido al resto de semana, cuando el trabajo le permite hacer una parada a eso de las 10:30 horas. Una pausa que ya su padre hacía y que sin darse cuenta inculcó a Vicent, al igual que su abuelo, quien todas las mañanas le preparaba el bocadillo antes de ir a la facultad.