Por su sabor no lo es, pues su mezcla de carnes especiadas le otorgan un sabor único e intenso que habla de tradición y cultura. Un bocado que en los últimos años se está recuperando en ese tesón de perpetuar recetas que conectan con nuestras raíces y que en el caso del figatell están enraizadas en las comarcas de La Safor y La Marina, aunque también en otras poblaciones del interior.
En la comarca de la Safor y concretamente en Gandia, hay un lugar con nombre propio para conocer su historia y su elaboración: Ca Fuster. Detrás de una vitrina repleta de productos cárnicos, de charcutería y platos para llevar, está José Fuster, una de las máximas instituciones de este manjar. Lo es por dos razones: en Ca Fuster se elaboran los mejores figatells de la Comunitat Valenciana —el de trufa o foie están riquísimos— y ha peleado por el reconocimiento del figatell como plato tradicional valenciano. Tanto, que incluso junto a Maria Rosa Sabater editaron el cómic Apici i el figatell, que narra la historia de este bocado.
Y… ¿quién es el padre o la madre del figatell? Realmente no se sabe y todo apunta a un matrimonio que residía en Oliva. Él, Antonio Mateo, murciano de nacimiento (1896), y ella, Ana María Martínez, de Oliva, abrieron el bar Nido en esa localidad de la Safor. Fue allí donde Antonio Mateo realizó el primer figatell en la comarca por lo que se le considera el ‘padre del figatell’. Pero es relativo porque su origen se sitúa en Grecia —el autor romano Apici recoge algo similar en el libro De re coquinaria—y el figatell tiene otros ‘hermanos’, como el figatellu en Córcega, la sheftalia de Chipre o el fardel aragonés. Y bueno, nunca sabremos de dónde vino la receta que el matrimonio preparó.